La pandemia de COVID-19 ha afectado enormemente al personal médico de primera línea, así como a los programas de práctica clínica de estudiantes de enfermería. Cómo cooperar con las políticas gubernamentales de prevención de pandemias y reducir la brecha entre la educación y la práctica clínica representa desafíos importantes. En un artículo resultado del trabajo del equipo liderado por Ying-Mei Liu del Departamento de Enfermería, Universidad de Ciencia y Tecnología de Chang Gung de la Universidad de Ciencia y Tecnología China (CCUST) se utiliza como ejemplo para mostrar cómo las escuelas en Taiwán han adaptado de manera efectiva los fundamentos de los programas de prácticas de enfermería a la pandemia actual utilizando e-learning, discusiones grupales, análisis de casos, práctica de habilidades y ejercicios de escenarios de simulación de casos clínicos.
El programa en CCUST tiene en cuenta la seguridad de los estudiantes y ha logrado todos los objetivos críticos de la práctica de enfermería. Después de la implementación de estos ajustes se encontró que la satisfacción entre los estudiantes de enfermería con el entorno de práctica y los instructores clínicos era significativamente mayor para la práctica clínica en el campus que para la práctica clínica fuera del campus.
Además, los resultados de los análisis de datos cualitativos muestran que los estudiantes de enfermería en la práctica en el campus adquirieron conocimientos y experiencia significativos y comentaron positivamente su experiencia. Aún así, ese frente de batalla entre la demanda médica y de los pacientes, sumada a los propios temores, resulta de significativo estrés laboral.
Una mirada casi olvidada
Los problemas de salud mental prevalecieron en enfermeras más jóvenes y en aquellas con menos experiencia en la carrera, según la investigación que fue dirigida por la Nicola Roberts, profesora titular de enfermería y salud comunitaria en la Escuela de Ciencias de la Salud y la Vida de la Universidad Caledonian de Glasgow.
Para obtener los datos se relevaron datos en la propia Universidad de Glasgow Caledonian y en Southampton y Edge Hill de enfermeras que trabajan en áreas clínicas respiratorias en el Reino Unido. Los investigadores intentaban evaluar cómo las enfermeras que trabajaban en estos entornos, que estaban en el centro de la respuesta al coronavirus, se estaban enfrentando a él y cómo describirían sus niveles de resiliencia.
Los resultados se han publicado en la revista Respiratory Medicine. “Las enfermeras que trabajan con pacientes respiratorios tienen habilidades y conocimientos especializados y son cruciales para el manejo de COVID-19, brindando atención experta no solo a los pacientes con COVID-19, sino también manteniendo la atención para pacientes con afecciones a largo plazo y necesidades complejas”, se lee en el estudio.
Hay efectos en la salud mental de la fuerza laboral y un impacto psicológico de trabajar en primera línea con los pacientes de COVID-19. Los resultados mostraron que el 21% de los encuestados tenía síntomas de ansiedad de moderados a severos, mientras que el 17% experimentó síntomas de depresión en ese mismo rango.
Los investigadores describieron estos niveles de ansiedad y depresión entre la fuerza laboral de enfermería como “significativos”, aunque señalaron que una “gran proporción” de enfermeras informaron problemas de salud mental antes de la pandemia. Mientras tanto, el puntaje promedio de resiliencia entre las enfermeras encuestadas fue “moderado”.
Según la investigación, el 19% tenía una puntuación de resiliencia baja o muy baja, y el 65% tenía una puntuación de resiliencia de moderada a alta. Una cuarta parte de los encuestados informaron que se autoaislaron durante las últimas cuatro o seis semanas previas a brindar su testimonio debido a un presunto diagnóstico de COVID-19.
Ayudar sin ayuda
Sin embargo, los investigadores encontraron que las enfermeras más jóvenes con menos experiencia tenían niveles más altos de ansiedad y depresión y niveles más bajos de resiliencia. También descubrieron vínculos entre los sentimientos de no poder mantener a sus familias durante la crisis del coronavirus y la mala salud mental. Alrededor del 11% de las enfermeras informaron que tuvieron dificultades para mantener a sus hogares emocional y financieramente en la primera ola. Aquellos que se sentían de esta manera tenían más de seis veces más probabilidades de experimentar ansiedad que aquellos que no tenían tales dificultades, según la encuesta. En términos de depresión, las enfermeras que informaron dificultades para mantener a su hogar tenían más de cinco veces más probabilidades de experimentar síntomas.
Mientras tanto, las personas calificadas en enfermería durante 20 años o más tenían probabilidades significativamente menores de cumplir con los criterios de depresión que las enfermeras con menos experiencia. Cuando se les preguntó cómo se las arreglaban para hacer frente al equilibrio entre el trabajo y la vida familiar, la mayoría de los participantes dijeron que tenían dificultades para brindar apoyo emocional a sus familias debido al agotamiento, según los investigadores.
“Este estudio ha mostrado un nivel significativo de ansiedad y depresión en la fuerza laboral de enfermería -dijo el Dr. Roberts-. Esto garantiza adaptaciones o intervenciones a largo plazo de la fuerza laboral de enfermería para apoyar la salud mental y el bienestar de los trabajadores del NHS durante la pandemia. A medida que la pandemia continúa, es vital que apoyemos al personal del NHS para poder hacer frente y aumentar la resiliencia”.
El informe predice que la mala salud mental y la menor capacidad de recuperación aumentarían durante el próximo invierno del norte debido a la combinación del aumento de casos de COVID-19 y los picos estacionales en las admisiones.
“Apoyar a los empleados en el lugar de trabajo, escuchar y actuar sobre las preocupaciones familiares genuinas, particularmente durante situaciones de crisis y pandemias, puede mejorar las experiencias de primera línea y permitir la confianza en los empleadores”, se precisa en la investigación. Se añadió que era particularmente importante para los encuestados que contaran con mecanismos de apoyo e intervenciones para el personal más joven o con menos experiencia.
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