Anna, licenciada en Ciencias Políticas y Sociología, trabajaba en un banco en el centro de Toronto y sus pausas en el horario de almuerzo eran el momento ideal para hacer una recorrida por el mercado de St Lawrence, donde buscaba ingredientes e inspiración para las cenas. Porque Anna Olson amaba la cocina desde muy chica, desde esos momentos en que admiraba ver a su abuela preparando diversos platos. Esas conexiones a temprana edad que terminan impactando en las futuras decisiones que se tomarían.
“MI amor por la cocina empezó desde muy joven”, comenzó Anna, reconocida como una de las mejores pasteleras del mundo, su charla exclusiva con Infobae. Según detalló, “vi a mucha gente joven fascinada simplemente por el hecho de incursionar en la cocina, pero también hay otros que aman la pastelería por ver hornear a un familiar y eso después repercute”, y ella se encuentra en este último grupo. “Para mí, mi gran influencia es mi abuela, porque era una excelente cocinera pero también una amante de la pastelería. Y si querías visitar a la abuela (y visitarla era genial) el lugar donde iban a estar era en la cocina porque allí es donde pasaba la mayor parte del tiempo”, rememoró.
Esta mujer eslovaca ponía a la pequeña a acompañarla en la preparación de sus manjares, en principio, simplemente enseñando a usar las hornallas o romper huevos. “Ella te ponía a trabajar, y es así como empecé aprendiendo a hacer cosas fáciles”, se emociona recordando esas épocas, y pone especial hincapié en lo que significaba la época de las fiestas, porque según ella, allí ocurren los recuerdos más significativos. “Antes de Navidad y Pascuas siempre son las grandes fiestas de pastelería y recuerdo hacer galletas y panes de Navidad, y la cena de Nochebuena era aún más importante para mí que abrir los regalos en la mañana, porque hay platos muy especiales para hacer y comer. Me encantó ser parte de ese proceso cuando finalmente se me permitió aprender ese tipo de recetas importantes. De ella vienen influencias de la cocina con muchas nueces, miel, semillas de amapola y muchos panes de levadura. También la crema agria y muchos carbohidratos”, describió.
“A medida que maduré y me convertí en adulta, empecé a atesorar las recetas familiares y heredadas, especialmente de mi abuela que al volverse cada vez mayor no podía realizarlas como antes”, continuó su relato, dejando aclarado que hasta ese momento todo ello no era más que un hobbie, “un apasionante hobbie. Me costó más tiempo que a mucha gente entender que debía dejar de ser una desconexión para ser una profesión”.
Es que Anna obtuvo una licenciatura en ciencias políticas y sociología de la Queen’s University en Kingston, Ontario, “y trabajé muchos años como bancaria, estaba rodeada de quienes amaban lo que hacían en ese negocio, pero yo no era una de ellas. Así que iba a casa a hornear y a relajarme. Creo que fue a mediados de mis 20 cuando me encontré en medio de la noche horneando para relajarme porque había tenido un día estresante y ahí fue cuando hice un ‘click’ como ‘¿qué estoy haciendo?’ y me di cuenta de que eso me hacía feliz, el estar horneando toda mi vida, dejar el banco de lado. Así que tomé todo mi dinero y lo gasté en la escuela de cocina. No hubo necesidad de ser bancaria después de eso”.
Nacida en los Estados Unidos, en Atlanta, Georgia, a los 6 años junto con su familia se mudó a Toronto, Ontario, donde desarrolló toda su época de estudios y su trabajo como bancaria. Tras la llamada “epifanía”, de esa noche de horneado para desestresarse, se inscribió en el programa culinario de la Universidad Johnson & Wales en Vail, Colorado, y luego de graduarse comenzó a trabajar en diferentes cocinas. En uno de esos trabajos como pastelera fue que conoció al cheff Michael Olson, el que aún la acompaña en todos sus proyectos, con quien se casó en 1999 y se estableció en la región vinícola de Niágara, de nuevo en Canadá.
