El sello distintivo y las principales manifestaciones clínicas del COVID-19 son respiratorias. Sin embargo, con el tiempo se supo que el nuevo coronavirus tiene un amplio espectro de complicaciones cardiovasculares, que incluyen falla cardíaca nueva, arritmias, síndrome coronario agudo, inflamación del corazón y hasta paro cardíaco. Además, la presencia de lesión cardíaca ha mostrado tasas de mortalidad desproporcionadas
A nivel mundial, las enfermedades cardiovasculares constituyen el 31% de las muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al menos un 80% de esas muertes podría evitarse si se controlaran los factores de riesgo principales: colesterol elevado, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo y estrés, entre otros.
En este sentido, una investigación realizada por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), publicada en el Journal of Clinical Medicine, reveló que la hipertensión arterial es la comorbilidad más frecuente en pacientes con COVID-19 (50,9% de los casos), seguida de lejos por la diabetes (19,1%) y la fibrilación auricular (11,2%). Se asocia además con un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa, con independencia de otras comorbilidades, sexo y edad.
Las hipótesis basadas en factores de riesgo que se sabe que cambian con el sexo y la edad parecen ser las explicaciones más probables de las diferencias observadas. Estos incluyen diferencias en la ocupación, el estilo de vida (incluido el tabaquismo y el consumo de alcohol), comorbilidades médicas o uso de medicamentos. Estas explicaciones reflejan factores sociales y culturales relacionados con el género más que con la biología del sexo. Las explicaciones genéticas deberán considerar la interacción de la edad, el sexo y los factores de riesgo mencionados anteriormente a lo largo del curso de la vida, incluida la expresión genética y la epigenética.
¿Qué es la HTA? El corazón ejerce presión sobre las arterias para que éstas conduzcan la sangre hacia los diferentes órganos del cuerpo. Cuando esta presión es demasiado alta en forma continua se la llama hipertensión. Es una enfermedad crónica, que no presenta síntomas, pero muy fácil de detectar, por eso es tan importante tomarse la presión al menos una vez al año para realizar un control. Si bien existe cierta predisposición familiar, se da también en personas sin antecedentes, ya que la mala alimentación, el consumo excesivo de alcohol, el sedentarismo, el sobrepeso y el estrés, entre otros, son considerados factores de riesgo. Incluso los niños y adolescentes deben controlarse la presión en la consulta médica.
Los datos de la investigación española surgen de 12.213 pacientes hospitalizados con SARS-CoV-2 internados en 146 centros hospitalarios y tuvo como objetivo comprobar si la hipertensión representaba un factor de riesgo independiente de muerte en pacientes hospitalizados con COVID-19 o si, por el contrario, su elevada prevalencia simplemente reflejaba la edad avanzada de la mayoría de los pacientes.
En cuanto a la información sobre las complicaciones terminales de los pacientes con desenlace fatal, la causa de muerte más prevalente fue el síndrome de dificultad respiratoria del adulto (78,7%), seguida a una distancia considerable por la insuficiencia renal aguda (36,2%), la insuficiencia multiorgánica (27,0%), secundaria neumonía bacteriana (22,1%), sepsis (20,5%), shock (16,2%), insuficiencia cardíaca (IC, 14,8%) y arritmia cardíaca (9,4%). Coagulación intravascular diseminada (3,3%), miocarditis (2,4%), La enfermedad coronaria aguda (2,3%), la embolia pulmonar (1,8%) y el accidente cerebrovascular (1,7%) también estuvieron presentes, pero mucho más raros.
Lo cierto es que los datos recopilados sobre las complicaciones terminales contribuyen a comprender los mecanismos fisiopatológicos de desenlace fatal en pacientes hospitalizados con COVID-19. La muerte de los pacientes estudiados fue causada de manera abrumadora por el síndrome de dificultad respiratoria del adulto, lo que sugiere que la tormenta de citoquinas, una reacción hiperinflamatoria, que tiene un papel clave en los casos graves puede desempeñar un papel importante, aunque también están definitivamente involucradas otras vías que afectan especialmente a los riñones y al sistema cardiovascular.
Las citoquinas son “señales de alarma” del organismo: un agente extraño entra en el cuerpo, se liberan citoquinas y el sistema inmune reacciona y acude a atacar a ese microorganismo extraño (el virus). Sin embargo, cuando hay una tormenta de estas “señales de alarma” o moléculas, entre ellas una llamada interleuquina 6 (IL-6), el sistema inmune se descontrola y no lucha solo contra el coronavirus, sino que también ataca al propio organismo.
Lo cierto es que los autores del estudio aseguran que aún faltan más estudios para explorar más a fondo la asociación entre la hipertensión y la mortalidad por todas las causas a nivel de la población.
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