Estados Unidos no puede estar viviendo un mejor momento en su carrera espacial. Además de haber recuperado su capacidad de lanzar al espacio astronautas desde su país y con sus propios vehículos, sin depender de los rusos y sus cohetes Suyoz por casi una década, también disfrutan las mieles de la última aventura de la NASA en Marte, que incluye un nuevo rover de seis ruedas llamado Perserverance que aterrizó en febrero para realizar múltiples experimentos y el flamante helicóptero Ingenuity, que logró realizar varios históricos vuelos en el planeta rojo.
Del otro lado del océano, se encuentra la otra superpotencia espacial, Rusia, que rivalizó durante muchos años en el siglo XX quién era más poderoso en ese ámbito fuera de la Tierra. Rusia se anotó puntos con el lanzamiento del primer satélite artificial llamado Sputnik y el primer hombre en el espacio, con el cosmonauta Yuri Gagarin. Mientras que Estados Unidos se enfocó en ser el primer país en poner un hombre en la Luna.
Casi cinco décadas después, ningún hombre volvió a pisarla desde 1973 y los rusos nunca lo pudieron lograr. En lugar de eso, se conformó con el envío de sondas que aterrizaron en ella. Después de 45 años, Rusia ahora quiere volver a la Luna y por ello diseñó una serie de sondas robóticas para realizar distintos experimentos en su superficie.
“La Luna es el centro de nuestro programa durante la próxima década”, dijo Lev Zelenyi, asesor científico del Instituto Ruso de Investigación Espacial, durante una presentación virtual el 23 de marzo organizada por la Academia Nacional de Ciencias, y en la que resaltó que volverán a nuestro satélite natural este año, con el lanzamiento de una serie de misiones en donde la primera de ellas, denominada Luna 25, está programada para despegar el 1º de octubre para estudiar el agua encerrada debajo de la superficie.
La última nave espacial lanzada por Rusia se llamó Luna 24 y ocurrió el 9 de agosto de 1976, cuando el país aún se conocía como la Unión Soviética. Según Zelenyi, la decisión de reanudar la investigación, el nombre y la numeración donde la dejaron es una forma de mostrar “algunas consistencias” en el proyecto. Además de Rusia, países como Estados Unidos, China, Israel e India también comparten varias misiones lunares. China, por ejemplo, transportó las primeras muestras lunares frescas a la Tierra en décadas en una serie de misiones en curso llamadas Chang’e.
La investigación sobre el hielo permanentemente congelado de la Luna consiste en evaluar los peligros que plantean los fragmentos de polvo lunar. La nave utilizará una cámara construida en Europa por la Agencia Espacial Europea (ESA) para enviar fotografías de la superficie. El proyecto ruso prevé cinco misiones lunares en varias etapas de planificación durante los próximos años. En 2023 o 2024, Rusia planea lanzar Luna 26, esta vez un orbitador que buscaría anomalías magnéticas y gravitacionales en la luna y capturaría imágenes de alta precisión de posibles sitios de aterrizaje.
Luego, en 2025, volvería a la superficie con Luna 27, a la que Zelenyi llamó la misión más importante”. Al igual que el módulo de aterrizaje que llega este año, Luna 27 apuntará al polo sur de la Luna y llevará software de aterrizaje europeo. Pero también en el robot, cortesía de la Agencia Espacial Europea sería una novedad: un taladro que puede recolectar roca lunar del polo sur sin derretir compuestos como el hielo de agua que se encuentra en el material.
Además, el módulo de aterrizaje llevará un conjunto de instrumentos diseñados para estudiar cómo el viento solar, un flujo constante de partículas cargadas que salen del sol y atraviesan el sistema solar, afecta la superficie lunar. Las dos últimas misiones de la serie Luna descritas por Zelenyi aún no tienen fecha de lanzamiento. Pero Luna 28, también conocida como Luna-Grunt, se basaría directamente en su predecesora al traer de regreso a la Tierra muestras almacenadas criogénicamente del polo sur lunar que retendrían agua helada y otros compuestos llamados volátiles.
“Es una devolución de muestra, pero una devolución de muestra diferente a la que se hizo anteriormente. Será ... no sólo regolito [suciedad lunar], sino todas las inclusiones volátiles y criogénicas, lo que es técnicamente un desafío”, sostuvo el científico.
Finalmente, el Luna 29 llevaría un nuevo rover Lunokhod, recordando nuevamente las misiones soviéticas. Lunokhod-1 se convirtió en el primer rover exitoso en otro mundo en 1970 y pasó 10 meses explorando la región llamada Mare Imbrium, o el Mar de las Lluvias.
Infografía: Marcelo Regalado
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