Cada vez son más las personas que desde diferentes países organizan viajes para vacunarse contra el COVID-19 y se acentúa vertiginosamente el debate sobre el acceso a la inmunización y la desigualdad a la hora de llegar a la tan esperada vacuna desde lo particular en contraposición a las dificultades con las que se topan los diferentes gobiernos para lograr la ansiada inmunidad de rebaño.
El contexto global es complejo. Según denunciaron desde Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global Justice Now y Oxfam, los países ricos se aseguraron vacunas contra el nuevo coronavirus para abastecer 3 veces su población. La ecuación inclina la balanza del acceso a la vacuna en favor de pocas naciones, mientras que los países pobres “sólo podrán vacunar a una de cada diez personas contra la COVID-19 durante 2021 si los gobiernos y la industria farmacéutica no toman medidas urgentes para garantizar la producción de dosis suficientes”, advierten. La producción de las vacunas avanza lento, mientras que los diferentes gobiernos de las naciones en desarrollo intentan cerrar acuerdos que les permitan abastecer a sus poblaciones.
En un contexto en donde sólo el 14% de la población tendría acceso al 53% de las vacunas más prometedoras, y según un análisis de la Universidad de Duke publicado en la revista científica Nature, de las 6.800 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus producidas, 3.700 millones han sido compradas por países ricos, Estados Unidos recibe cada vez más solicitudes de viajeros mayores de 65 años que buscan acceder a las dos vacunas disponibles a nivel local, de Pfizer/BioNTech y Moderna, y en algunos casos llegaron a recibirla: turistas de Colombia, Venezuela y Argentina ya se la aplicaron. Incluso medios locales en Canadá hablan de un creciente número de vuelos en jets privados organizados por el “Canadian Snowbird Association”, una entidad de turismo para adultos mayores, jubilados canadienses.
Según cifras del rastreador de estadísticas en tiempo real Our World In Data en el mundo ya se aplicaron más de 17.74 millones de vacunas contra el COVID-19, 5.92 millones de ellas en los Estados Unidos, 4.5 millones en China y 1.69 millones de dosis en Israel. Es por esto que no sorprende que muchas personas con posibilidades de viajar se interesen en Norteamérica como oportunidad para un acceso temprano a la inoculación. El organismo People ‘s Vaccine conformado por Oxfam y Gavi denunció que los países pobres se quedan atrás porque los ricos les han aventajado tres veces más. Se estima que solo uno de cada 10 pobladores de naciones de bajos recursos podrá recibir la vacuna a finales de 2021.
En la Argentina, se conocieron dos casos locales: Ana Rosenfeld y la mamá de Yanina Latorre. Por el momento, se está aplicando en el país la vacuna desarrollada por el Centro Gamaleya, Sputnik V, las primeras 300 mil dosis adquiridas, mientras que el Ejecutivo anunció el envío de la segunda tanda a las provincias de esa tanda de dosis, busca adquirir inoculaciones de las vacunas chinas de Sinopharm y CanSino y ultima los detalles para avanzar en el proyecto de producción conjunta con México sobre la de AstraZeneca Oxford. En el caso de la vacuna rusa, las autoridades locales esperan la documentación correspondiente por parte de los desarrolladores de Sputnik V, es decir los resultados de su aplicación en la población mayor de 60 años que demuestre su eficacia, eficiencia y seguridad en esta franja etaria.
Volviendo al caso local y según contó la abogada Ana Rosenfeld a Teleshow, su comienzo del año 2021 será inolvidable. Lo recibió junto a su hija Stefanía y su cuarto nieto, Ralph, que nació en marzo pasado en Miami en plena pandemia del coronavirus, y a quien recién conoció el 10 de diciembre cuando llegó de visita a los Estados Unidos. Por otro lado, y el más importante a nivel salud, el 2 de enero se aplicó la primera dosis de la Vacuna Moderna contra el COVID-19. Tanto ella como su marido cumplían los requisitos que el Gobierno estadounidense pide para aplicarla. Es gratuita y 28 días después deben darse la segunda dosis.
“Yo siempre quise darme la vacuna. Si hubiera tenido la posibilidad de hacerlo en la Argentina, lo hubiera hecho, pero las primeras llegaron para el personal esencial y esta oportunidad surgió porque estoy acá”, destacó la abogada, que llegó a Estados Unidos en diciembre para pasar las Fiestas junto a su familia.
Cuando comenzó el período de vacunación en los Estados Unidos, primero fue para el personal esencial y para los mayores de 75 años. Pero el 1° de enero anunciaron que podían dársela quienes tuvieran más de 65 años. Al ver que sus padres cumplían con los requisitos –”no te exigen que seas residente, vacunan gratis a cualquiera que tenga más de 65 años”, aclaró la abogada–, su hija les sacó un turno a los dos, ambos de 66 años.
“Acá no hay ningún beneficiado. Stefi tuvo suerte porque entró a la página a las 8 de la mañana, consiguió el turno y a las 8:05 ya se habían agotado”, indicó Rosenfeld, y detalló que se aplican 500 vacunas diarias. Por su parte, sostuvo que entre las alternativas estaban las fórmulas Moderna o Pfizer, pero que fue “aleatorio” y le tocó la primera: “A mí me era indistinto. Yo quería darme la vacuna”.
