Pestes. Virus. Epidemias. A lo largo de la historia, la humanidad enfrentó diversos tiempos marcados por enfermedades infecciosas altamente contagiosas que pusieron en riesgo la salud. Desde la plaga de Atenas (430 a. C.), pasando por la peste negra (siglo XIV) a las diversas pandemias de cólera, la gripe española (1918-1919) y los brotes de ébola, entre otras, pusieron de manifiesto la fragilidad de la vida humana. En esta nota, la historia de las pandemias más mortíferas.
El COVID-19, declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace poco más de un año, se presentó como un cisne negro, metáfora acuñada por el filósofo libanés Nassim Taleb para describir un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y que, una vez superado, se racionaliza por retrospección, y cambió por completo los usos y costumbres de la humanidad, tanto en el modo de relacionamiento social, así como en las modalidades de trabajo.
A un año y 3 meses de su génesis, científicos ahora afirman que el COVID-19 surgió en China en octubre de 2019, dos meses antes que los primeros casos diagnosticados.
En su último libro, Apollo’s Arrow: The Profound and Enduring Impact of Coronavirus on the Way We Live (La flecha de Apolo: el impacto profundo y duradero del coronavirus en la forma en que vivimos), el médico y científico social estadounidense Nicholas Christakis, profesor de la Universidad de Yale, director del Human Nature Lab y codirector del Yale Institute for Network Science, analiza cómo fueron y qué impacto dejaron las diversas epidemias a lo largo de la historia. Y, con esa base, se anima a pronosticar que, para cuando llegue el final del COVID-19, será posible hablar de una posible vuelta al estilo de los “locos años 20″.
En un mano a mano con Infobae, el especialista, autor de más de 200 artículos y varios libros, compartió cómo espera que sean los próximos meses.
—A poco más de un año de pandemia de COVID-19, ¿qué lectura hace sobre el momento que estamos transitando?
—Una de las cosas que es extremadamente importante comprender sobre lo que está sucediendo es que esta forma de vida que tenemos se siente muy extraña y antinatural, pero las plagas no son nuevas para nuestra especie. Son solo nuevas para nosotros. Creemos que esto es una locura, pero no lo es. Durante miles de años, la gente ha estado lidiando con plagas. Las plagas están en la Biblia, están en Homero, están en Cervantes con Don Quijote, están en Shakespeare. Las plagas son parte de la experiencia humana. Por lo general, llegaban con poca frecuencia, por lo que estamos en medio de un evento que ocurre una vez en un siglo. Una plaga de esta magnitud es rara, pero tiene precedentes. Nuestros antepasados, por supuesto, tenían plagas mucho peores que esta. En ese sentido, podemos mirar la historia de los seres humanos para comprender cómo lidiamos y respondemos a una plaga. Y así podremos tener una idea de cuán diferente o no es esta de las anteriores.
—A diferencia de otras plagas (y aunque sea reciente y aún falte muchísimo), en esta pandemia tenemos vacuna en tiempo récord.
—Sí, tenemos. Esto es cierto. En todas las primeras plagas, las personas a menudo pensaban que podían hacer algo contra el germen. Podrían rezar, por ejemplo. O, en la época medieval, con la peste bubónica, tenían la idea de que si agarraban serpientes, las cortaban en pedacitos y las mezclaban con cebollas y luego se lo frotaban el cuerpo, esa mezcla podría ayudar. La diferencia es que ahora tenemos tratamientos reales que realmente funcionan, y somos las primeras generaciones de seres humanos que hemos podido desarrollar en tiempo real medidas efectivas contra la plaga.
—Sin embargo…
—Es importante entender que –aunque hemos inventado esta vacuna en un tiempo récord, algo que es asombroso–, sé que a Chile le va muy bien con la vacuna, no sé cómo está la Argentina en ese tema, tenemos que fabricar millones de dosis, tenemos que distribuirlas, tenemos que administrarlas, tenemos que persuadir a la gente para que las acepte y tenemos que vacunar al menos al 50% de las personas para llegar a la inmunidad de rebaño. Y cuando alcancemos la inmunidad colectiva no significa que el germen no vaya a estar. La inmunidad colectiva no es erradicación. El germen puede estar todavía allí, incluso puede matarnos, pero la fuerza pandémica se habrá detenido. Por lo que necesitamos al menos llegar al 50% de vacunados. Mientras tanto, el germen todavía se está propagando.
—¿Cuándo alcanzaremos la inmunidad de rebaño?
—Creo que hasta fines de 2021, al menos, estaremos viviendo en este mundo cambiado. En otras palabras, nos llevará tiempo la vacunación, y mientras tanto el germen se está propagando. Entonces, no vamos a alcanzar la inmunidad colectiva hasta finales de 2021. Y hasta ese momento vamos a usar barbijos, vamos a seguir con distanciamiento social y veremos cierres de negocios, escuelas y fronteras, etcétera. Y esto, suponiendo que no aparezcan nuevas variantes para las que la vacuna no sea efectiva. Eso sería muy malo. Así que tendremos que lidiar con el virus hasta finales de año o principios de 2022.
