La carrera científica y farmacéutica en busca de una vacuna segura y eficaz para prevenir el COVID-19 llegó a su fin con la aprobación del desarrollo de los laboratorios Pfizer y BioNTech en el Reino Unido, allá por principios de diciembre de 2020.
A eso le siguió la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que a los pocos días también avaló el uso de emergencia de la vacuna de Moderna, y luego vino el visto bueno de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para ambas formulaciones. Finalmente, la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca también obtuvo el aval de las principales agencias reguladoras. Y algunos países aprobaron el uso de la vacuna Sputnik V del Instituto Gamaleya de Rusia, o las de origen chino del laboratorio Sinopharm y Sinovac.
Sin embargo, la aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2 volvió a encender las alarmas del mundo de la ciencia, que otra vez se vio interpelado por el virus que tiene al mundo en vilo hace más de un año. El desafío, ahora, era averiguar si las vacunas aprobadas serían igual de eficaces ante las diferentes mutaciones del patógeno.
En paralelo, también se amplificó la urgencia de inmunizar a la mayor cantidad de personas con las vacunas actuales lo más rápido posible.
“Necesitamos redoblar las medidas de salud pública. Cuanto menos se propague un virus, menos mutará”. Para Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EEUU, “es necesario vacunar a la mayor cantidad posible de personas con las vacunas actuales disponibles y prepararse para la eventualidad potencial de que se tengan que actualizar en el futuro”.
Consultada por Infobae, la médica especialista en medicina interna e infectología María Fernanda Rombini (MN 97087) detalló que las variantes que preocupan y despiertan la atención y preocupación de la comunidad científica son tres.
“En el Reino Unido apareció una nueva variante denominada B.1.1.7 con una cantidad inusualmente elevada de mutaciones. Esta variante se propaga con mayor facilidad y rapidez que las otras -comenzó a explicar-. Actualmente, no hay evidencia de que provoque manifestaciones más graves de la enfermedad o mayor riesgo de muerte. Esta variante se detectó por primera vez en septiembre de 2020 y ahora registra una alta prevalencia en Londres y el sudeste de Inglaterra”. Desde entonces, se la detectó en numerosos países en todo el mundo, como los Estados Unidos, Canadá y Argentina.
En Sudáfrica, en tanto, apareció otra variante denominada 1.351, que fue detectada en octubre de 2020 y comparte algunas mutaciones con la variante detectada en el Reino Unido. Se registraron casos provocados por esta variante fuera de Sudáfrica y ya se la detectó en 20 países, entre ellos Francia y Alemania.
“En Brasil apareció una variante denominada P.1, la cual fue identificada en cuatro viajeros provenientes de Brasil a quienes se les realizó una prueba de detección durante la evaluación de rutina en el aeropuerto de Haneda fuera de Tokio, Japón -continuó la coordinadora médica en Helios Salud-. Esta variante contiene una serie de mutaciones adicionales que podrían afectar su capacidad de ser reconocida por los anticuerpos”. Esta variante hasta el momento sólo se identificó en Brasil, Japón y Corea del Sur.
Y tras señalar que “las mutaciones que más preocupan son dos: N501Y y E484K, ya que afectan a la espícula del coronavirus entre otras, la llave con la que el virus entra en las células humanas”, Rombini destacó que “la primera se asocia a una mayor transmisibilidad del coronavirus y está presente en las tres variantes. La mutación E484K se relaciona con una mayor capacidad del virus para evadir al sistema inmunológico y está presente en la variante sudafricana y la brasileña”.
La aparición de las variantes planteó el fantasma de que la generación actual de vacunas podría volverse obsoleta antes de que se hayan implementado por completo.
La evidencia emergente, aunque todavía es parcial, disipa algunos de esos temores. Un estudio publicado esta semana, antes de la revisión por pares, sugiere que la vacuna de Moderna probablemente protegerá contra las variantes detectadas por primera vez en Gran Bretaña y Sudáfrica. Un estudio de Pfizer-BioNTech publicado la semana pasada encontró que su vacuna probablemente protege contra la variante británica. Esos hallazgos se suman a un creciente cuerpo de experimentos que prueban suero sanguíneo rico en anticuerpos de personas vacunadas contra nuevas mutaciones, con resultados en gran medida alentadores.
