La contaminación del aire se produce por la combinación de la mezcla de partículas sólidas y gases en el aire. Así, por ejemplo, las emisiones contaminantes provenientes de los automóviles, los compuestos químicos de las fábricas, el polvo, el polen y las esporas de moho pueden estar suspendidas como partículas y causar un grave daño en la salud de una persona.
En este contexto, una investigación realizada por Lilian Calderón-Garcidueña de la Universidad de Montana, Estados Unidos, y publicada en Environmental Research, reveló que las diminutas partículas de contaminación del aire en los tallos cerebrales de los jóvenes están asociados con el daño molecular relacionado con la enfermedad de Alzheimer y Parkinson.
Los investigadores estudiaron a 186 jóvenes fallecidos de la Ciudad de México que habían muerto en entre los 11 meses y los 27 años. En ellos encontraron abundantes nanopartículas contaminantes en los tallos cerebrales y no descartan que es probable que hayan llegado al cerebro después de ser inhalados en el torrente sanguíneo o por la nariz o el intestino.
Si el descubrimiento es confirmado por investigaciones futuras, tendría implicaciones mundiales porque el 90% de la población mundial vive con aire inseguro. Los expertos médicos son cautelosos con los hallazgos y dijeron que, si bien las nanopartículas son una causa probable del daño, aún está por verse si esto conduce a una enfermedad en el futuro.
Se calcula que 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire con altos niveles de contaminación, tanto en zonas urbanas como rurales. Sin embargo, la afectación es desigual: casi el 92% de las muertes relacionadas con la polución suceden en países de escaso desarrollo económico y social.
A pesar de que ya existe evidencia estadística de que una mayor exposición a la contaminación del aire aumenta las tasas de enfermedades neurodegenerativas, la nueva investigación muestra un posible mecanismo físico por el cual se produce el daño.
Los hallazgos indican que las nanopartículas se asociaron estrechamente con proteínas anormales que son características del Alzheimer, el Parkinson y la enfermedad de las neuronas motoras. Las proteínas aberrantes no se observaron en los cerebros de personas de la misma edad de áreas menos contaminadas, de acuerdo a los investigadores.
La investigación encontró las nanopartículas en la sustancia negra, un área clave del cerebro en la enfermedad de Parkinson. Aunque la causa principal de la enfermedad es una combinación poco entendida de genética y medio ambiente, el desencadenante inmediato es la pérdida de neuronas productoras de dopamina en el cerebro medio, que se sientan en la sustancia negra del cerebro y se proyectan en el cuerpo estriado dorsal.
Esa carretera neuronal controla el movimiento. Cuando las células de dopamina mueren, los pacientes sufren temblores, rigidez y dificultad para caminar. En los peores casos, deben usar una silla de ruedas y no pueden bañarse, alimentarse y, de lo contrario, cuidarse a sí mismos. Su pronóstico es sombrío. No hay cura y no hay tratamiento que pueda retrasar o detener el proceso de la enfermedad.
Las consecuencias del aire contaminado son muy nocivas para la salud. Las partículas contenidas en el aire contaminado causan problemas cardiovasculares, enfermedades respiratorias, accidentes cerebrovasculares y cáncer de pulmón, entre otras. Además, resulta muy peligroso para aquellas mujeres embarazadas.
La Organización Mundial de la Salud advirtió: “Unos 1800 millones de niños respiran a diario un aire tóxico que puede causarles graves trastornos en su salud y desarrollo. En casos extremos de polución, ésta puede llegar a ser mortal: 600.000 niños menores de quince años murieron a causa de infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores causadas por el aire contaminado el año 2016”.
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