—¿Cómo sigue la vida después?
—Y en ese punto dejaremos atrás el impacto biológico y epidemiológico de la pandemia, la ola, como un tsunami, bajará y se verá el daño. Países devastados. Vamos a entrar en un período intermedio y vamos a tener que hacer frente al shock psicológico, social y económico. Tendremos que limpiar. Millones de personas habrán perdido sus trabajos, millones de niños que faltaron a la escuela, millones de personas estarán desamparadas por problemas de salud a largo plazo. Todos esto requerirá dinero para hacer frente a las respuestas sociales. Y eso llevará tiempo. Si miras la historia de las plagas desde hace años, tomará un año, dos años. Digamos, hasta finales de 2023.
—¿Podemos pensar en un período pospandémico para 2024?
—A partir de 2024, entraremos en el período pospandémico y creo que será como los locos años 20 del siglo XXI, en comparación con los locos años 20 del siglo XX. La gente, que ha estado encerrada, querrá salir (ya sabes cómo son los argentinos, van a salir), va a haber fiestas, va a salir a discotecas, restaurantes, eventos deportivos y recitales. Es posible que veamos algunos cambios en los comportamientos sexuales y habrá gente que gastará dinero, que consumirá. Creo que tendremos algo así cuando finalmente dejemos atrás la plaga.
—En un artículo de un medio internacional que hablaba de su último libro se hacía referencia a esto de “como los locos años 20, pero no para todos”. ¿A qué se refiere?
—Mi hermana Katrina me ha dicho que tengo que tener mucho cuidado cuando me refiero a estos temas, cuando hablo de que puede haber mayor libertad sexual. Ella sugiere que le recuerde a la gente que esto aplica a las personas solteras (risas). Sí creo que la pandemia, como todas las enfermedades infecciosas, ha marcado especialmente a personas de los sectores más desprotegidos, pobres, presos, ancianos, minorías. Esto es muy típico de los gérmenes que atacan preferencialmente a la población vulnerable. Entonces, si me preguntás si creo que los locos años 20 van a beneficiar más a algunas personas que a otras, tal vez, no lo sé.
—¿Qué lecciones podemos tomar de este presente para el futuro, para nuestros hijos?
—El problema es que nos olvidamos. Tenemos tradiciones orales sobre pandemias. Las plagas están en la Biblia. Tenemos epidemiólogos que saben de epidemias, tenemos historiadores médicos. La humanidad tiene este conocimiento, pero no tenemos la experiencia de vida. Es poco probable que vos (y tu generación) pases por esta experiencia nuevamente. Cuando seas abuela, podrás decirles a tus nietos “sí, me acuerdo de la pandemia de 2020 y fue horrible”. El punto es que hay cierta evidencia de que estas pandemias que vienen de animales salvajes pueden aparecer con mayor frecuencia. Solía ocurrir cada 50 o cada 100 años. Pero quizá puede que empiecen a aparecer cada 20 o 30 años. Es aleatorio. Podría llegar en 5 años. No lo sabemos. Viene cuando viene. Pero el punto es que si pasó hace mucho tiempo, nos olvidamos. Y recibimos el shock de nuevo cuando tenemos la experiencia. Creo que una de las lecciones es que tenemos que estar mejor preparados. No debería volver a ocurrir pronto. Pero, si me preguntás si creo que la gente va a aprender una lección, la respuesta es no.
—A medida que avanzan los planes de vacunación en el mundo, y que ciertos países abren fronteras a personas que ya estén inoculadas sin necesidad de hacer aislamiento, ¿se abre también un debate acerca de una nueva forma de discriminación entre personas vacunadas y no vacunadas?
—Sí, hablo de eso en el libro. Va a haber un período de tiempo en el que habrá algunas diferencias entre las personas que tienen inmunización, ya sea por infección natural o por vacunación, y quienes no. Pero no será un estado permanente. Eventualmente, podrán recibir la vacuna si así lo desean. Así que no es algo que me preocupe demasiado. Además, requerimos certificados de vacunación por décadas para hacer determinados viajes o incluso muchos profesionales, para poder ejercer, requieren ciertas vacunas. En los Estados Unidos, si querés ser maestro o médico, necesitás estar vacunado contra la gripe; un veterinario tiene que estar vacunado contra la rabia. Entiendo que parece algo raro hoy pensar si el virus puede crear esta distinción de clases, pero al mismo tiempo las vacunas están disponibles y previamente hemos requerido vacunación para otras cosas. Así que no es algo que me preocupe mucho.
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