Las noticias relacionadas con el desarrollo y seguimiento de las vacunas contra el COVID-19 son monitoreadas de cerca minuto a minuto desde todo el mundo. Tanto es así que luego de que el Reino Unido se convirtiera en el primer país en aprobar la fórmula desarrollada por Pfizer/BioNTech y comenzara este lunes a inmunizar a su población, el planeta amaneció hoy con la noticia de que dos de las personas que habían recibido la primera dosis presentaron una reacción alérgica.
“Poco después de ser vacunados, los dos sanitarios sufrieron una reacción anafiláctica pero se recuperaron una vez que recibieron el tratamiento adecuado”, según informaron las autoridades sanitarias.
“Una reacción anafiláctica es una reacción alérgica inesperada, que aparece rápidamente dentro de la hora del contacto con lo que produce alergia y que genera reacciones que pueden variar desde afecciones en la piel en un 80% de los casos hasta afectar la vía respiratoria produciendo broncoespasmo y dificultad para respirar”. El médico especialista en alergia e inmunología Claudio Parisi (MN 95.292) detalló a Infobae algunos de los otros síntomas que esta reacción exacerbada del sistema inmune puede ocasionar: “Dificultad para hablar, disfonía o dificultad para tragar, puede afectarse el aparato gastrointestinal produciendo cólicos, vómitos, diarrea de aparición aguda, puede generar una sensación que se llama de ‘muerte inminente’ que produce mucha angustia, producir taquicardia e hipotensión”.
Según explicó el jefe de las secciones de Alergia del Hospital Italiano, “cuando aparecen dos o más de estos síntomas se dice que se trata de una anafilaxia, que es una reacción alérgica severa y que tiene riesgo de vida”. “El tratamiento que debe utilizarse en forma inmediata es la adrenalina –puntualizó–. Los corticoides y los antialérgicos comunes también pueden utilizarse, pero la principal medicación es la adrenalina porque de esta depende el pronóstico del paciente”.
En palabras del profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y jefe del servicio de Alergia e Inmunología del Hospital Universitario Austral, Gustavo Marino (MN 81.461), “el riesgo de anafilaxia existe con todas las vacunas, por eso siempre deben aplicarse en centros que tengan el personal entrenado y con el suficiente equipamiento para tratar una reaccion alérgica”. Y agregó: “Si bien la reacción es aguda, porque en general se da minutos después del contacto con el alergeno, el personal entrenado podrá detectar los primeros síntomas y tratarlo en forma adecuada, haciendo que aun en el peor de los casos el paciente no tenga una progresión de los síntomas”.
Sobre lo ocurrido en el Reino Unido, Parisi precisó que “no se sabe a qué eran alérgicas estas personas, hay poca información”.
Y tras señalar que “en general las alergias a las vacunas son muy poco frecuentes”, destacó que “hay que tener en cuenta que estas formulaciones tienen en su constitución, además del componente de la vacuna, conservantes, estabilizantes, que pueden ser antibióticos, algunas proteínas derivadas de alimentos como la gelatina, derivados del huevo o la leche, por lo que la persona puede desarrollar una reacción a la vacuna o a alguno de esos componentes”.
El especialista sostuvo que cuando se presenta algún tipo de reacción “es difícil testear todos los componentes de una vacuna”, al tiempo que enfatizó: “Siempre intentamos aplicarla igual a través de mecanismos especiales, bajo control médico, en dosis separadas e intercaladas y dentro del hospital para controlar las reacciones”.
Se calcula que entre el 20% y el 30% de la población mundial es alérgica, según precisó el experto del Hospital Italiano. “Y los porcentajes se mantienen bastante parecidos en el país”, agregó, al tiempo que destacó que “en la Argentina la rinitis es la alergia más frecuente, que padecen cinco millones de personas”.
Parisi reconoció que de las vacunas contra el COVID-19 “se desconocen completamente los componentes”. “No sabemos qué elementos tienen, pero me llama la atención que haya habido dos casos en el primer día de vacunación porque las alergias a las vacunas se presentan una cada miles de personas inoculadas; habría que ver cuántos vacunaron”.
Para Marino, “en el caso de las vacunas de ARN, es de esperar que el contaminante sea de origen alimentario”. “Si fuera así y de acuerdo al trabajo de Ruchi Gupta, una investigadora sobre las alergias alimentarias en el Hospital Infantil Ann y Robert H. Lurie de Chicago, el 10,8% de los pacientes adultos tendrían una alergia alimentaria pero sólo la mitad sabrían que la padecen”, enfatizó.
“En general el paciente reacciona a una proteína heteróloga (no propia); por ejemplo, los alérgicos al huevo deberán tener especial cuidado a la hora de utilizar una vacuna haya sido elaborada en embrión de pollo –detalló Marino–. Para el caso de las vacunas de ARN en principio sucedería lo mismo, habrá que buscar qué contaminantes tiene y así poder determinar en qué pacientes se debe tener cuidado o no de administrarla”.
Acerca de qué cuidados deberían tener las personas con antecedentes de alergias, Parisi aconsejó: “El huevo, la gelatina, las levaduras o los derivados de la leche serían los componentes de las vacunas que más usualmente pueden causar alergia, además de los antibióticos, que se usan en pequeñas cantidades para mantener la estabilidad. Si bien se trata de reacciones poco frecuentes, al no conocer los componentes de estas vacunas sería recomendable que las personas alérgicas consultaran con su médico antes de vacunarse”.
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