La pandemia de COVID-19 originada en China en diciembre pasado ha tenido desde entonces alarmantes niveles de propagación en todo el mundo, motivo por el cual el 20 de marzo, las autoridades nacionales establecieron en Argentina el aislamiento social, preventivo y obligatorio como medida excepcional con el fin de proteger la salud pública.
Desde entonces vivimos una situación única y sin precedentes. La presencia de la nueva enfermedad está cambiando nuestro estilo de vida de un modo que no pudimos anticipar y para el que nadie se encontraba preparado.
Esta realidad impacta a diario en la mayoría de las personas, cambiando a veces radicalmente su rutina de alimentación y movimiento. “En el caso de las personas con sobrepeso y obesidad, representa además un doble riesgo: por un lado, el propio debido a las consecuencias de convivir con kilos de más; por otro, el impacto aumentado que podría tener la persona en caso de contraer coronavirus”, explicó a este medio el doctor Alberto Cormillot.
Según sondeos de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), tener obesidad aumenta la severidad de la infección por coronavirus y augura un peor pronóstico. Los motivos:
-Incrementa significativamente la necesidad de hospitalización
-Eleva la necesidad de ventilación mecánica en relación directa con la severidad de la obesidad
-Agrava la infección por COVID-19 y la letalidad del virus
Por otro lado, los Centros para el Control y la prevención de enfermedades de Estados Unidos (CDC) reconocieron que tener un IMC mayor a 40 es un factor que aumenta la vulnerabilidad frente al COVID-19.
“La obesidad se asocia con una disminución del volumen de reserva espiratoria y de la capacidad funcional del sistema respiratorio. En personas con obesidad abdominal, la función pulmonar se ve aún más comprometida si se encuentran acostados boca arriba porque la grasa disminuye los movimientos del diafragma y dificulta la ventilación”, enfatizó Cormillot.
Además, el profesional explicó que cuando el tejido adiposo aumenta, la circulación se dificulta y las células se rompen: “La cantidad de grasa que contienen es liberada y se dirige al hígado y a los músculos. Como consecuencia, el cuerpo celular muerto atrae a las células del sistema de defensas que acuden en estampida para combatir a los agentes agresores y favorece una respuesta inflamatoria crónica que afecta a todo el organismo”.
Al mismo tiempo el aumento de peso disminuye el funcionamiento de los químicos protectores y eleva los dañinos –citoquinas-, especialmente cuando la grasa se localiza en hombros y espalda, hígado, interior de los músculos y del abdomen (obesidad abdominal, la más perjudicial).
La importancia de la inflamación es incluso superior a la del colesterol alto o la hipertensión. De hecho en las personas con obesidad que tienen este entorno inflamatorio, se cree que el COVID-19 puede exacerbar aún más dicha inflamación exponiéndolos a niveles todavía más altos de moléculas inflamatorias circulantes en comparación con otros pacientes delgados.
Por otra parte, y haciendo una comparación con otras infecciones respiratorias, la obesidad puede desempeñar un papel importante en la transmisión del COVID-19 ya que como tiene la capacidad de infectar el tejido adiposo y almacenarse en este (lo usa de reservorio), para luego diseminarse a otros órganos, lo que dificulta su eliminación del organismo.
“El avance de la pandemia todavía es un enigma. Sin embargo, la comunidad científica coincide en que resulta esperable el repunte de las infecciones por coronavirus. En medio de este panorama, la inmunonutrición y el ejercicio regular representan dos recursos indispensables tanto para colaborar con el adelgazamiento como para aumentar las defensas del organismo: efectos positivos para enfrentar una potencial infección”, apuntó Cormillot.
Por eso, de acuerdo al especialista, es fundamental que la cuarentena no sea sinónimo de inactividad ni sedentarismo. Tampoco de consumo excesivo y prolongado de nutrientes que inciden negativamente en el peso corporal. “Por el contrario, asegurar la ingesta de inmunonutrientes y mantenerse activo son dos pilares que han demostrado numerosos beneficios tanto para las personas sanas como para aquellas que tienen varias enfermedades, incluyendo el sobrepeso y la obesidad”, aseguró Cormillot.
Mantener un estilo de vida saludable a través de estas pautas permite preparar y fortalecer al organismo frente a un eventual contagio de coronavirus.
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