La pandemia atravesó todos los aspectos de la vida de las personas. Además, implicó un nuevo desafío para la población: repensar su cotidianidad por el confinamiento, e incluso la forma en que cada uno se relacionaba con sus vínculos.
En este sentido, la virtualidad jugo un rol central para los primeros meses en los que el COVID-19 era un enemigo invisible y salir a las calles implicaba un riesgo de vida o muerte. Sin embargo, en el camino de seguir manteniendo vínculos, muchos se han replanteado las amistades e incluso no han continuado con las mismas. Otros, se vieron fortalecidos y acompañados.
Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), a raíz de la pandemia sucedió una especie de revolución vincular: “Hubo un primer momento en el cual saber que no podíamos ver a nadie generó como un exceso de vinculación virtual. Videollamadas con la gente que antes veías. Quizás por celular, también se empezó a hablar más con personas que antes se veían pero no mantenían el diálogo cotidiano. La virtualidad pasó a ser primordial para estar conectado con el exterior y empezó a ser el único modo posible de comunicación”.
“La gente grande comenzó a acercarse más a la tecnología para poder estar en contacto con sus familiares y todo eso que al principio era aún frío se fue normalizando al punto que después cuando se pudo volver a salir de a poco, muchas personas prefirieron quedarse como estaban. Algunos vínculos se afianzaron porque uno pudo valorar desde su casa la importancia de las amistades. La vida social fundamental para llevar el día a día que en general es con preocupaciones y la vida social como sostén se modificaron y esto tuvo un impacto en la vida de las personas”, enfatizó Ruda.
Los nuevos vínculos y la revinculación en los propios hogares
Debido al confinamiento, muchas personas se reencontraron en la convivencia. “Dentro los hogares, las personas que conviven también tuvieron cambios en sus vínculos. Momentos de hacer más cosas juntos, que quizás en la vida sin pandemia no lo hubieran hecho. Estando todo el día juntos, muchas personas pudieron encontrar otros espacios para compartir organizándose con los trabajos y las tareas del hogar. Esto mismo que en algunos momentos y casos puede ser una virtud, también género muchos momentos de saturación”, aseguró Ruda.
Pero poco a poco, muchos sintieron la necesidad de tener sus propios espacios y, de acuerdo a la especialista, se volvió indispensable tener momentos para tomar aire: “Aire de pareja, de los hijos, de la limpieza, de los hermanos, entre otros. Se tuvo que volver a repensar todo un poco, sumado a que había cierta saturación de las pantallas y la virtualidad”.
“Los nuevos modos de vincularse ayudaron por supuesto, pero de ningún modo reemplazaron el cara a cara. Fue el medio por el cual se mantuvieron las amistades, las relaciones y el contacto con el afuera”, enfatizó Ruda.
El adiós a ciertos vínculos
De acuerdo a la especialista, las relaciones que se rompieron o los vínculos que no prosperaron tenían fecha de vencimiento: “Quizás tenían un final predestinado. Otros vínculos fueron fundamentales y de acompañamiento mutuo durante la cuarentena, compartiendo quizá las quejas que aumentaron en las casas por el incremento de actividades domésticas, escolares y de organización.
“La cuarentena nos hizo repensar los vínculos que tenemos, sin duda. Cómo sostenerlos y por qué. Nos hizo valorar a los que están y nos enseñó que cuando queremos a un otro es lindo hacérselo saber porque en ese momento que nos sentimos solos seguro llegó ese mensaje que nos alegró el día y que aún estando aislados estamos cerca del otro. Cada uno habrá tenido su experiencia, pero sin duda la cuarentena nos ayudó a repensarnos y repensar proyectos, vínculos y los modos de vivir”, apuntó Ruda.
Un antes y un después
La situación extraordinaria que vivió el mundo debido al nuevo virus fue una prueba para la humanidad: “La vivencia de la pandemia no fue para todos igual pero seguro no somos los mismos. Seguramente hayamos aprendimos que para trabajar no hace falta ir todos los días a una oficina pero para la salud mental es muy necesaria la vida social y que la virtualidad ayuda mucho, pero que no alcanza ya que nunca va a poder reemplazar del todo al contacto con el otro”.
SEGUÍ LEYENDO