Después de casi 470 millones de kilómetros recorridos en siete meses, el rover Perseverance de la NASA completa su viaje a Marte, con el objetivo de buscar rastros de vida pasada en el cráter Jezero.
Pero, para llegar a la superficie del Planeta Rojo, tiene que sobrevivir a la desgarradora fase final conocida como Entrada, Descenso y Aterrizaje y apodada por la NASA como los siete minutos de terror’, una maniobra crucial que busca desacelerar la nave espacial que lleva al robot a unos 19.500 kilómetros por hora, hasta depositar al rover en la superficie a aproximadamente 3 kilómetros por hora en el momento del aterrizaje.
El lanzamiento de Perseverance en julio desde Cabo Cañaveral en un cohete Atlas V de United Launch Alliance y su viaje hacia el Planeta Rojo, aunque complejo, fueron solo el comienzo de la aventura. Pero ahora, el rover del tamaño de un automóvil deberá tocar la superficie marciana y llegar intacto para su gran trabajo que le espera en los próximos 3 años.
El ingeniero argentino Miguel San Martín, que tuvo un rol preponderante en el descenso de otros vehículos robóticos en Marte como el Sojourner, Spirit y Opportunity, explicó a Infobae cómo son esos 7 minutos de terror que lleva depositar al robot en tierra.
“Son los 7 minutos que transcurren entre el momento en que el vehículo entra en la atmósfera a una velocidad de 20 mil Km/h y, en sólo 7 minutos, un sistema totalmente automático, tiene que hacer que llegue a la superficie de Marte a cero de velocidad”, precisó el ingeniero que hoy es consultor en la NASA.
“Hay una cantidad de dispositivos pirotécnicos que tienen que ocurrir para que se separen las diferentes partes. El radar tiene que encontrar la superficie, hacer las mediciones, la velocidad, todo debe hacerse en forma perfecta. El terror viene a raíz de que no lo podemos probar en la Tierra. Por eso es que le llamamos ‘de terror’, porque si nos olvidamos de un detalle ínfimo, no importa si el 99,9% lo hicimos bien, ese 0,1% en que ‘le pifiamos’ termina en fracaso total. Por eso es el terror, porque no hay lugar para el error”, completó el experto en descenso de robots en otros mundos.
“Con solo mirar eso y pensar en aterrizar, realmente me fluye la sangre. Debido al tiempo que tardan las señales de radio en regresar desde Marte hasta la Tierra, Perseverance tiene que hacer todo esto por su cuenta. No podemos ayudarla”, dijo Al Chen, líder de entrada, descenso y aterrizaje de la NASA en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) en California.
El cráter Jezero, el sitio seleccionado por su potencial científico, es fácilmente el sitio más peligroso que la NASA jamás haya intentado aterrizar un rover. Pero la recompensa, que podría obtener respuestas sobre los orígenes de la vida misma, vale la pena. “El éxito nunca está asegurado”, dijo Chen. “Y eso es especialmente cierto cuando intentamos aterrizar el rover más grande, pesado y complicado que hemos construido para el sitio más peligroso que jamás hemos intentado aterrizar”.
Los siete minutos de terror comenzarán este jueves a las 20:48 GMT (17.48 hora argentina) con el descenso de la cápsula donde viaja Perseverance desde la órbita marciana. Setenta y cinco segundos después de que comienza la entrada, el escudo térmico encuentra el momento pico de calentamiento causado por la fricción entre el vehículo y la atmósfera. Se espera que las temperaturas alcancen los 2.400 grados. El escudo térmico permite resistir el calor por fricción al contacto con la atmósfera del planeta rojo.
Tres minutos más tarde, ahora a más de la mitad del terror, se despliega un paracaídas de 21 metros de ancho que logra reducir la velocidad a 1512 kilómetros por hora a 11.200 metros del suelo (la altura donde por ejemplo vuelan los aviones). Todavía, Perseverance cae como una roca muy pesada (con el escudo término adosado y quemado) y a gran velocidad. A continuación, el escudo que cumplió su función de no quemar la nave, se desprende y cae. Allí, revela la parte inferior de la cápsula con módulos de rada y cámaras que funcionan junto con el software para asegurarse de que Perseverance se coloque en un lugar seguro. Este sistema, llamado Navegación Relativa al Terreno, es esencialmente un piloto automático que usa imágenes de Marte obtenidas previamente para asegurarse de que el rover esté apuntando a la zona de aterrizaje correcta.
Falta un minuto para el aterrizaje y Perseverance sale del caparazón protector y cae libre hacia la superficie a 2100 metros debajo. Pero el rover no está desprotegido. Se encuentra envuelto de una red metálica de equipo conocida como etapa de descenso o grúa Skycrane, con tanques de propulsor, sensores y ocho retrocohetes. Los cohetes comienzan a dispararse cuando la nave espacial viaja a 300 kilómetros por hora y rápidamente reducen la velocidad vertical a solo 3.
Perseverance, ahora a 20 metros, tiene un último viaje al suelo: una serie de fuertes cuerdas de nylon lo bajan lentamente a la superficie. El polvo que se levanta de los retrocohetes que disparan continuamente se eleva desde el lugar de aterrizaje justo cuando el rover toca el suelo. Una vez que la etapa de descenso detecta un aterrizaje exitoso, los componentes explosivos cortan los cables de nylon y los retrocohetes continúan disparando para alejarlo del lugar de aterrizaje, después de lo cual se estrella contra la superficie.
Ahora a salvo en el suelo, Perseverance comenzará a transmitir sus primeras señales e imágenes desde Marte. Después de aproximadamente tres meses de verificaciones de equipos, el vehículo de 3 metros recorrerá la superficie a una velocidad de 0.16 kilometros por hora, en busca de respuestas a las preguntas más antiguas de la ciencia.
Perseverance buscará signos de vida microbiana antigua en Marte, recolectará y almacenará rocas y regolitos marcianos (roca y polvo rotos) para que futuras misiones los traigan a la Tierra, caracterizará la geología y el clima del planeta y allanará el camino para la exploración humana del Planeta Rojo.
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