Las declaraciones del mandatario ruso Vladimir Putin, en su tradicional rueda de prensa anual, encendió las alarmas en todo el mundo. Es que aseguró que la vacuna rusa Sputnik V no está aprobada para mayores de 60 años: “La Sputnik-V está aprobada para un determinado grupo de edad, de 18 a 60 años. A la gente como yo la vacuna todavía no llega”.
“Yo atiendo a las recomendaciones de nuestros especialistas y por eso por ahora no me he puesto la vacuna, pero lo haré sin falta cuando sea posible”, dijo el jefe del Kremlin al contestar a un pregunta sobre si había vacunado.
La vacuna la llevan a cabo investigadores del Centro Nacional de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya y el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, su sigla en inglés) encargado de financiar y administrar el proyecto.
Pero ¿qué dijeron desde Rusia sobre las declaraciones que dieron vuelta al mundo? De acuerdo a Alexei Kuznetsov, asesor del Ministro de Salud de la Federación de Rusia actualmente, el uso médico de rutina de la vacuna Sputnik V es posible con pacientes de entre 18 y 60 años: “Para elevar el límite superior de edad, los desarrolladores de la vacuna, están realizando ensayos clínicos adicionales con voluntarios de más de 60 años que están mostrando buenos resultados preliminares. Además se están analizando los datos clínicos y se está preparando un informe que será utilizado por el Ministerio de Salud para decidir sobre el uso de la vacuna contra COVID-19 para grupos de población de mayor edad”.
“No se determinaron problemas de seguridad de Sputnik V con los voluntarios mayores. La decisión sobre el uso de la vacuna podrá tomarse en los últimos 10 días de diciembre “, explicó Kuznetsov.
En esta misma línea, desde Moscú, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, admitió que los ensayos aún no permiten inmunizar a las personas mayores de 60 y que aguardan los resultados de la Fase 3 para avanzar con este segmento etario. “Es fundamental para nuestro país comenzar a vacunar a los que han tenido mayor mortalidad”, aseguró.
Al mismo tiempo, explicó que la delegación argentina ya fue informada de que se realizaron evaluaciones en los mayores de 60 y esa información se elevó al Ministerio de Salud, al Fondo Ruso de Inversión Directa al Centro Nacional de Gamaleya y a la entidad regulatoria rusa. “Están terminando los últimos pasos para que también se apruebe el uso en los mayores de 60 años”, enfatizó.
Finalmente, la funcionaria señaló que las autoridades rusas están avanzadas en ese proceso. “Nos dijeron que a fin de año la avalarán en el Ministerio de Salud para mayores de 60 años”, concluyó.
Un anuncio que supone mucho más que un obstáculo
Ya desde el primer momento, el informe inicial del gobierno ruso advirtió en agosto que desaconsejaba la aplicación del preparado en franjas etarias consideradas de riesgo (más de 60 años) y en varios otros grupos como embarazadas o madres en período de lactancia.
En septiembre, con los primeros resultados analizados por publicaciones especializadas en ciencia como The Lancet, se advertía también que la vacuna emblema de Rusia contra la pandemia había sido probada en escasa cantidad de personas y fuera del mayor grupo de riesgo según la edad.
En este contexto, de acuerdo a los expertos, resta esperar aún los datos y resultados de la Fase III que incluye a personas adultos mayores de 60 años.
El antecedente que respalda la tecnología rusa
La plataforma tecnológica basada en vectores adenovirales permite la creación de nuevas vacunas de forma rápida y eficaz a través de la modificación del vector original de transmisión con material genético de nuevos virus
La eficacia de la plataforma de vectores adenovirales humanos ha sido ampliamente probada a nivel internacional en vacunas que no son COVID-19, incluso por algunas de las compañías farmacéuticas más importantes del mundo. Más de 250 ensayos clínicos y 75 publicaciones internacionales confirman la seguridad de las vacunas y medicamentos basados en vectores adenovirales humanos.
Se basa en una plataforma de vacuna de dos vectores ya existente, desarrollada en 2015 para tratar el ébola, que superó todas las fases de los ensayos clínicos y fue utilizada para derrotar la epidemia de esa enfermedad en África en 2017. Otras empresas están utilizando también plataformas basadas en vectores adenovirales humanos para sus vacunas contra el COVID-19, como Johnson & Johnson, que usa solo el vector Ad26, y la china CanSino, que emplea únicamente el Ad5.
La plataforma tecnológica basada en vectores adenovirales permite la creación de nuevas vacunas de forma rápida y eficaz a través de la modificación del vector original de transmisión con material genético de nuevos virus, lo que permite obtener nuevas vacunas en poco tiempo. Dichas vacunas provocan una fuerte reacción por parte del cuerpo humano con el objetivo de generar inmunidad.
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