“No fue tan fácil”, agregó sobre los formularios que tuvo que completar para que la autorizaran. Según detalló, no eran datos enfocados a su historia clínica o enfermedades preexistentes –”no le dieron bola a la diabetes de mi marido”– sino que les consultaron si tenían algún tipo de alergia. Además, había un requisito excluyente: que en los últimos 14 días no se hubieran aplicado ninguna otra vacuna.
La abogada y su marido, Marcelo Frydlewski –que es paciente de riesgo por ser diabético e hipertenso– subieron a su auto y se dirigieron al centro vacunatorio. Según explicó, todo el tiempo estuvieron con tapabocas puesto y en ningún momento se bajaron del vehículo, todos los trámites los realizaron desde allí dentro. Y ahí mismo les aplicaron la vacuna.
Cuando ingresaron al predio del centro de inoculación, debieron seguir las flechas que marcaban el camino. El operativo se dio en cinco pasos y “en todo momento estás escoltado por médicos y militares que custodian el recorrido”.
1- Personal de seguridad solicita un documento que certifique que es la persona autorizada para aplicarse la vacuna. “Te dejan avanzar cuando ven que tu nombre figura en su lista”.
2- Entregan a las autoridades el formulario que deben haber completado con anterioridad.
3- Les hacen preguntas referidas a su salud. “Si sos alérgico, por ejemplo”.
4- “Un enfermero, escoltado por un militar, aplica la vacuna. Lo nuestro con mi marido fue en simultáneo, cada uno bajó el vidrio de su lado del auto y nos la dieron”, detalló quien no pudo registrar el momento porque estaba prohibido sacar fotos o grabar videos.
5- Les dan el certificado de la vacuna. Los profesionales escriben sobre el parabrisas del auto la hora exacta en que fue aplicada y los hacen esperar durante 15 minutos en un predio en el que hay ambulancias y médicos atentos a cada ciudadano recién vacunado. “Controlan que no haya ninguna reacción”, contó la abogada, que no tuvo ningún síntoma adverso.
“¡Go ahead! (¡adelante!)”, les dijeron cuando vieron que se encontraban en perfecto estado de salud.
“Dicen que fui una de las primeras argentinas en aplicársela”, reveló Ana Rosenfeld. “Estoy tranquila y emocionada –detalló sobre sus primeras sensaciones–. De todas maneras hay que cuidarse y no relajarse”, continuó quien deberá darse la segunda dosis entre el 30 de enero y el 2 de febrero.
Otro caso fue el de la panelista Yanina Latorre, de “Los Ángeles de la Mañana”, que en el marco de sus vacaciones en Miami aprovechó la oportunidad para sacar turno y así vacunar a su madre Dora contra el COVID-19. En su cuenta de Instagram contó cómo fue todo el proceso y recibió mensajes celebrando su decisión y también quienes la criticaron fuertemente por no hacerlo en el ámbito local, por no respetar las prioridades de vacunación y por no contemplar la igualdad en el acceso a la misma.
En el estacionamiento del Hard Rock Stadium, las carpas de vacunación estaban listas para esperar a los pacientes mayores de 65 años que podían vacunarse gratuitamente con la dosis de Pfizer. Dora, emocionada, comentó: “¡Estoy contenta!”. Mientras tanto, a medida que se acercaban al lugar, el personal iba solicitando los datos personales para llevar a cabo el proceso. “Se puede llegar a sentir un poquito mal, pero puede ir a la playa”, le comentó una de las argentinas que la ayudó a Yanina.
“Lo logramos, están a punto de vacunar a Dora, no saben el momento emotivo que estoy viviendo”, relató la “angelita”. Finalmente, cuando le estaban aplicando la vacuna a su madre, expresó: “Vamos, Dora, te amo, tengo ganas de llorar”, dijo conmovida. Una vez concluida la vacunación, expresó: “Estoy re contra emocionada, estoy feliz por mi mamá”.
Por otra parte, aclaró que les darán el segundo turno, y destacó la organización: “Hay una organización, una educación, todo el mundo vacunando, es re importante ojalá esto pase rápido en Buenos Aires”. Y volvió a exclamar: “¡Vamos, Dora, estás vacunada!”.
Cabe recordar que días atrás, la mamá de Lola Latorre había dicho en su Instagram que “al parecer, para mayores de 65 años que estén en Miami, aunque no sean residentes, te la dan”. Además, había destacado los protocolos que se llevan a cabo allí. “Acá, en Miami, no hay muchedumbre de gente. Yo sé que Nueva York es un caos. Pero acá está tranquilo y todo se respeta. En los negocios entran de a dos personas y todo es cola. Hay poca gente, está todo muy relajado y venimos muy bien”, describió. De todas formas, desde el consulado argentino en Miami aclararon que esta posibilidad es sólo para residentes.
Según pudo saber Infobae, en medio del aumento marcado de casos de COVID-19 en la Argentina, se multiplicaron las consultas de argentinos para vacunarse en los Estados Unidos con la inoculación desarrollada por Pfizer o Moderna.
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