“Unidos por los adolescentes en COVID-19 y más allá”. Con un título que pareciera parafrasear la icónica frase de uno de los personajes de la saga de Pixar Toy Story “hasta el infinito y más allá”, un grupo de expertos entre los que se encuentran la Alianza para la Salud Materna, Neonatal e Infantil, la Organización Mundial de la Salud (OMS), las Naciones Unidas, organizaciones dirigidas por jóvenes y representantes gubernamentales de países de África, América, Asia y Europa, manifestaron su preocupación por el futuro de los adolescentes en la post pandemia.
En una carta abierta publicada por The BMJ, los líderes advirtieron que 1.200 millones de personas de 10 a 19 años en todo el mundo “corren el riesgo de heredar un mundo arruinado por el cambio climático y marcado por el COVID-19”.
Y, si bien esa franja etaria se encuentra “a salvo” de los efectos directos más graves de la enfermedad, la carta sostiene que las consecuencias indirectas sobre su bienestar son “devastadoras”.
Destacan que incluso antes de la pandemia por COVID-19, los adolescentes y adultos jóvenes enfrentaban “muchos desafíos para su bienestar, incluida la injusticia social y las desigualdades, una salud mental inadecuada y una crisis de conexión con la familia, la comunidad y la sociedad, con un número cada vez mayor de personas que viven en las calles o abandonan la escuela”.
“Cuando los adolescentes pasan a la edad adulta joven, muchos se enfrentan al desempleo o al empleo inestable, y en muchos países a menudo se espera que las niñas asuman la carga del trabajo de cuidado no remunerado en el hogar -señalaron los líderes mundiales-. En 2017, el 34% de las mujeres jóvenes y el 10% de los hombres jóvenes de entre 15 y 24 años no tenían empleo, educación o capacitación, con disparidades más pronunciadas en el norte de África y el sur de Asia”.
Incluso, entre los adolescentes y los adultos jóvenes que están empleados, una proporción cada vez mayor tiene una seguridad laboral deficiente, ingresos semanales variables y una cobertura de salud o seguridad social mínima o nula, añaden. “Estos ejemplos muestran que, como comunidad global, no hemos prestado suficiente atención a la naturaleza multidimensional e interseccional del bienestar de los adolescentes y la importancia de la transición a la edad adulta joven”, dijeron.
Al mismo tiempo, destacaron que “la asistencia para el desarrollo para la salud de los adolescentes representó solo el 1,6% de la asistencia para el desarrollo total para la salud entre 2003 y 2015, a pesar de que un tercio de la carga mundial total de morbilidad que se estima tiene sus raíces en la adolescencia”.
Los líderes pidieron en su misiva “una nueva definición acordada y un marco conceptual para el bienestar de los adolescentes para informar la formulación de políticas”. Esto, para ellos, debe incluir una buena salud y una nutrición óptima; conectividad, valores positivos y contribución a la sociedad; seguridad y un entorno propicio; aprendizaje, competencia, educación, habilidades y empleabilidad; y agencia y resiliencia.
“Invitamos a todos (tomadores de decisiones, políticos, sociedad civil, proveedores de servicios, educadores, donantes, innovadores y, lo que es más importante, los propios adolescentes) a apoyar este llamado a la acción -sintetizaron-. Juntos podemos asegurarnos de que resulte en políticas concretas, programas integrados e inversiones sostenidas para el bienestar de los adolescentes”.
Y finalizaron llamando a “una cumbre mundial sobre el bienestar de los adolescentes en 2023” como “una recomendación clave del llamado a la acción”. “La cumbre proporcionará una plataforma poderosa para impulsar nuestros esfuerzos colectivos para una respuesta de género transformadora, multifacética y multisectorial al bienestar de los adolescentes, con un enfoque en el fortalecimiento del financiamiento, las políticas, los servicios y la rendición de cuentas. La cumbre tiene como objetivo contribuir a que los adolescentes de hoy estén empoderados para resolver los problemas que están heredando”, concluyeron.
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