En 1960 investigadores de Estados Unidos y Reino Unido aislaron dos virus que causaban resfriados comunes en los humanos y que bajo el microscopio electrónico lucían como coronas solares en su estructura molecular, lo que llevó a los investigadores en 1968 a acuñar el término coronavirus.
Por muchos años los científicos pensaron que los coronavirus solo causaban síntomas leves en los humanos, hasta que el brote del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) surgido en China en 2002 reveló la facilidad con que estos virus versátiles respiratorios podían contagiarse y matar a las personas.
Mientras la humanidad se enfrenta a la nueva pandemia y las cifras de muertos y contagios aumenta de a cientos de miles cada día por COVID-19 (ya se contabilizan 95 millones de infectados y más de 2 millones de muertos) los investigadores se esfuerzan por descubrir la biología del último coronavirus, que ha desarrollado una serie de adaptaciones que lo hacen mucho más contagioso y también letal que los otros coronavirus que la humanidad había conocido hasta ahora.
A diferencia de sus parientes cercanos, el SARS-CoV-2 puede atacar y penetrar fácilmente las células humanas en múltiples puntos, siendo los pulmones y la garganta los objetivos principales. Una vez dentro del cuerpo, el virus hace uso de un arsenal diverso de moléculas peligrosas para duplicarse y desplegar su carga viral.
El peligro de las mutaciones
“No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”, dijo con mucha sabiduría el naturalista británico Charles Darwin, reconocido por ser el científico más influyente de los que plantearon la idea de la evolución biológica a través de la selección natural, justificándola en su obra “El origen de las especies”. Esas sabias palabras también se adaptan al comportamiento de los virus.
En el amplio campo de batalla que es la naturaleza, todos los virus mutan naturalmente para sobrevivir. “Los cambios en la naturaleza son azarosos y siempre buscan prevalecer en el tiempo y sobrevivir. Cualquier especie va cambiando su estructura genética con el tiempo. Así, se producen cambios neutros, negativos o positivos (eficiente a la hora de reproducirse). Así funciona la selección natural. Todo en biología es genes y ambiente en desarrollo”, explicó a Infobae el biólogo y doctor en ciencias Federico Prada.
“¿Y por qué resultó tan efectivo y letal en humanos? Porque el virus SARS-CoV-2 posee una de las características biológicas más importantes como llave de entrada al cuerpo humano: la molécula enzima convertidora de angiotensina 2 (o ACE 2), que está presente en gran medida en nuestro organismo como en pulmones, riñones e intestinos. Entonces el virus ingresa al organismo infectando células y duplicándose en su material genético con el objetivo de dividirse y generar más copias”, amplió el director de la licenciatura Bioinformática y la licenciatura en Biotecnología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
Y precisó: “El virus tiene un genoma comprimido. Si lo vemos desde el punto de vista literario, los virus son autores de genomas que en pocas palabras pueden contar un cuento. Mucha información en poco espacio. Y cada organismo que infecta es un gran laboratorio donde pueden ocurrir una, dos o más mutaciones”. Un virus SARS-CoV-2 más contagioso sin dudas también es más letal. No porque enferme a ningún individuo, sino porque llega a más personas. Más enfermedad significa más casos: más casos leves, más casos graves, más complicaciones a largo plazo, más hospitalizaciones y finalmente, más muertes.
Todavía los científicos no tienen una estimación perfecta de cuánto más contagiosa podría ser la variante del SARS-CoV-2 llamada B.1.1.7, que se descubrió por primera vez en el Reino Unido. Para determinar esto, es necesario realizar un trabajo de laboratorio más amplio en animales, lo que podría llevar algunas semanas más. Pero las estimaciones preliminares encuentran que es hasta un 70 por ciento más contagioso que el coronavirus originado en Wuhan, China a fines de 2019. Esta variante, que ya llegó a la Argentina, según confirmaron científicos del laboratorio ANLIS – Malbrán, se está esparciendo en todo el mundo junto a otras nuevas mutaciones halladas, como la variante 501Y.V2 que se encontró por primera vez en Sudáfrica o la reciente llamada Río de Janeiro (B.1.1.28).
“Una de las mejores formas de conocer un organismo es secuenciar su genoma, que contiene las instrucciones necesarias para hacerlo funcionar. Cuando se produce una pandemia como la de COVID-19, conocer el genoma del agente infeccioso responsable proporciona información con gran relevancia para los investigadores. Les permite identificar qué es lo que causa la enfermedad, conocer su origen y evolución con el tiempo o desarrollar estrategias terapéuticas para hacerle frente”, precisó la directora científico-técnica del Instituto Malbrán, Claudia Perandones (M.N. 83.079).
¿Por qué es clave secuenciar y conocer la genética del virus circulante? “Es fundamental realizar la secuenciación genómica de todos los adenovirus que circulen tanto a nivel nacional como regional, para garantizar la efectividad de la protección a través de la vacunación”, afirma Perandones.
