Una de las dudas que han surgido en torno a las vacunas del COVID-19 es su eficacia ante las diferentes mutaciones que han surgido en los últimos meses. La obsesión por inmunizar a la población y acabar con la pandemia obliga a revisar todos los protocolos y establecer pautas concretas. Una de ellas sería respetar la doble dosis que algunos fármacos contemplan.
Según el epidemiólogo y presidente del comité de ética del Instituto Carlos III, Fernando García, administrar una sola dosis de las vacunas, sea de Pfizer o Moderna, lo que se denomina “inmunidad imperfecta”, puede favorecer la propagación de mutaciones y que el coronavirus y sus variantes persistan en el tiempo. El especialista explica que si una única dosis no confiere inmunidad suficiente “los beneficios de la vacunación se pierden y el problema es que se desconoce el grado de inmunidad de una sola inoculación”. Y la conclusión es que “prácticamente se tira el dinero”, afirma.
Marcos López Hoyos, de la Sociedad Española de Inmunología, pide que se sea muy estricto con los tiempos de la vacunación y que la segunda dosis se administre en el margen previsto y no más allá de los 28 días. “De no hacerlo así, la efectividad de la vacuna no está asegurada”. En concordancia, sostiene: “No podemos trasladar el mensaje de que se puede retrasar sin más porque caemos en un error importante”, señala este experto que observa “cierto descontrol” en el actual proceso de vacunación”. “Cuanto más divides los puntos de vacunación, hay menos mecanismos de coordinación y más posibilidades de que ocurran fallos y el proceso se ralentice”, indica López Hoyos.
Sin embargo, para el epidemiólogo y presidente del Comité de Ética del Instituto de Salud Carlos III, Fernando García, la propuesta del Reino Unido de aplicar una única dosis no es ideal. Hoy no hay datos empíricos que prueben su eficacia “y los estudios con animales demuestran que una sola dosis no ofrece datos muy prometedores”. El responsable del Instituto de Salud Carlos III considera que algo está fallando en el plan de vacunación y habrá que mejorar los sistemas de coordinación pero que no se puede castigar. “La asistencia sanitaria no opera según juicios morales, eso sería un disparate y no se hace. Se atiende a todo el mundo”, agrega. “La inmunidad perfecta tiene que ser completa” con las dosis previstas, por lo que descarta que se castigue sin inmunidad a los que se han saltado el protocolo de vacunación. “Si algo falla se viene abajo todo el sistema”, afirmó.
Las “mutaciones de escape” podrían esquivar una respuesta inmune débil y hacer que el patógeno se vuelva más agresivo. Incluso los ya recuperados podrían volver a infectarse, y las vacunas necesitarían una actualización. En realidad, el SARS CoV-2 ya no debería tener ninguna chance en Brasil: tres cuartas partes de los habitantes en la capital de la provincia de Amazonas ya se habían infectado en agosto. Esto era suficiente para desarrollar una sólida inmunidad de rebaño. Pero en diciembre pasado, los hospitales volvieron a llenarse de repente, indica López Hoyos.
Sin embargo, hasta ahora, el coronavirus no parece haberse vuelto resistente a las vacunas contra el COVID-19, según Philip Krause, que dirige el grupo de trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre las vacunas contra este virus. “La noticia no tan buena es que la rápida evolución de estas variantes sugiere que el virus puede estar evolucionando hacia un fenotipo resistente a la vacuna más rápido de lo que quisiéramos”, advierte Krause.
Para reproducirse, los virus introducen su información genética en una célula huésped. Durante cada reproducción se producen pequeños errores de copia, y cada uno de esos errores también cambia el código genético del virus, es decir, que este muta. Las vacunas que se utilizan actualmente ejercen una presión evolutiva sobre el virus. Son principalmente las variantes del virus, que escapan al control del sistema inmunitario gracias a sus mutaciones, las que se seleccionan y siguen siendo capaces de reproducirse.
Esto no significa necesariamente que un virus se vuelva cada vez más letal a través de la selección, ya que los que eliminan a su huésped, rápidamente se vuelven menos capaces de propagarse y desaparecen, mientras que las variantes más inofensivas se vuelven a propagar. Pero las últimas conclusiones del grupo asesor sobre amenazas de virus respiratorios nuevos y emergentes del Reino Unido, sugieren que la variante descubierta por primera vez en el país no solo es hasta un 70% más infecciosa, sino también más mortal. De todas maneras, los datos al respecto aún se consideran poco sólidos.
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