De acuerdo a especialistas en enfermedades infecciosas estadounidenses, los datos sugieren que las vacunas de Pfizer y Moderna contra el COVID-19 previenen no sólo los síntomas del virus SARS-CoV-2, sino también posibles nuevas infecciones.
Un equipo de la prestigiosa institución Mayo Clinic examinó a más de 31 mil personas en cuatro estados en los Estados Unidos, que habían recibido al menos una de las dos dosis que conforman los esquemas de vacunación en ese país. Así fue como descubrieron que los inoculantes tenían una eficacia superior al 80% para prevenir la infección 36 días después de la primera dosis, en promedio.
A los 15 días, la eficacia se detectó en un 75%, y pareció mostrar un 89% a partir de los 36 días posteriores a la segunda dosis, según informó la publicación científica de Medrxiv, no revisada aún por pares.
La campaña de vacunación en el país norteamericano se vio retrasada por un duro clima invernal que se apoderó de gran parte de la nación administrada por Joe Biden. A pesar de la demora, las autoridades presionaron para vacunar a los estadounidenses antes de que se sigan esparciendo lo que parecen ser variantes más transmisibles y ante el temor de que puedan revertir el progreso en términos de reducción de casos y hospitalizaciones.
Hasta ahora y según el rastreador estadístico británico Our World In Data, se han administrado más de 66.44 millones de dosis de vacunas en EE.UU. De 100 americanos, 20.08 han sido inoculados contra el COVID-19 y el país se encuentra cuarto en el ranking mundial de naciones que más inoculan contra la enfermedad pandémica.
Para el doctor Christopher Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, “es poco probable que Estados Unidos logre inmunidad colectiva al virus antes del invierno. Sabemos que el COVID es realmente estacional, por lo que cuando llegue el próximo invierno, necesitamos tener un nivel de protección mucho más alto para detenerlo en su camino”, dijo a la CNN.
“La inmunidad colectiva no entra en vigor hasta que el 80% o más de la población tiene inmunidad, ya sea por infección o vacunación. Y las nuevas variantes pueden complicar el panorama”, analizó Murray. “Si las personas pueden reinfectarse con las nuevas variantes, la pandemia puede despegar nuevamente”.
Aunque los funcionarios esperan que las vacunas se distribuyan ampliamente para fines del verano, el presidente Joe Biden afirmó el viernes que problemas como el clima, las cepas mutantes y los retrasos en la fabricación hacen que sea difícil precisar un cronograma. “Creo que estamos en el camino, se los prometo. Sé que nos encontraremos con obstáculos. No va a ser fácil aquí hasta el final, pero vamos a vencer”, declaró mientras visitaba una instalación de Pfizer en Michigan.
Para acelerar el ritmo y disponibilidad de vacunación, el jueves último se supo que las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer pueden ser almacenadas a las temperaturas habituales que tienen los congeladores de uso farmacéutico durante un periodo de dos semanas. Así lo precisó la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Esta autorización relaja un requerimiento previo que exigía que las vacunas fueran guardaras a temperaturas de entre -80 a -60 grados °C.
El anuncio fue hecho el viernes pasado por la compañía, que afirmó que de ahora en más las vacunas podrían guardarse a temperatura de entre -25 °C y -15 °C, la más habitual en los congeladores y refrigeradores farmacéuticos.
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