A medida que se fueron conociendo los síntomas del COVID-19, la pérdida de olfato y gusto fueron los que más llamaron la atención de la población. ¿Cuánto durarían? ¿Cómo se pueden recuperar de forma más rápida? ¿Se recuperan?
La pérdida súbita del olfato, acompañada del sabor (el olfato da el 80% del sabor) se manifiesta como consecuencia de que el SARS-CoV-2 ingresa por las fosas nasales y se pone en contacto con el epitelio olfatorio. Éste es una capa formada por tres tipos de células: las células de sostén, las células basales y las células olfatorias propiamente dichas. Estas últimas se conocen con el nombre de “primera neurona” y son las únicas neuronas que se encuentran fuera del cerebro. Las primeras neuronas tienen, a nivel de las cilias de sus dendritas, un receptor, que es la estructura que termina dañada por el coronavirus.
Es un fenómeno que se vio antes en otras infecciones, tanto por virus como por bacterias, que atacan y dañan las neuronas, entre ellas la gripe. La diferencia es que el grado de incidencia que la anosmia y la parosmia tienen en el COVID-19 es más alta en comparación.
Los estudios realizados hasta el momento son muchos. En junio, una investigación reveló que de 8498 personas con COVID-19, el 41% había perdido el olfato. En agosto, otro estudio realizó una prueba en pacientes con coronavirus otorgándole muestras de distintos olores. El 96% de los participantes tenía alguna disfunción olfativa y el 18% aseguraba tener pérdida total del olfato. Otra revisión realizada en noviembre, arrojó que la prevalencia de disfunción olfativa informada por pacientes de COVID-19 fue del 85,9% en los casos leves de COVID-19, del 4,5% en los casos moderados y del 6,9% en los casos graves a críticos.
En cuanto al gusto un equipo de investigación en Italia demostró en un estudio que la pérdida del olfato y el gusto se produce al mismo tiempo que un aumento de los niveles sanguíneos de una molécula de señalización de la inflamación llamada interleucina. Y un estudio post-mortem publicado en diciembre pasado mostró claros signos de inflamación, como vasos sanguíneos con fugas, en los bulbos olfatorios de personas que habían tenido COVID-19.
Según explicó la médica otorrinolaringóloga Stella M. Cuevas (MN 81701), ex presidente de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), “lo que ocurre en la anosmia es que se altera el receptor que está en la célula olfatoria, que también se llama célula bipolar o nerviosa, y es la única neurona que está fuera del cerebro”.
“En el gusto lo que se altera son las células que forman las papilas gustativas, que también tienen receptores, por lo que al entrar el alimento a la boca (que puede ser dulce, salado, ácido o amargo) no se realiza correctamente el envío de la información acerca del sabor al cerebro -detalló la especialista-. Este envío se hace a través de nervios (el vago, glosofaríngeo, maxilar inferior y facial) y dado que ese receptor de las papilas gustativas está dañado por el coronavirus, la información del sabor no llega al cerebro y la persona no logra distinguir si lo que ingirió es dulce, salado, ácido o amargo”.
¿Qué tan rápido vuelven los sentidos dañados? De acuerdo a una investigación, la mayoría de las personas vuelve a recuperar tanto el olfato como el gusto en unas semanas. De hecho, en una investigación realizada en julio encontraron que del 72% de los pacientes con COVID-19 recuperaron el olfato después de un mes, al igual que el gusto.
Sin embargo, para algunos el panorama es un poco más complicado dado que los síntomas perduran en el tiempo. Algunas personas cuyos sentidos no regresan de inmediato mejoran lentamente durante un período prolongado, de acuerdo a una investigación, y esto puede tener consecuencias. A medida que una persona recupera su sentido del olfato, los olores a menudo se registran como desagradables y diferentes de cómo los recordaban, un fenómeno llamado parosmia. Otros permanecen completamente anósmicos durante meses y aún no está claro por qué.
¿Hay ejercicios para recuperar el gusto y el olfato? Aún queda mucho por conocer sobre este fenómeno que se agudizó con el nuevo coronavirus. Existe una opción para entrenar el olfato y que las personas que vuelvan a oler ciertas cosas. Un estudio sugiere que es posible pero que no funciona para todos los pacientes que hayan perdido ese sentido.
Las terapias para recuperar el olfato son mediante ejercicios en los que las personas prestan atención a las características distintivas o categóricas de un estímulo; esto conduce a una representación perceptiva mejor definida. El entrenamiento del olfato refuerza la asociación y la discriminación precisa. El paciente es la parte activa del ejercicio su cerebro: la neuroplasticidad permite reconocer los olores. Se debe realizar un detallado interrogatorio, y en base a eso, evaluar cómo está afectado el olfato y sus implicancias en el paciente. Se debe realizar un protocolo individualizado según cada caso.
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