Pero el estudio de la vacuna Moderna contiene una clara señal de advertencia: aunque los anticuerpos que combaten enfermedades parecían funcionar contra la variante sudafricana, esa eficacia disminuyó. Eso llevó a la compañía a diseñar una nueva vacuna potencial que podría agregarse al régimen actual de dos dosis si fuera necesario, que pronto se probará en ensayos en humanos. Moderna también probará una tercera dosis de su vacuna actual para ver si acelerar la respuesta inmune de una persona contra la versión original del coronavirus podría ayudar a proteger contra la variante.
“El virus está cambiando de franja, y cambiaremos para asegurarnos de que podamos vencer al virus donde se dirige”, dijo el presidente de Moderna, Stephen Hoge, en una reciente entrevista.
Para el médico infectólogo Lautaro De Vedia (MN 70640), “el tema de las nuevas cepas es todo un desafío: no se conoce el impacto de cada una de ellas, su agresividad, capacidad de diseminación ni reacción frente a las vacunas; es un conocimiento que deberá irse desarrollando a lo largo del tiempo con mucha vigilancia epidemiológica”.
“El desafío central hoy en día es que el virus sigue mutando y circulando y el potencial riesgo es que se transforme en otro virus”, apuntó a su turno el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253), quien analizó que “esa es una carrera que está teniendo el virus en sí mismo, modificándose y generando variantes de mutación cuya meta final es transformarse en otro virus, que ojalá no ocurra, pero lo cierto es que el SARS-CoV-2 va adquiriendo velocidad en la generación de nuevas variables”.
Consultada sobre si alguna de las vacunas aprobadas está mejor preparada para introducir cambios en su formulación ante los retos que suponen las nuevas cepas, Rombini aseguró que “los expertos dedicados a vacunas en el mundo, no creen en principio que las vacunas desarrolladas resulten menos eficaces contra las nuevas variantes”. “La mayoría de las vacunas inducen anticuerpos neutralizantes contra varias zonas de la proteína S, además de activar la inmunidad celular, así que parecería improbable que una mutación pueda cambiar la efectividad de las vacunas pero aún faltan datos”, señaló.
Para ella, “si eventualmente estas mutaciones alteraran la eficacia de las vacunas, probablemente aquellas que utilizan la tecnología ARNm (Pfizer/BioNTech, Moderna) o vectores virales no replicativos (Sputnik, AstraZeneca/Oxford) serían las que con mayor facilidad podrían adecuarse a las nuevas variantes”. “Es muy importante la vigilancia epidemiológica constante. Hasta ahora podemos decir que todas las vacunas podrían responder a estas variantes que están circulando, pero podría ocurrir que aparezca otra mutación que sí las afecte”, enfatizó.
En la misma línea, De Vedia señaló que “las vacunas tienen diferentes vectores pero todas apuntan al mismo objetivo”. “No percibo hasta el momento si alguna puede ser más eficaz para las nuevas variantes; habrá que verlo en base a la experimentación y los estudios epidemiológicos”, consideró el experto del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi), al tiempo que destacó que “otro dato que hay que tener en cuenta es el desplazamiento de las cepas, de los distintos linajes: con una vacuna se evita uno, pero tal vez favorecemos la aparición de nuevos y haya que hacer como con la vacuna de la neumonía, que cada tanto hay que incorporar cambios en su composición porque se ven menos casos de la enfermedad pero los que se ven son por nuevas cepas que no están cubiertas por las vacunas”.
De todos modos, para De Vedia, “no hay que perder la visión favorable de las vacunas y el hecho que las vacunas funcionen permite enfrentar al virus de mejor manera y con menos daño para la población, ya que un nuevo linaje del patógeno ya no se enfrentará con una inmunidad cero sino con distintos grados de inmunidad”.
En este punto, según Debbag, “las vacunas de ARNm pueden modificar su formulación para nuevas variantes y tener vacunas de seis a ocho semanas”. “Las más fáciles de producir con las de ARNm, que en un futuro van a poder transmitir esos cambios vía sistemas informáticos a otros países para cambiar la producción; este es el futuro de estas nuevas tecnologías”, aseguró.
Es que las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech son especialmente adecuadas para actualizaciones rápidas. Ambos usan material genético llamado ARN mensajero que actúa como un software, instruyendo a las células del cuerpo sobre cómo construir la proteína de pico que se encuentra en el exterior del coronavirus. Para actualizar las vacunas, los científicos deben volver a escribir el software para bloquear el nuevo objetivo.
