Los niños y los adolescentes se infectan y fallecen menos por el coronavirus que los adultos. Pero algunos tienen pocos síntomas al principio de la infección y a las tres semanas se enfrentan a una situación complicada. Desarrollan el síndrome inflamatorio multisistémico asociado a la enfermedad COVID-19, que recién empezó a ser vigilado en mayo del año pasado, y preocupa a los expertos: puede alterar el corazón como secuela.
Ya la comunidad científica y médica sabe cuáles son los síntomas más comunes que permiten sospechar del síndrome, pero aún está en discusión por qué la infección puede llevar a la inflamación del corazón, los pulmones, los riñones y hasta los ojos de los chicos. “Aún no sabemos exactamente qué causa el síndrome inflamatorio multisistémico, pero sí se sabe que está asociado al coronavirus”, dijo a Infobae la especialista Analía De Cristófano, que fue una de las revisoras de la guía sobre el trastorno de la Sociedad Argentina de Infectología y es jefa de infectología pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires.
“Ahora sabemos que algunos chicos tienen alteraciones cardíacas como secuela. Por eso, necesitan tener un control cardiológico posterior”, alertó la especialista. “El trastorno puede ser grave, incluso mortal, pero la mayoría de los niños a quienes se les diagnostica esta afección mejoran con atención médica y medicación”, aclaró la experta.
En la región de las Américas ya 3.526 niñas, niños y adolescentes tuvieron el trastorno desde mayo del año pasado. Hubo 95 muertos. Los datos fueron difundidos días atrás por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Ya son 20 países del continente que han detectado casos con el síndrome.
En el último mes, hubo 511 casos de chicos con el síndrome y 11 muertes. Estados Unidos, Brasil, y Chile son los países con más casos notificados. La Argentina lleva notificados 125 casos de chicos con el síndrome inflamatorio y solo un fallecimiento.
“Al principio, los médicos teníamos dudas sobre si se trataba de un nuevo síndrome”, dijo a Infobae Facundo Jorro Barón, quien es prosecretario del comité de emergencias y cuidados críticos de la Sociedad Argentina de Pediatría y médico de terapia intensiva del Hospital de Niños Pedro Elizalde en la ciudad de Buenos Aires.
“Hay que recordar que el nuevo coronavirus era desconocido hasta enero del año pasado. Al principio, se identificaron síntomas del nuevo síndrome que eran similares a los de la enfermedad de Kawasaki y el síndrome de shock tóxico. Pero con más investigación y más casos se consiguió determinar que se trata de un síndrome diferente y está asociado a la infección por el coronavirus”, agregó Jorro Barón.
El doctor Jorro Barón participó en uno de los artículos junto con el especialista Pedro Taffarel sobre los primeros casos del síndrome en Argentina. “Muchos de los niños y los adolescentes afectados por el síndrome inflamatorio tienen pocos síntomas o ninguno en las primeras semanas de la infección por el coronavirus. Se manifiestan tres ó cuatro semanas después de la infección. Una hipótesis es que se debe a una respuesta inmunológica tardía a la infección por el coronavirus”, explicó el médico.
¿Cuáles son los síntomas para que los adultos le presten atención? Actualmente se considera que se trata de un caso sospechoso del síndrome inflamatorio multisistémico -o SIM- cuando los chicos tienen fiebre mayor a 3 días, erupción en la piel, baja de la presión arterial, y signos de inflamación en manos, boca o pies. También diarrea, vómitos o dolor abdominal pueden ser síntomas del cuadro. Antes de diagnosticar este síndrome, también hay que evaluar que no haya causa evidente de inflamación.
De acuerdo con la última actualización de OPS, el 65% de los chicos que tienen el síndrome tienen menos de 9 años. El 68% son varones. El 40% de los chicos afectados que murieron tenían menos de 4 años. “En América Latina, la atención del síndrome inflamatorio sistémico varía de acuerdo con la disponibilidad de recursos de cada país. Muchos de los afectados requieren atención en la unidad de terapia intensiva con insumos y equipamientos, y no todos los hospitales cuentan con esos insumos y equipamientos”, afirmó el doctor Jorro Barón.
Además, la atención de los chicos en terapias intensiva implica que haya especialistas capacitados. “Es otro factor limitante. Es importante mencionar la importancia de los recursos humanos. Implica más de 5 años de formación después de haber realizado la carrera de grado”, señaló.
Para prevenir el problema en los chicos y los adolescentes, desde la Sociedad Argentina de Pediatría se recomienda que los adultos, los familiares o los cuidadores deben seguir las medidas como evitar las reuniones con no convivientes en lugares cerrados, que usen barbijo -incluso cuando van a la escuela-, que hagan un lavado frecuente de manos, y que mantengan distancia de más de 1 metro de los compañeros. “Cuando los padres noten -dijo el doctor Jorro Barón- un síntoma de erupción de la piel, inflamación de la piel o edema, vómitos, diarreas, que consulten al médico enseguida. Por supuesto, si tienen dificultad respiratoria, también tienen que consultar urgente”.
Pero aún hay mucho que no se sabe sobre el síndrome. De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos han reconocido recientemente que “aún están aprendiendo acerca del síndrome y cómo afecta a los niños. “No sabemos por qué algunos niños se han enfermado y otros no. Tampoco sabemos si los niños con ciertas afecciones son más propensos a contraer el síndrome”, admitió oficialmente mientras que hay investigación en marcha.
En la guía que publicó la Sociedad Argentina de Infectología, hacen un llamado de atención al personal de la salud. “Es fundamental que los pediatras, médicos generalistas, médicos comunitarios, de familia y clínicos en la primera línea de atención de niños, niñas y adolescentes conozcan el síndrome inflamatorio multisistémico y lo incluyan en los diagnósticos diferenciales de los niños febriles. En los pacientes que cumplan con los criterios de definición de caso es imprescindible la evaluación de los patrones de inflamación y compromiso de órganos”.
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