Desde el inicio de la crisis del coronavirus en el mundo, la Organización Mundial de la Salud ha sido un fuerte foco de críticas debido a directivas poco claras e incluso tildadas de contradictorias. El rol de los asintomáticos, el uso de mascarillas, la hidroxicloroquina, la manera de saludar, el contagio vía aire, y ahora la implementación de la cuarentena como medida principal para combatir el COVID-19 fueron puntos en los que autoridades y asesores de la OMS cambiaron de postura durante estos meses.
El médico italiano Giuseppe Remuzzi, uno de los expertos cuya voz más se hizo escuchar durante la pandemia, había dicho durante una entrevista con Infobae que la OMS había actuado de dos maneras diferentes durante la pandemia: “Hasta fines de enero ha actuado muy bien. Yo creo que las críticas que se le hicieron a la OMS son sustancialmente injustificadas y superficiales. Es una organización importantísima. Cuando dijo al mundo ‘miren que es posible que el virus se transmita de persona a persona’ era el 14 de enero. Y el virus había sido aislado pocos días antes, el 7 de enero, por investigadores chinos. Cuando declaró la emergencia internacional era el 30 de enero, después de haber visitado Wuhan para darse cuenta de la situación".
“Yo creo que la única crítica que se puede hacer a la OMS es ésta: ¿por qué después del 30 de enero, luego de haber dicho ‘hay una emergencia planetaria’ no han convocado una asamblea de salud mundial mediante la cual dar indicaciones a los países sobre cómo comportarse? En efecto, todos se han comportado como quisieron. La OMS no ha dado indicaciones claras”.
Así, desde el inicio de la pandemia, Infobae detectó que en varias oportunidades el organismo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entró en algún tipo de contradicción que, a la luz de la evidencia, debió luego corregir.
El rol de los asintomáticos en la pandemia
Mucho se habló del rol de los asintomáticos en la pandemia por coronavirus. De hecho su capacidad de infectar -o no- a otras personas fue una de las tantas contradicciones en las que cayó la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde que el SARS-CoV-2 hizo su aparición en el planeta.
“Ahora está claro que alrededor del 40%-45% de las infecciones son asintomáticas”. La afirmación pertenece a Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EEUU, y la hizo ante una multitud virtual de médicos de cuidados críticos reunidos por la Sociedad de Medicina de Cuidados Críticos (SCCM). “Los portadores asintomáticos pueden representar una gran proporción, hasta el 50%, de las transmisiones de virus”, aseguró, al tiempo que consideró que “tales transmisiones han hecho que las estrategias de respuesta, como el rastreo de contactos, sean extremadamente difíciles”.
Sin embargo, una de las conferencias de prensa realizada por la OMS hace unos meses había sido blanco de dudas respecto a este tema.
“A partir de los datos que tenemos, todavía parece raro que una persona asintomática realmente transmita a un individuo secundario”, había dicho la doctora Maria van Kerkhove, jefa de la Unidad de Zoonosis y Enfermedades Emergentes de la OMS, en una conferencia de prensa de las Naciones Unidas, sede de la agencia en Ginebra.
Van Kerkhove, responsable técnica de la OMS en COVID-19, dijo que muchos países están informando casos de propagación de personas asintomáticas o sin síntomas clínicos. Pero cuando se le preguntó con más detalle sobre estos casos, señaló que muchos de ellos resultan tener una enfermedad leve o síntomas inusuales.
Así, aunque los funcionarios de salud de países como Gran Bretaña y los Estados Unidos advirtieron que el coronavirus se está propagando desde personas sin síntomas, la OMS postuló que este tipo de propagación no es un impulsor de la pandemia, y probablemente representa aproximadamente el 6% de la propagación.
Sin embargo, con el revuelo que la noticia causó en el mundo entero, el organismo pareció dar marcha atrás en sus dichos a las 24 horas: la misma funcionaria sostuvo que la propagación asintomática es una “cuestión realmente compleja” y que todavía se desconoce mucho al respecto. “En realidad, todavía no tenemos esa respuesta”, dijo al día siguiente.
Van Kerkhove detalló que los estudios realizados hasta el momento indican que cerca del 16% de la población que contrajo el virus puede ser asintomática. Sin embargo, reconoció que otros estudios, que refutan esa idea, sostienen que hasta el 40% de la transmisión global puede ser provocada por asintomáticos.
Tras esta declaración, la OMS terminó aclarando que aún faltan estudios para ratificar el peligro de los asintomáticos. Van Kerkhove también habló y afirmó que todo fue un “mal entendido”.
Sobre el contagio del virus por el aire
Después de varias advertencias, la OMS finalmente aceptó que el COVID-19 podría contagiarse por el aire en algunas circunstancias.
De acuerdo con el diario El País, el organismo internacional actualizó por primera vez desde el 29 de marzo el documento en el que detalla los modos de transmisión del virus para incluir los llamados aerosoles, esas pequeñas partículas que pueden mantener en suspensión unos minutos con carga vírica e infectar a quien la inhale.
Fue en julio, ya avanzada la pandemia en todo el mundo, cuando un grupo de 239 científicos internacionales urgió al organismo y la comunidad médica internacional a “reconocer la posible transmisión aérea del COVID-19”, en un artículo publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford.
