Desde que el COVID-19 llegó a la vida de la población, quedó en claro que los espacios cerrados eran grandes focos de contagio debido a que en la mayoría de los casos la distancia social no se puede respetarse y esto provoca que sea mucho más fácil la transmisión de COVID-19.
Y es que el SARS-CoV-2 puede propagarse cuando alguien entra en contacto con gotitas respiratorias grandes, como las que escapan con la tos o el estornudo de una persona enferma. Es poco probable que estas gotas grandes viajen más allá de los dos metros, de ahí la guía omnipresente en torno al distanciamiento social, que generalmente es más fácil de lograr afuera que adentro.
En este contexto, un estudio realizado publicado por JAMA Network reveló que los hogares son y seguirán siendo lugares importantes para la transmisión, incluso en áreas donde la transmisión comunitaria se reduce lo que implica que, según los investigadores, deberían explorarse más las estrategias de prevención, como un mayor uso de mascarillas en el hogar, una mejor ventilación, el aislamiento voluntario en instalaciones externas, entre otras.
Para llevar a cabo esta conclusión, el estudio analizó 54 estudios internacionales con 77 758 participantes. De los datos, los investigadores informaron que el 16,6% de las personas que viven en el mismo hogar que un caso confirmado de COVID-19 se han infectado y que la cifra es mucho más elevada para este nuevo coronavirus que otros como el SARS o el MERS,
Por otro lado, la investigación reveló que los casos de contagio en los hogares fueron más altos en el caso de los sintomáticos que de los casos índice asintomáticos, a los contactos de adultos que a los contactos de niños, a los cónyuges que a otros contactos familiares, y en los hogares con 1 contacto que en los hogares con 3 o más contactos.
Lo cierto es que en la mayoría de los establecimientos de interior, es probable que una persona tenga poco control sobre si las ventanas están abiertas y cuántas otros individuos hay dentro. Pero es probable que algunos lugares públicos sean más seguros que otros.
Sería adecuado que, entre el protocolo domiciliario se imponga el concepto de que el aislamiento debe comenzar antes de buscar la prueba y antes de que los resultados estén disponibles porque retrasar el aislamiento hasta la confirmación de la infección podría hacer perder la oportunidad de reducir la transmisión a otros.
Al mismo tiempo, todos los miembros del hogar, incluido el paciente sospechoso, deberían comenzar a usar una máscara en el hogar, especialmente en los espacios compartidos donde no es posible un distanciamiento adecuado.
Los contactos domésticos cercanos del paciente índice también deben ponerse en cuarentena, en la medida de lo posible, en particular manteniéndose alejados de aquellos con mayor riesgo de contraer la enfermedad de manera grave.
La ventilación, la herramienta más poderosa en los espacios cerrados
La ventilación es un factor importante para evitar que el virus que causa la COVID-19 se propague en espacios interiores.
“La ventilación es el punto de control clave para un virus transmitido por el aire y esto ya está en la guía de control de infecciones existente bajo los ‘Controles de Ingeniería’ de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU”, afirmó Julian W. Tang, profesor de la Universidad de Leicester en el Reino Unido y autor principal de un estudio sobre la gripe pospandémica que examina cómo las diferencias de temperatura en el aire exhalado podrían utilizarse para visualizar los diferentes tipos de flujos de aire infectado. “Basándonos en múltiples estudios realizados, creemos que optimizar la ventilación es la forma de avanzar: eliminar el virus del aire antes de que la gente lo inhale”, aseguró.
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), enumeró las medidas que pueden adoptarse para mejorar la ventilación en espacios cerrados:
-Estudiar utilizar la ventilación natural, abriendo las ventanas si es posible y seguro hacerlo
-En los sistemas mecánicos, aumentar el porcentaje de aire exterior mediante el modo de ahorro de energía, que permite configurar los sistemas para que utilicen hasta el 100% de aire exterior. Antes de aumentar el porcentaje de aire exterior, comprobar la compatibilidad con la capacidad del sistema de calefacción, ventilación y aire acondicionado, en lo que respecta tanto al control de la temperatura y la humedad como a la compatibilidad de la calidad del aire exterior e interior.
-De ser posible, aumentar el flujo de aire total en los espacios ocupados
-Mejorar la filtración central del aire
-Generar flujos de aire desde la zona de aire limpio a la zona de aire sucio. Para ello, evaluar si hay que reubicar los difusores o reguladores de admisión y extracción del aire y ajustar las tasas de flujo de admisión y extracción en la zona para establecer diferenciales de presión cuantificables
“Hay que entender que simplemente la distancia no sirve en interiores. Es útil y ayuda mucho, hay que mantenerla. Pero no es suficiente. Sólo con la distancia no estamos a salvo. O sólo con la distancia, mascarilla y lavándonos las manos tampoco estamos a salvo, hemos reducido el riesgo. Para reducir el riesgo más habría que hacer las cosas afuera, aumentar la ventilación y hacer más cosas”, explicó a Infobae José Luis Jiménez, profesor de la Universidad de Colorado Boulder, cuya área de especialización son los aerosoles.
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