Lograr una fórmula que sea candidata para combatir el COVID-19 en forma de vacuna es uno de los mayores desafíos. Sin embargo, aún sin saber si alguna de las vacunas más prometedoras podrá terminar con la nueva enfermedad, se presenta otro desafío no menor: el transporte y almacenamiento de la cura.
Proveer una vacuna contra el coronavirus desde los lugares de fabricación a distintos territorios del mundo es una de las problemáticas de logística que preocupan aún más a las partes involucradas. Y es que países con suministro de electricidad inestable no podrán almacenar las ampollas a temperaturas bajas como las que son necesarias para preservar la vacuna.
¿Cuál sería la solución? Según aseguró en declaraciones con Business Insider Mikael Dolsten, uno de los científicos que están detrás de la vacuna de Pfizer, actualmente están trabajando en una forma en polvo de su revolucionaria vacuna COVID-19, que podría ser una potencial solución a los problemas de almacenamiento de la forma líquida que debe mantenerse a temperaturas tan bajas.
Sin temperaturas frías no hay vacuna
“La temperatura es importante para mantener el principio activo de la vacuna. Dependiendo de la tecnología y el tipo de fórmula que se emplee. Pero, si esta se degrada, la vacuna no funciona. Es una cuestión de compromiso: cuanto menos cuidemos la temperatura, la eficacia de la vacuna puede verse alterada”, explicó a Infobae Federico Prada, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas de la UADE.
Una de las que necesita condiciones muy frías para poder ser almacenadas es la de Pfizer: la vacuna está basada en una tecnología innovadora que consiste en inyectar en el organismo instrucciones genéticas llamadas ARN mensajeros, que dictan a las células qué deben fabricar para luchar contra el coronavirus. Es el mismo método que utiliza la firma estadounidense Moderna, también en la carrera por hallar una vacuna. Pero estas vacunas deben conservarse a temperaturas muy bajas, a - 70 ºC en el caso de la de Pfizer/BioNTech, lo que puede suponer un freno logístico de envergadura para su distribución al mundo entero.
Dada la inestabilidad del ARN, existe un límite de temperatura a partir del cual la vacuna se degrada. En el caso de la vacuna de Moderna, necesita un almacenamiento y un transporte a -20ºC. Una vez que se las descongela, pueden sobrevivir en una heladera común hasta cinco días.
La temperatura que requiere la candidata de Moderna complica su transporte, pero la de Pfizer prácticamente requiere instalaciones especiales como las de los grandes hospitales o los laboratorios académicos. Por eso la compañía está pensando en “expendedores térmicos” que, hasta que se los abra (algo que solo puede suceder dos veces en un día y durante no más de un minuto cada una), pueden mantener la vacuna estable durante 10 días, luego de los cuales deben ser recargados con químicos de congelamiento cada 24 horas por hasta cinco días.
“Para albergar estas vacunas son necesarios los ultrafreezer que son dispositivos que dan temperaturas muy bajas y son los únicos que pueden mantener la estabilidad de la vacuna y su eficacia”, apuntó Prada.
Deutsche Post, una empresa alemana de correos, señaló que incluso si la cadena de frío de la vacuna requiere temperaturas de apenas -8 grados centígrados, la cantidad de población mundial con acceso confiable a ella aumentaría sólo a cerca de un 70% y partes sustanciales de África correrían riesgo de quedar excluidas.
El polvo: ¿la solución a la refrigeración?
“La vacuna en polvo tiene el mismo principio activo, que es el ARN mensajero pero en vez de ser una solución líquida se la presenta como un liofilizado, que es un polvo que contiene la molécula. Esto implica que antes de inyectar a la persona tiene que ser reconstituida por un profesional, es decir, convertir el polvo en una solución”, explicó Prada.
La gran ventaja de este tipo de vacuna, de acuerdo al especialista, es que puede mantenerse a temperatura de refrigeración normal: “Podríamos definir ‘normal’ como la temperatura de las heladeras. El polvo de la vacuna es muchísimo más estable porque la vacuna de ARN mensajero es inestable en solución ya que otras moléculas pueden degradarlas salvo que esté congelada”.
Las ventajas y desventajas
La posible solución al problema de la refrigeración de la vacuna, que se presenta como un polvo, presenta pros y contras. Como principal ventaja, de acuerdo a Prada, es que se pueden garantizar las entregas a distintas partes del mundo que no pueden garantizar la refrigeración que requiere: “Se puede transportar esto sin tener miedo de los cambios de temperatura. Esto implica una facilidad de entrega y la probabilidad de tener una eficacia mucho mayor frente a un cambio de temperatura”.
“La gran desventajada de la vacuna en polvo es que se necesitan volver a realizar ensayos clínicos que demuestren que una vez que son reconstruidas, tengan la misma o una eficacia similar a la que se está probando hoy. Eso implica que se demore todo un poco más pero es necesario”, enfatizó Prada.
Ante esta problemática que supone un verdadero retraso en la cura del COVID-19, BioNTech aclaró el martes que una vez que se saca la vacuna de los congeladores especiales, las dosis pueden conservarse durante 5 días en una nevera clásica, entre 2 y 8 ºC. Ello hará necesario que la logística reduzca al mínimo el margen de error para lograr que el material llegue en el momento justo y no quede almacenado tiempo de más en condiciones insuficientes.
Además, Pfizer ha diseñado una caja especial para transportar su esperada vacuna. Estos dispositivos podrán contener un par de cientos de ampolletas de vidrio, con diez a veinte dosis de la vacuna en cada una. Las cajas están equipadas con sensores de temperatura con GPS que le permitirán a Pfizer saber dónde se ubican las cajas y qué tan frías están. Si no está suficientemente bajo, los trabajadores pueden añadir hielo seco.
Mientras tanto, a la espera de la cura que termine con la pandemia, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han recomendado a los departamentos de salud de los distintos estados de Estados Unidos que no compren congeladores ultrafríos, que cuestan entre 10.000 y 15.000 dólares cada uno, ya que, según ellos, pronto estarán disponibles otras vacunas con requisitos de almacenamiento menos exigentes.
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