Al respecto de los contagios vía aire, la declaración de la OMS es muy cautelosa, ya que afirman que las pruebas son indirectas. Además, muchos especialistas habían advertido de que alertar del contagio aéreo podría ser malinterpretardo por la población.
Según describe el nuevo documento del organismo, se han observado brotes en “algunos entornos cerrados, como restaurantes, clubes nocturnos, lugares de culto o lugares de trabajo donde la gente puede estar gritando, hablando o cantando”.
“En estos brotes”, se apunta, “no se puede descartar la transmisión de aerosoles, particularmente en estos lugares interiores donde hay espacios abarrotados y con ventilación inadecuada donde las personas infectadas pasan largos períodos de tiempo con otros”.
Los expertos tenían claro que la vía de contagio más plausible eran esos aerosoles, partículas con virus que aguantan en suspensión y que pueden respirarse. Hasta ahora, las autoridades sanitarias solo aceptaban este contagio por aerosoles en los momentos en los que se intuba a los pacientes con COVID-19, pero no para situaciones habituales entre la ciudadanía.
Mascarillas, ¿sí o no?
Es acaso una de las contradicciones más notorias de la OMS en el manejo de la pandemia.
En abril, la organización sostenía que si bien las máscaras podrían ayudar a limitar la propagación de la enfermedad, no eran suficientes por sí mismas. De hecho, no hallaron evidencias de que el uso de mascarilla impidiera a las personas sanas contraer infecciones respiratorias, incluido COVID-19.
El profesor David Heymann, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, que presidió el grupo de asesoramiento científico y técnico de la OMS para riesgos infecciosos, aseguró que, a menos que las personas trabajen en entornos de atención médica, las máscaras son “solo para la protección de los demás, no para protección de uno mismo”.
Luego, en junio, en una actualización de su guía de consejos sobre este elemento de protección, el organismo internacional recomendó que en lugares con transmisión generalizada de coronavirus todas las personas que no puedan mantener con otras la distancia de dos metros, como por ejemplo en el transporte público, tiendas o espacios cerrados con mucha gente, utilicen mascarillas o tapabocas de tela.
Y aseguró que a medida que los países van levantando las medidas de confinamiento y las restricciones de movimiento es necesario que las personas las utilicen para protegerse en situaciones en las que no se puede aplicar la distancia social recomendada.
El propio Tedros Adhanom, director general de la OMS, admitió que las mascarillas debían ser parte de las medidas integrales para frenar el avance del COVID-19, pero advirtió sobre la “falsa sensación de seguridad que pueden crear”.
La hidroxicloroquina
El director de Emergencias Sanitarias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan, pidió en junio disculpas a la opinión pública por la confusión que reinaba respecto al uso de hidroxicloroquina como tratamiento para pacientes de COVID-19, con estudios científicos contradictorios.
“Nos disculpamos colectivamente por la imagen de confusión que los estudios pueden dar, pero hay que seguir las evidencias científicas y asegurarse de que las personas que entran en estos ensayos clínicos lo hacen de una forma segura y que dé prioridad a su bienestar”, destacó en rueda de prensa.
Ryan hizo estas declaraciones el mismo día en que la Universidad de Oxford anunció el fin de los ensayos con hidroxicloroquina en pacientes británicos al determinar que no producía beneficios visibles en ellos.
La OMS, por su parte, detuvo sus propios ensayos unos días antes de las disculpas al publicarse un estudio en la revista The Lancet que concluía un aumento de los índices de mortalidad en pacientes tratados de hidroxicloroquina, pero los reanudó más tarde, después de que tres de los cuatro autores del artículo se retractaran. “Ocurre muy raramente, pero cuando una publicación encuentra que un artículo es cuestionable hace lo correcto al retirarlo”, indicó el director de emergencias de la OMS al respecto. Finalmente, en julio, la OMS aceptó la recomendación del Grupo directivo internacional del ensayo Solidaridad de interrumpir los grupos de tratamiento de la COVID-19 con hidroxicloroquina y lopinavir/ritonavir.
El saludo con el codo
Cuando ya nos habíamos acostumbrados al choque de codos como saludo, una nueva directriz lo cambió todo. Si los besos y los abrazos estaban vedados desde el principio, ahora se suma a esa lista de prohibiciones el choque de codo, de pies y de puños.
Según el director general de la OMS, se debe evitar el choque de codos. “Al saludar a las personas es mejor evitar golpes en el codo porque te sitúan a menos de un metro de la otra persona”, explicó en su cuenta de Twitter.
Si con los codos no, con los puños menos. Este saludo es muy popular entre los políticos latinoamericanos. El presidente argentino Alberto Ferández, lo utiliza muy eguido. Y los deportistas también lo hicieron propio. Sin embargo tampoco es recomendable, porque para llegar a unirse en un saludo de puños las personas también deben acercarse, quebrando el cerco de 1,5 metros recomendado para no contagiarse ni contagiar.
Entonces, ¿cómo saludarse en tiempos de pandemia? Tedros Adhanom Ghebreyesus recomienda usar un saludo sin contacto, como poner la mano sobre el corazón, desde una distancia de separación de al menos un metro.
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