La obesidad, reconocida hace más de 70 años por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad, aumenta en quienes la padecen la probabilidad de desarrollar una amplia gama de enfermedades no transmisibles así como complicaciones coronarias, diabetes tipo 2, hipertensión arterial, entre otros aspectos. Pero, también, incrementa la probabilidad de que los virus, como el SARS-CoV-2, causante del coronavirus, se manifiesten en el paciente de un modo más agresivo. La pandemia de COVID-19 volvió a colocar en el centro de la escena el impacto negativo que tiene la obesidad sobre el sistema inmunológico.
En este sentido, el sobrepeso incide significativamente en el desarrollo de complicaciones por esta enfermedad, generando mayores posibilidades de internación en terapias intensivas así como la necesidad de requerir asistencia mecánica a través de respiradores. De hecho, el riesgo de muerte por coronavirus es cerca de 10 veces más alto en aquellos países en los que la mayoría de la población tiene sobrepeso.
Los datos surgen del reporte “COVID-19 y obesidad: el Atlas 2021. El costo de no abordar la crisis mundial de la obesidad”, publicado recientemente por La Federación Mundial de Obesidad (WOF, por sus siglas en inglés), una entidad anteriormente conocida como la Asociación Internacional para el Estudio de la Obesidad y el Grupo de Trabajo Internacional sobre Obesidad.
No es un tema menor: la obesidad es una pandemia de tipo no infeccioso que, previo a las situaciones de cuarentena en el mundo desatadas por el COVID-19, ya era la causante de unas 2,8 millones de muertes anuales por enfermedades relacionadas, según la OMS. Se estima que en el mundo cerca de 2000 millones de personas tienen sobrepeso y unas 650 millones padecen obesidad. ¿Cómo se diferencian? Para el primer caso, el Índice de Masa Corporal (IMC) es de entre 25 y 30, y para el segundo es mayor a 30.
El informe de la WOF, la única organización mundial centrada exclusivamente en la obesidad, detalla que en los países en los que menos de la mitad de la población adulta tiene sobrepeso, la probabilidad de muerte por COVID-19 es baja (uno cada 10) comparada con la tasa vista en los países en donde la mayoría de la población adulta tiene exceso de peso.
Y va más allá: de las 2,5 millones de muertes por COVID-19 reportadas a fin de febrero, 2,2 millones se registraron en naciones en las que más de la mitad de la población tiene sobrepeso.
El coronavirus no es la primera infección viral respiratoria que puede tener complicaciones a causa del sobrepeso. Datos de las últimas dos décadas sobre el impacto del MERS, la influenza H1N1 y otras infecciones relacionadas con la influenza muestran peores resultados relacionados con el exceso de peso corporal, según el WOF.
La entidad, a través del informe mencionado, da cuenta de que cientos de estudios (incluidos pacientes en países europeos, EEUU., México y China), 40 revisiones sistemáticas y casi 20 metaanálisis confirman una mayor necesidad de servicios médicos para las personas con sobrepeso que desarrollan la enfermedad COVID-19. “Un IMC más alto también incrementa el riesgo de morir a causa de la enfermedad”, remarca.
Al comparar países de todo el mundo, se encontró una estrecha relación entre las muertes por COVID-19 y la prevalencia de sobrepeso en la población adulta. Ninguna nación en donde el IMC medio de los adultos es inferior a 25 tiene una alta tasa de mortalidad por coronavirus, así como ningún país en donde menos de la mitad de los adultos están excedidos de peso tiene una alta tasa de mortalidad por esta enfermedad.
De acuerdo al informe, hay algunas excepciones: Nueva Zelanda, Australia y varios algunos estados del Golfo, donde la prevalencia del sobrepeso entre los adultos es alta (más del 60%) pero las muertes reportadas por COVID-19 son relativamente bajas (por debajo de 10 por 100.000). Inciden, destaca la WOF, las medidas llevadas adelante por los países para tratar de contener la propagación del virus. A nivel global, también es necesario destacar que la situación puede modificarse en función de cómo se siga desarrollando la pandemia y se avance en los esquemas de vacunación.
La obesidad es un asunto de salud pública mundial, cuyas cifras se vieron duplicadas entre 1980 y 2008. En comparación con otras regiones de la OMS, en las Américas la prevalencia del sobrepeso y la obesidad es más alta, alerta la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La WOF recordó en su informe que el Fondo Monetario Internacional (FMI) había estimado que la pandemia por coronavirus puede causar pérdidas en la producción mundial durante 2020-2021 por al menos 10 billones de dólares, alcanzando un acumulado de 22 billones de dólares para 2020-2025.
Basado en la experiencia del Reino Unido, donde se estima que el 36% de las internaciones hospitalarias por COVID-19 fueron atribuidas a la falta de actividad y al exceso peso corporal, podría interpretarse que hasta un tercio de los costos, es decir, entre $ 6 billones y $ 7 billones- podría ser atribuible a estos riesgos.
De acuerdo a un informe publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2017 (último disponible), uno de cada cinco adultos (19,5%) de los países que la integran padece obesidad. Según el organismo, Estados Unidos lideraba en ese momento el ranking de obesidad en población mayor de 15 años (38,2%), seguido por México (32,4%), Nueva Zelanda (30,7%), Hungría (30%), Reino Unido (26,9%), Canadá (25,8%), Chile (25,1%), Finlandia (24,8%), Alemania (23,6%) e Irlanda (23%).
Para combatir el sobrepeso, la OMS recomienda a niños y jóvenes de 5 a 17 años hacer al menos 60 minutos diarios de actividad física y limitar a un máximo de dos horas de pantalla al día. Por su parte, la sugerencia en los adultos de entre 18 a 64 años al menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada o 75 minutos de mayor intensidad. Se recomienda, asimismo, realizar 30 minutos diarios de actividad física.
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