Lo que parecía ser un contexto adverso e irreconciliable para la moda, imposibilitada de llevar a cabo desfiles a la manera tradicional debido a la pandemia, demostró ser, a su vez, una oportunidad para que la creatividad vuele. Esta fue la prerrogativa al presentar las colecciones otoño-invierno 2021/22 en la Semana de la Moda de París que se llevó a cabo en la capital francesa del 1 al 10 de marzo, en donde la esperanza y las ansias de libertad se asomaron entre los tejidos.
Lo mejor
La vuelta a la vida de Lanvin, bajo la dirección creative de Bruno Sialelli, es la manifestación perfecta de la esperanza y del optimismo de la post pandemia. Con Rich Girl de Gwen Stefani de fondo y modelos caminando a la manera de las supermodelos de los ’90, la casa francesa recuperó el brillo que había perdido en las últimas décadas. Colores vivos, glam escandaloso, plumas, brillos, opulencia, diversión pura y poca solemnidad. La gran revelación de la temporada.
El optimismo también llegó a los casi 3000 metros de altura en Cortina d’Ampezzo, una ciudad en los Alpes italianos, donde Miuccia Prada presentó el “Club de Montaña Miu Miu”. Con el estilismo de Lotta Volkova, la creadora de la estética de Balenciaga y Vêtements, en Miu Miu se encuentran las influencias deportivas y de alta montaña, con colores vivos, brillos y transparencias en una suerte de vestuario de cocktail para climas extremos. El highlight: las botas de pelo de yeti.
En otro orden de prioridades, Marine Serre optó por diseñar ropa para el día a día. A través de su sitio web, la diseñadora optó por mostrar algo alejado de la imagen distante y sofisticada de la moda. Una serie de videos del cotidiano, un patchwork digital de recortes de múltiples vidas, dan una idea de conexión y de intimidad. Infundida de espíritu contracultural, con influencias de los ’70, islámicas, romaníes y africanas y un uso de los tatuajes a la manera de Jean-Paul Gaultier, esta colección es, definitivamente, una de las ganadoras de la Semana de la Moda de París.
Con la canción Around the World, del recientemente separado grupo francés Daft Punk, de fondo, Louis Vuitton cerró la Semana de la Moda con un desfile sencillo y limpio. Priorizando la comodidad y con una temática grecorromana, Nicolas Ghesquière optó por lineas simples pero voluminosas que remiten al maximalismo de los ’80, reemplazó los logos por las estampas, incorporó brillo, color y un dejo deportivo presentando una colección sofisticada, moderna y ready-to-wear.
Menciones especiales: Acne Studios por crear prendas que se prestan a ser usadas, un gran juego de accesorios y conjuntos Instagram-friendly y Christian Dior por retratar mujeres fuertes y incorporar danza a su espectáculo y mantener las claves estilísticas de la casa.
Lo nuevo
La uruguaya Gabriela Hearst debutó en Chloé con una colección fiel a la esencia de la marca. Con una estética boho, fresca, natural, terrena y nutricia, la directora creativa hace una entrada fuerte y segura actualizando clásicos y remitiendo a las épocas de la fundadora de la Maison, Gaby Aghion, con un twist latinoamericano.
Diametralmente opuesta es la propuesta de Matthew Williams a la cabeza de Givenchy, que crea un híbrido entre el avant-garde japonés, la vestimenta técnica y la hipersexualidad andrógina de Anthony Vaccarello para Saint Laurent (que, al igual que Balenciaga, brilla por su ausencia). No queda claro hacia dónde quiere ir pero es entretenido de mirar.
Por último, se destaca por concepto (aunque no por diseño), Coperni que realizó un show drive-in: desde sus autos, los asistentes presenciaron el desfile de una colección sencilla y versátil, sportswear para la noche.
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