“¡21 años de aventura juntos! Me volvería a casar contigo en un segundo. Me traes alegría todos los días y, aunque me encantan nuestros deliciosos viajes por el mundo, estoy tan contenta de estar simplemente en casa contigo”, fue el sentido mensaje que publicó junto con una imagen de ambos, al momento de festejar el pasado octubre un nuevo aniversario de casados, lejos de los viajes por la actualidad reinante, pero disfrutando del hogar.
Autora de siete libros, dos de los cuales fueron escritos conjuntamente con su marido (“en la cocina de casa nos turnamos, él es especialista en carnes de todo tipo y yo me dedico a los vegetales y a los postres”), Anna se convirtió en una celebridad, ya que incluso sus programas de televisión, desde Azúcar, en 2002, llegaron a emitirse en 40 países alrededor del mundo.
Afamada por su cocina de estación, el uso de ingredientes regionales propios de cada temporada como así también la puesta en valor de esos productos locales típicos, es material de consulta y admiración en diferentes culturas y regiones. Incluso, también recibió reconocimientos por parte del Ontario Hostelry Institute y el Canadian Food & Wine Institute por sus continuas contribuciones al desarrollo de la cultura alimentaria canadiense.
Su primera visita a la Argentina tuvo lugar en 2016, momento en que fue parte de un programa especial del ciclo “Horneados por Gross”, acompañando al maestro argentino, donde preparó unos scones de chocolate blanco y pimienta. “Los scones son algo de todos los días, me gusta hacer la masa con antelación y los corto y luego los congelo”, aseguró en ese momento sobre la receta con que se presentó en el país.
“Después de haber visitado la Argentina dos veces”, continúa su charla con Infobae, “realmente pude apreciar que la pastelería y los postres son buenos. Creo que el mundo sabe que la Argentina es el dios del dulce de leche, y no solo de un tipo, sino que tienes de muchos tipos diferentes dependiendo de su uso. Yo llegué a casa con una maleta llena de frascos de ellos, es muy delicioso. Y es muy diferente a intentar hacerlo con leche condensada porque es un proceso tan distinto que le da ese sabor intenso. Y es así que los postres tienen esa sutileza. Es un ingrediente dulce sofisticado que todas las galletas, pasteles y dulces que surgen de él son absolutamente maravillosos”.
El pasado 3 de mayo se estrenó su nuevo ciclo en el canal El Gourmet llamado “Recetas para invitados”, una cuenta pendiente que quedó en pausa por el inicio de la pandemia. “Tuvimos que retrasar toda la producción, porque se suponía que íbamos a grabar en marzo del año pasado. Pero estoy contenta de haberlo hecho y creo que hemos aprendido, especialmente en el último año, algo importante como lo son las celebraciones, cumpleaños, cambios de estación, el pasaje del verano al invierno y hornear para las festividades. Incluso hago dos episodios basados en bodas, pero a menor escala. Mi propia hijastra se casó en el patio de su casa en octubre y yo le hice la torta. Y eso se sintió realmente especial al cocinar porque hornear siempre se trata de compartir. Y también lo es para celebrar ocasiones con un postre para compartir con tus seres queridos, sean pocos o muchos”, aseguró.
Como le sucedió a otras cocineras del mundo, también la mirada sobre Anna se posó en el último tiempo, desde el inicio del confinamiento en diversos países, y así fue como la gente comenzó a realizar más platos en el hogar, privilegiando, o al menos intentando, llevar comida casera a la mesa más que delivery. “Es que cocinar se convirtió en un nuevo pasatiempo, ganó nueva relevancia y la pandemia tuvo mucho que ver con ello”, afirmó, “incluso aquí en Canadá se acabó la harina, no había en ningún lado porque la gente estaba horneando más”.
Pero, ¿cuáles son las claves de la pastelería? “Yo diría que son dos palabras clave: práctica y paciencia en cada receta y horneado, porque hay que seguir los ingredientes y cantidades específicas que responden a una técnica particular. Si se cambia cualquiera de esas tres cosas no obtendrás los resultados finales esperados. Entonces la primera vez que pruebes una receta, y esto va para los nuevos pasteleros y los ya experimentados, la primera vez es una especie de práctica para un casting. Una vez que atraviesas ese proceso te das cuenta que aprendiste de él. Por lo tanto, se necesita repetición para desarrollar la habilidad”, cerró.
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