La evidencia emergente muestra la necesidad de desplegar las vacunas actuales lo más rápido posible, una campaña que se aceleró notablemente en los Estados Unidos durante la última semana, con más de 1 millón de inyecciones administradas cada día desde el martes pasado, según datos del Washington Post.
Un número cada vez mayor de científicos anticipa la posible necesidad de reiniciar periódicamente las vacunas contra el coronavirus, similar a una vacuna anual contra la gripe, para brindar un impulso de inmunidad adaptado a las nuevas variantes.
- ¿Es posible que haya que pensar en una vacuna anual como la de la gripe para cubrir las mutaciones del virus?
- Rombino: No se sabe aún cuánto dura la protección que brindan estas vacunas porque se necesitan para esto investigaciones más prolongadas. Por eso, los estudios siguen en curso.
Al estudiar los anticuerpos de personas que tuvieron COVID-19, se observó que la inmunidad se va perdiendo con el tiempo. Por lo tanto, algunos especialistas piensan que es posible que las vacunas deban aplicarse de forma anual o semestral Esto se establecerá más adelante y hoy no está definido
- De Vedia: Es posible, no lo descarto. Estamos viendo cada vez más pacientes que se reinfectan, con mayor o menor severidad, aunque no en todos los casos se establece si es la misma cepa o una nueva variante, así que eso habrá que ir viéndolo.
Tampoco se sabe la duración de la inmunidad de las vacunas porque no tienen tiempo de experimentación. Hay que pensar que estamos utilizando vacunas que no llevan ni un año de uso, así que por la durabilidad de la inmunidad y por la capacidad de las vacunas de abarcar a distintos linajes no sabemos si será necesaria una vacuna anual.
- Debbag: Sin ninguna duda, ya se sabe que si los títulos de anticuerpos de estas vacunas empiezan a caer no son vacunas que van a proteger de por vida porque, al igual que la inmunidad natural que ocurre al contraer la enfermedad, se pierde con el tiempo por lo que definitivamente será una vacuna periódica.
Epidemiólogos, infectólogos y especialistas de salud pública intentaron pronosticar cuándo será el final de la pandemia que va camino a cumplir un año de declarada. Elaboraron multitud de modelos matemáticos basados en el conocimiento científico previo, y hasta se valieron del uso de inteligencia artificial, pero el SARS-CoV-2 parece escapar a todo modelo epidemiológico conocido.
Por eso, para finalizar, Infobae quiso saber si es posible alcanzar la inmunidad de rebaño con tantas nuevas variantes al acecho, y en ese sentido qué es lo que efectivamente marcará el fin de la pandemia.
De Vedia consideró que “entre las vacunas que ya se están aplicando y la inmunidad natural que adquieren los infectados a las distintas cepas va lográndose inmunidad colectiva”. “Es una historia que no está escrita y la estamos escribiendo”, opinó sobre todas las incertidumbres que aún el tema genera en la comunidad científica.
“Que la población pueda acceder rápidamente a las vacunas con equidad y con alta tasa de vacunación en forma rápida sin duda será el principio del fin de la pandemia”. Debbag consideró que “si se atrasan países en los acuerdos seguramente se puede perder la oportunidad de controlar la pandemia”.
Para Rombini, “la historia y los precedentes enseñaron que es posible controlar pandemias, pero no es fácil, y no es posible hacerlo en un corto tiempo. Se requiere de un esfuerzo en común tanto de gobiernos como de población”.
“Durante los últimos días se inició la vacunación a nivel global para parar la actual pandemia por coronavirus, pero los programas de vacunación deberían estar bien coordinados y explicados -sostuvo-. Existe un alto porcentaje de personas que aún dudan frente a la vacunación y estos obstáculos dificultan la erradicación de la enfermedad a corto plazo”.
Y tras considerar que “es importante que todos sigamos usando todas las herramientas disponibles para ayudar a detener esta pandemia mientras aprendemos más acerca de cómo funcionan las vacunas contra el COVID-19 en condiciones reales”, recordó las únicas medidas de prevención probadas, eficaces y conocidas hasta ahora: “Cubrirse la boca y la nariz con un tapaboca/barbijo al estar con otras personas, mantenerse al menos a dos metros de distancia de los demás, evitar las multitudes y lavarse las manos con frecuencia”.
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