El peligro de más muertes
Más allá de cuán transmisible sean exactamente las variantes nuevas, cualquier posible aumento en la transmisibilidad es extremadamente preocupante para los epidemiólogos y otros profesionales de la salud pública. Significa que ahora, más que nunca, nuestras acciones colectivas e individuales para detener la propagación son de vital importancia. Y la responsabilidad individual para cuidarse en extremo, con conductas recomendadas por expertos como lo es el distanciamiento social, el uso de tapaboca, lavarse frecuentemente las manos y no permanecer mucho tiempo en interiores con muchas personas.
El motivo de preocupación por una variante más contagiosa del virus es simple. “Una vez que [la variante] se vuelva común, acelerará la transmisión considerablemente. La transmisión acelerada significa más casos”, dijo el epidemiólogo de Harvard Marc Lipsitch. Eso es porque el virus crece exponencialmente. Cualquier aumento en su transmisibilidad inherente provoca un número cada vez mayor de casos en el futuro.
Con un aumento del 50 por ciento en la infecciosidad, “en menos de dos semanas, se duplica el número de casos. Y en un mes más o menos, tienes cuatro, cinco veces más casos o más”, apuntó Lipsitch. Los epidemiólogos piensan en la transmisibilidad de un virus con una cifra llamada R, o el número de reproducción básico. Esto describe cuántos casos nuevos, en promedio, seguirán a un caso del virus.
Al comienzo del brote los epidemiólogos estimaron que la R era de alrededor de 2 o 3. Desde entonces, gracias a nuestros esfuerzos (implementados de manera inconsistente) como el uso de máscaras, distanciamiento social, cierres de negocios, etc. R se ha reducido, pero siempre que la cifra R sea mayor que 1, el virus puede propagarse exponencialmente. Si una comunidad reduce su valor R a 1, pero aparece una variante 50 por ciento más transmisible, el mismo esfuerzo de mitigación que redujo la antigua variante del virus a 1 ahora solo lo reduce a 1,5. Es decir: para combatir una versión más transmisible del virus, las comunidades necesitan controles aún más estrictos. “Un 50 por ciento más de virus transmisible significa que reducir nuestros contactos en otro tercio en comparación con las ya fuertes restricciones vigentes para poder volver al mismo lugar donde estábamos”, indicó el experto.
“Si las comunidades no hacen nada frente a una variante más contagiosa, los números podrían sumarse muy rápidamente”, agregó Bill Hanage, otro epidemiólogo de Harvard, que comunicó con un ejemplo la peligrosidad de una variante más contagiosa. “Digamos que una comunidad tiene el virus más o menos bajo control. El valor R en el área es 1, lo que significa que el número de casos en el área permanece constante, mes a mes. En este escenario, ahora tiene 1000 casos y tendrá 1000 casos dentro de un mes”, dice Hanage, que estima un escenario asume que se necesitan alrededor de cinco días para que una infección cause otra). “Ahora imaginemos que el virus es un 50 por ciento más transmisible. Con 1000 casos de un virus de este tipo ahora se traducirían en más de 10.000 dentro de un mes si no hicieras nada”, advirtió.
Un virus más transmisible aumenta la cantidad de personas que deben vacunarse
Cuando aparece un virus más transmisible también aumenta el umbral de inmunidad colectiva, o la estimación aproximada del porcentaje de personas en una población que necesitan lograr la inmunidad, idealmente a través de una vacuna, para que el brote disminuya en tamaño.
Los umbrales de inmunidad colectiva dependen del valor de R. Cuanto mayor sea el valor de R, mayor será el umbral. Si una variante más transmisible se vuelve dominante en todo el mundo, aumenta la presión sobre las campañas de vacunación para vacunar aún a más personas. Los expertos afirman que más del 70 por ciento de la población necesitará ser inmune frente al nuevo coronavirus para lograr la inmunidad colectiva, lo que realmente implica un enorme desafío dada la lenta distribución temprana de las vacunas que ocurre en la actualidad. También existe el peligro de que el virus pueda mutar en una forma que reduzca la eficacia de las vacunas actuales.
Un virus más transmisible significa más muerte
El epidemiólogo de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, Adam Kucharski, explicó que un virus 50 por ciento más contagioso es una preocupación más grande que uno que es 50 por ciento más letal. “Si una ciudad tiene un valor R de 1,1 y hay 10.000 personas infectadas, en un mes, esperaría ver 129 muertes. Pero aumentar la letalidad del virus en un 50 por ciento en ese escenario implica tener 193 muertes, es decir, un aumento del 49,6 por ciento. Y aumentar el contagio del virus en este escenario en un 50 por ciento generará al final 978 muertes, es decir, un aumento del 658 por ciento. Si bie un cálculo teórico, el punto central es el efecto exponencial peligroso de una nueva cepa más contagiosa”, agregó Kucharski.
Existe una simple solución para que no sucedan más mutaciones. Y es detener la propagación del SARS-CoV-2 en general. Algo tan simple de imaginar como difícil de realizar.
Infografías: Marcelo Regalado
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