Un gran estudio a partir de millones de registros médicos en Estados Unidos indica que las personas con demencia tienen el doble de posibilidades de contraer COVID-19, y que además son mucho más propensas a ser hospitalizadas y morir.
La fragilidad mental no sólo se ha presentado como un desafío para la continuidad de la atención entre los sujetos que la padecen y para quienes han desarrollado ciertas dolencias de esta índole a partir del confinamiento, sino que, además, ha revelado ser una tendencia llamativamente peligrosa para atraer el coronavirus y generar una situación más grave y letal entre esos pacientes.
Una serie de nuevos informes científicos confluyen en este sentido. En un de ellos publicado en la revista Nature Communications, en el que han participado investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria (IDIAP Jordi Gol), el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), busca describir el impacto del virus en Cataluña y analizar la relación del diagnóstico con el sexo y edad de los pacientes.
El equipo de investigación ha destacado que condiciones como la demencia, enfermedades cardíacas o la obesidad tienen una peor evolución del diagnóstico de COVID-19. Concretamente, señalan que pese a presentar un menor riesgo de ingresar en UCI, tienen un mayor riesgo de fallecer sin hospitalización.
Los investigadores han analizado los registros de atención primaria de 5,5 millones de personas de su región y han extraído los datos de las que han recibido un diagnóstico de COVID-19 han sido hospitalizadas o han muerto por la enfermedad.
Entre la muestra analizada, el 38% de las personas que han fallecido sin ser hospitalizadas tenía demencia. “El aumento del riesgo asociado con las comorbilidades es particularmente pronunciado en las mujeres menores de 70 años”, señalan los investigadores.
Un paralelo se ha presentado en Estados Unidos, donde en un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Case Western Reserve se analizaron registros médicos electrónicos de 61,9 millones de personas mayores de 18 años. Los datos corresponden a 360 hospitales y 317.000 proveedores de atención médica de todo el territorio de ese país y “representaba una quinta parte de la población estadounidense”, según señalan los autores.
Coincidencias alarmantes
El estudio encontró que las personas negras con demencia tenían casi tres veces más probabilidades que las personas blancas con demencia de infectarse con el virus, un hallazgo que los expertos dijeron que probablemente reflejaba el hecho de que las personas de color en general han sufrido daños desproporcionados durante la pandemia.
María Carrillo, directora científica de la Alzheimer’s Association, que dirige la revista que publicó el estudio, Alzheimer’s and Dementia, indicó que “deberíamos señalar estas disparidades” porque permitirían un abordaje más preciso.
El riesgo no podría explicarse por completo por las características comunes a las personas con demencia que son factores de riesgo conocidos de COVID-19: vejez, vivir en sitio de retiro y tener dolencias complementarias y de posible comorbilidad como obesidad, asma, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Después de que los investigadores ajustaron esos factores, los estadounidenses con demencia todavía tenían el doble de probabilidades de haber contraído COVID-19 a fines del verano pasado.
Rong Xu, profesor de informática biomédica en Case Western y autor principal del estudio, dijo que “se había especulado sobre si las personas con demencia eran más propensas a la infección y al daño de COVID -19. Ahora tenemos los datos, podemos probar esta hipótesis”.
Los investigadores encontraron que de 15.770 pacientes con COVID-19 en los registros analizados, 810 de ellos también tenían demencia. Cuando los investigadores ajustaron los factores demográficos generales (edad, sexo y raza), encontraron que las personas con demencia tenían más de tres veces el riesgo de contraer coronavirus. Cuando se ajustaron a los factores de riesgo específicos de COVID, como la residencia en un hogar de ancianos y las condiciones físicas subyacentes, la brecha se cerró un poco, pero las personas con demencia aún tenían el doble de probabilidades de infectarse.
Según citan los autores en su estudio, “las razones de esta vulnerabilidad podrían incluir factores cognitivos y fisiológicos”. Allí los especialistas subdividieron a los pacientes según el tipo de demencia enumerada en los registros electrónicos y encontraron que las personas designadas con demencia vascular tenían un mayor riesgo de infección que las personas designadas con enfermedad de Alzheimer u otros tipos. Esto puede asociarse al proceso inflamantorio vascular que de por sí desencadena el COVID.
SEGUÍ LEYENDO: