Las vacunas, como todo medicamento, pueden llegar a tener efectos no deseados -o adversos-. Lo que se evalúa para recomendar su uso es que los beneficios sean mayores. De allí que con una eficacia del 85% en la protección contra la enfermedad grave, hospitalización y la muerte por COVID-19 en una sola dosis, la vacuna de Johnson & Johnson se volvió un bien preciado en plena segunda ola, en un contexto de escasez de este suministro a nivel mundial.
Aprobada en los Estados Unidos desde fines de febrero y en Europa desde principios de marzo, la aplicación de la formulación acaba de ser suspendida en ese país en el día de hoy por recomendación de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés), luego de que se registraran seis casos de trombosis entre las dosis aplicadas en el país.
Lo mismo había ocurrido anteriormente con la formulación producida por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca, cuyo uso se suspendió, al menos temporalmente en países como Dinamarca, Noruega e Islandia debido a informes de trombosis posteriores a su aplicación.
Todos los casos detectados en la vacuna de Johnson & Johnson producida en los EEUU, en combinación con un bajo nivel de plaquetas, son de pacientes mujeres, de entre 18 y 48 años, según informó The New York Times. Una de ellas murió en Nebraska y otra está hospitalizada en condición crítica.
Por definición, la trombosis es un trastorno que implica la formación de trombos o coágulos en el sistema circulatorio. Pueden ser trombos arteriales o venosos. Muchas enfermedades cursan con este fenómeno que puede afectar a cualquier órgano interno o a la circulación general.
“El proceso por el que la sangre que circulaba en forma líquida se convierte en un elemento sólido, cambia su estructura y se vuelve un obstáculo para la salida de la sangre de los vasos es un mecanismo fisiológico que tenemos los humanos para no morir cuando nos cortamos, por ejemplo. Lo que pasa es que cuando el coágulo se forma en sitios donde no debe pasa a ser un problema”. El médico hematólogo miembro de la Sociedad Argentina de Hematología José Ceresetto (MN 74596) explicó a Infobae que “lo que se observó que pasa con la vacuna de Johnson y que ya se había visto con la de AstraZeneca es que se forman pequeños coágulos en lugares donde habitualmente no debieran existir”.
“El mecanismo por el que esto ocurre lo describió muy bien el alemán Andreas Greinacher en oportunidad de lo que ocurriera en primer término con la vacuna de AstraZeneca y lo denominó trombocitopenia inmune inducida por una vacuna; no es que espontáneamente se produce el coágulo sino que el virus que se inocula en la vacuna modificado para que sea inofensivo para el humano y genere defensas contra el COVID-19 genera este efecto en el sistema inmune”, explicó Ceresetto, para quien “se trata de una rara combinación que ocurre inmediatamente después de la vacuna de baja en el recuento de plaquetas y generación de trombos y eso que ya se había visto que ocurre inducido por la heparina es una respuesta inmunológica que se da por la presencia de anticuerpos contra un factor de la coagulación (el factor 4 plaquetario) que se activa y hace que las plaquetas formen trombos”.
Según el especialista del Hospital Británico, “lo que tienen en común las dos vacunas es que usan un adenovirus como vector”. Técnicamente eso significa que se usa un adenovirus no replicante que no generará infección, ni enfermedad en el organismo al que se inocula.
La misma tecnología fue utilizada por el laboratorio Janssen, que elabora la vacuna de Johnson & Johnson para desarrollar la vacuna para el Ébola, para el virus del Zika, el virus sincicial respiratorio y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH); las cuales se encuentran en Fases II y III de desarrollo clínico.
Y tras señalar que “con sólo seis casos suspendieron la aplicación de Johnson porque ya tenían el antecedente de que esto mismo pasaba con la vacuna de AstraZeneca”, el hematólogo consultado por este medio describió: “Se informaron trombos en las venas del cerebro, el hígado, las piernas o el pulmón. Es un efecto muy raro, del que se vio uno en un millón de habitantes y aparentemente se trata de un efecto secundario de la vacuna”.
Para el médico neurólogo Conrado Estol (MN 65.005), “la estructura de la vacuna es parecida en las dos pero no hay una explicación clara de por qué esta plataforma de vacunación puede haber generado una reacción inmunológica de este tipo”.
El hematólogo la consideró una “rara enfermedad nueva” y destacó que “se vio que se da en mujeres jóvenes”. Y según él, esto se debe a que “en general las mujeres jóvenes tienen predisposición a tener enfermedades autoinmunes”. Coincidió Estol en que la explicación a por qué este fenómeno ocurre más en mujeres es “porque se trata de un problema autoinmune, es decir que la persona fabrica anticuerpos contra sí misma y las mujeres tienen un sistema inmunológico diferente porque la inmunidad en gran parte viene dada por el cromosoma X y las mujeres tienen dos”. “Eso hizo por un lado que hayan tenido menos infección por COVID y menos casos severos pero en las reacciones inmunológicas ellas pueden estar peor”, enfatizó.
Y tras señalar que “este es un trombo diferente al que habitualmente están acostumbradosa ver los hematólogos”, Ceresetto destacó que “como la vacuna es muy efectiva para prevenir el COVID-19 por ahora en Europa lo que decidieron respecto a la formulación de AstraZeneca es no vacunar a mujeres menores de 30 años”.
Dolor de cabeza, falta de aire y dolor de abdomen son las señales de alerta que la FDA describió como las características de este tipo de trombos, para los cuales el tratamiento “es con anticoagulantes como los que se usan en la trombocitopenia inducida por heparina”, precisó el especialista consultado por este medio.
Greinacher está de acuerdo en la necesidad de más datos. Pero dice que es crucial alertar a los médicos sobre la posible complicación. Cuando se reconoce a tiempo, la trombocitopenia inducida por heparina se puede tratar con inmunoglobulinas (anticuerpos inespecíficos de donantes de sangre) que ayudan a frenar la activación plaquetaria. Para él, la inducida por la vacuna “debe tratarse de manera similar”.
Tras resaltar que “en los EEUU esta vacuna la aplicaron en poblaciones rurales, de difícil acceso, porque pensaron que serían quienes tendrían mayores dificultades para aplicarse una segunda dosis”, Estol enfatizó: “Si es detectada a tiempo, esta trombosis no se trata con anticoagulantes porque es causada por un fenómeno inmunológico por lo que se da más bien tratamiento inmunológico”.
“Esto no sucede inmediatamente después de la vacunación como ocurre con las reacciones alérgicas sino más bien dentro de las dos semanas”, destacó Estol, para quien “el beneficio de estar vacunado es superior al riesgo de la infección”.
La palabra de la FDA
“Dudo en llamarlo un efecto de clase”, dijo Peter Marks, de la FDA en una conferencia de prensa este mediodía cuando se le preguntó sobre la similaridad entre las vacunas de Johnson y Johnson/Janssen con la de Oxford/AstraZeneca en relación a las trombosis. “Pero creo que ya es obvio para nosotros que lo que estamos viendo con la vacuna Janssen se parece mucho a lo que se estaba viendo con la vacuna AstraZeneca”.
Sobre cuánto durará la pausa a la aplicación de la vacuna Johnson & Johnson dijeron que “el plazo dependerá obviamente de lo que se sepa en los próximos días”. “Sin embargo, esperamos que esta pausa sea cuestión de días”, dijo Janet Woodcock de FDA.
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