“Freud decía que el chiste es una formación del inconsciente, es decir que al igual que los sueños y otras formaciones del inconsciente nos dan cuenta de aquello que creemos está reprimido pero se expresa en estas formaciones. Sin embargo, no todos los chistes son interpretables o esconden un deseo, pero a veces el sentido del humor va más allá de ser gracioso”.
La licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) dice que el humor muchas veces es un mecanismo de defensa, una manera de relacionarse con el conflicto, protegiéndonos de la angustia.
Cada persona es un mundo. No hay una igual a la otra, ni física ni emocionalmente, y tampoco en cuanto a la personalidad. Y en esa diferencia también están los que tienen o no sentido del humor: están los que emplean chistes para romper el hielo a los que encuentran absurdo recurrir al humor para sociabilizar.
Pero, ¿qué es el sentido del humor? Para el médico psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat es la capacidad de convertir en hilarante o en graciosa una situación de la vida cotidiana, personal o de la vida social: “En general las personas que tienen sentido del humor tienen dos características, por un lado, la inteligencia y por el otro la flexibilidad o la permeabilidad de sus defensas, ya que también es un mecanismo de defensa contra el dolor, la angustia, el sufrimiento. Nos permite ponernos en contacto con aquello que nos produce sufrimiento o que está prohibido pero de un modo distante o gracioso”.
El humor puede ayudarnos precisamente a tomar distancia con nuestros problemas. “El humor se basa en gran medida en la ‘desconexión emocional’, un mecanismo psicológico que nos ayuda a tomar distancia para reírnos y que nos ayuda a ver las cosas con una perspectiva diferente y, por lo general, enriquecedora”, escribe el filósofo John Morreall en su libro Comic Relief (Alivio cómico, en español).
Sin embargo, de acuerdo a la especialista, hay personas con más sentido del humor que otras. “Quizás no es fácil reírse por ejemplo de uno mismo, no todos pueden. También tiene que ver con la capacidad de algunos de servirse de de la ambigüedad del lenguaje y permitirse jugar con su sentido. Por lo general son las personas que siempre terminan hablando en chiste, no porque no se hable e serio sino por poner esta cuota de risa a cualquier charla, también pendientes del efecto que esto puede llegar a generar en los demás”, enfatizó Ruda.
Pero además, de acuerdo a la profesional es un recurso funcional para adaptarse al medio hostil en el que vivimos: “Como analista utilizó el recurso con mis pacientes, a veces para desdramatizar alguna situación, otras para empatizar. Sin duda la vida con humor es más feliz. No porque no veamos los problemas o no los enfrentemos, sino por cómo los vemos y nos enfrentamos. Cuando hay angustia quizá no hay humor que la tape. Si tiene que aparecer, aparecerá. Creo que poder reírse de la neurosis que se apodera de nosotros es fundamental para sobrevivir a nuestro propio mundo interno.
“Para tener sentido del humor o poder contar un chiste hay que tener cierta permeabilidad de defensa. Por ejemplo, si a un niño le contamos un chiste para adultos probablemente no le haga gracia porque ese chiste no está en su problemática, no forma parte de su mundo. Pero si pensamos en el humor de los payasos o torpezas, todas esas cosas que experimentan los niños eso va a hacer que se rían porque ven alejado aquello que les genera angustia. En ese sentido, el humor permite a través de a risa una sensación de alivio, de triunfo sobre todo aquello que nos angustia”, expresó Horvat.
La risa y el humor: un instante de felicidad
¿Por qué nos reímos? Porque estos chistes provocan “reacciones emocionales complejas” que incluso pueden ser contradictorias. Cuando nos reímos no solo estamos liberando tensión e intentando relajarnos, sino que también estamos intentando poner en perspectiva nuestras preocupaciones. El humor negro es la última comodidad de un cerebro humano.
Lo cierto es que los beneficios de reírse son muchos. De hecho, un estudio de la Universidad de Oxford reveló que la risa verdadera y no de compromiso es la mejor medicina, ya que las endorfinas liberadas por el cerebro ayudan a controlar dolor y promueven la sensación de bienestar de la misma manera que lo hace la realización de actividad física. Y es que estas se encuentran relacionadas directamente a las endorfinas. Estas, son sustancias producidas por nuestro cerebro, con una estructura muy similar a la de los opiáceos (morfina, opio, entre otros) pero sin sus efectos adversos. Estos químicos naturales actúan como potentes analgésicos y estimulan los centros de placer creando situaciones satisfactorias que contribuyen a eliminar el malestar general.
“La risa y la felicidad tienen en común que ambas brindan un instante, una especie de alivio mágico, porque no es un estado constante, es un momento. Lo demás es un razonable bienestar. En general, el ser humano atraviesa en su cotidianidad un razonable bienestar pero conscientes de las dificultades que atravesamos. La felicidad es un instante mágico en donde sentimos el alivio de las tensiones. Cuando nos reímos es pura descarga, en ese momento nos reímos a carcajadas y no estamos pensando en más nada, es un pequeño momento”, enfatizó Horvat.
En este contexto, un estudio realizado por la Universidad de Plymouth y publicado en la revista American Journal of Primatology reveló que la risa muchas veces no es en respuesta a algo particularmente gracioso. Para los encargados del estudio, reírse es primordialmente una forma de estrechar lazos con otras personas: hay 30 veces más posibilidades de reírse si la persona se encuentra rodeada con otras personas que si se encuentra totalmente solo, por ende, mantener este tipo de interacciones sociales corresponde a una forma de entablar relaciones.
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