Si bien la enfermedad del COVID-19 demostró que afecta principalmente a los pulmones por ser una patología respiratoria, varios estudios que se llevaron a cabo, indicaron que las personas que porten el virus SARS-CoV-2 pueden llegar a tener daños en el cerebro y estos pueden ser duraderos.
Muchos pacientes que son hospitalizados por COVID-19 son dados de alta con síntomas como los asociados con una lesión cerebral. Sin embargo, el COVID-19 también parece producir muchos otros síntomas relacionados con el cerebro que van desde convulsiones hasta psicosis, según informan de la revista Alzheimer ‘s & Dementia y dice que el COVID-19 grave puede hasta incluso aumentar el riesgo de que una persona desarrolle la enfermedad de Alzheimer.
Para muchos pacientes afectados, la función cerebral mejora a medida que se recuperan. Pero es probable que algunos se enfrenten a una discapacidad a largo plazo. “Si la proporción, la tasa, no es muy alta, es probable que el número absoluto de personas que sufrirán estas consecuencias sea alto”, dice Erausquin, el investigador del estudio, y agrega “Porque muchas personas han sido infectadas”.
Desde el comienzo de la pandemia ha quedado claro que la infección puede provocar coágulos de sangre que pueden provocar un accidente cerebrovascular. Algunos pacientes también sufren daño cerebral cuando sus pulmones ya no pueden proporcionar suficiente oxígeno.
Los médicos no saben qué tan comunes son estos efectos neurológicos. Otro estudio publicado en julio pasado estimó su prevalencia utilizando datos de otros coronavirus. Los síntomas que afectan al sistema nervioso central se presentaron en al menos el 0,04% de las personas con SARS y en el 0,2% de las que tenían MERS. Dado que ahora hay 28,2 millones de casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo, esto podría implicar que entre 10.000 y 50.000 personas han experimentado complicaciones neurológicas.
“Los síntomas neurológicos son cada vez más aterradores”, dice Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California, San Diego, en La Jolla. La lista ahora incluye accidente cerebrovascular, hemorragia cerebral y pérdida de memoria. No es raro que enfermedades graves causen tales efectos, pero la escala de la pandemia de COVID-19 significa que miles o incluso decenas de miles de personas ya podrían tener estos síntomas y, como resultado, algunas podrían estar enfrentando problemas de por vida.
Aunque los virus pueden invadir e infectar el cerebro, no está claro si el SARS-CoV-2 lo hace de manera significativa. En cambio, los síntomas neurológicos podrían ser el resultado de una sobreestimulación del sistema inmunológico. Es crucial averiguarlo, porque estos dos escenarios requieren tratamientos completamente diferentes. “Por eso los mecanismos de la enfermedad son tan importantes”, advierte Benedict Michael, neurólogo de la Universidad de Liverpool, Reino Unido.
En una nota con Infobae, Pedro Lylyk, director general del Equipo de Neurocirugía Endovascular y Radiología Intervencionista (ENERI) y director del Departamento de Neurociencias de la Clínica La Sagrada Familia, dijo sobre la relación entre el COVID-19 y el cerebro: “Como muchos otros virus, el coronavirus SARS-CoV-2 tiene afinidad con las células del sistema nervioso central, debido a que se une a las células que expresan el receptor ACE2 en su superficie, y justamente el sistema nervioso es rico en estos receptores”.
El especialista, explicó: “El virus afecta al sistema nervioso central, los nervios periféricos y músculos. A nivel del sistema nervioso central produce entre los síntomas más frecuentes: cefalea, mareos, confusión, alteración del estado de conciencia, ACV e infrecuentemente convulsiones. A nivel del nervio periférico es responsable del compromiso del nervio olfatorio y por eso genera anosmia -falta de olfato - . Y a nivel muscular genera daño del músculo, generando intensos dolores”.
“Varios de estos síntomas ya han sido descritos en otros cuadros virales por otros coronavirus, como en las epidemias de SARS y MERS. Incluso pueden verse también en cuadros virales más frecuentes como las gripes habituales. En el año 2004 concretamente se vinculó al ACV con las epidemias de SARS y luego con la de MERS en 2012. Por lo tanto no se trata de una asociación desconocida por nosotros, como tampoco, por ejemplo, la vinculación del ACV luego de cuadros infecciosos virales o bacterianos en general”, agregó.
Por último Lylyk, completó sobre la relación entre ambos: “La relación entre virus y daño neurológico es conocida y se vincula por ejemplo con virus de la gripe, la rabia, herpes zóster entre otros. Una preocupación presente en todo el mundo y compartida con nuestros colegas cardiólogos es que durante esta pandemia disminuyeron las consultas por infarto de miocardio y ACV, pero las muertes por causas cardiovasculares, por ejemplo, sólo en la ciudad de Nueva York aumentaron un 800%. Creo que con síntomas de ACV o infarto de miocardio quedarse en aislamiento obligatorio significa altas chances de muerte o discapacidad”.
Por su parte, la doctora Avindra Nath del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, junto a su equipo vio una evidencia generalizada de inflamación y daño y lo informaron el 30 de diciembre en The New England Journal of Medicine, con respecto a eso dijo: “Lo que encontramos fue que los vasos sanguíneos muy pequeños del cerebro tenían fugas, y no fue uniforme, encontraría un pequeño vaso sanguíneo aquí y un pequeño vaso sanguíneo allá”.
El hallazgo puede explicar por qué los pacientes con COVID-19 tienen una gama tan amplia de síntomas relacionados con el cerebro, incluidos algunos relacionados con áreas del cerebro que controlan funciones como la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial.
Además, la inflamación y los vasos sanguíneos con fugas asociados con todos estos síntomas pueden hacer que el cerebro de una persona sea más vulnerable a otro tipo de daño. “Sabemos que son importantes en la enfermedad de Alzheimer y estamos viendo que juegan un papel clave aquí en COVID-19”, dice Heather Snyder, vicepresidenta de operaciones médicas y científicas de la Asociación de Alzheimer, y agrega: “Eso puede significar en la vida posterior, debemos hacernos esa pregunta ahora”.
Entonces, la asociación y los investigadores de más de 30 países han formado un consorcio para estudiar los efectos a largo plazo del COVID-19 en el cerebro. El esfuerzo inscribirá a personas que fueron hospitalizadas o que ya están participando en estudios de investigación internacionales de COVID-19.
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