Los adultos mayores de 60 años que permanecen físicamente inactivos tienen más riesgo de caídas, limitaciones funcionales, discapacidad y problemas mentales. Ya en estudios anteriores, se había comprobado que hacer ejercicio aeróbico, entrenamiento de resistencia progresiva y Tai Chi mejora la movilidad y la calidad de vida de estas personas.
Partiendo de este hecho, un grupo de especialistas encabezados por Garry A Tew del Departamento de Deporte, Ejercicio y Rehabilitación de la Universidad de Northumbria en el Reino Unido, se abocó a rastrear y agrupar las conclusiones extraídas por diferentes estudios previos que, según demostraron, coinciden en que la práctica de Hatha Yoga puede ser otra opción adecuada para prevenir caídas entre los adultos mayores, porque ayuda a desarrollar la fuerza, el equilibrio y la flexibilidad en distintos planos de movimiento. Además, concede importancia a los ejercicios respiratorios, la concentración o meditación y la relajación, lo que reduce la ansiedad y la depresión.
Casi un tercio de las personas mayores de 65 años y más de la mitad de las personas mayores de 80 tienen una caída al menos una vez al año. Las caídas y las lesiones relacionadas con caídas pueden cambiar la vida y provocar una discapacidad crónica, la admisión a una vida asistida o la muerte. Una caída también puede precipitar el miedo a caer, lo que puede llevar a la restricción de la actividad y, por lo tanto, a la pérdida de condición física. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de futuras caídas en un círculo negativo constante.
Contra la caída, movimiento
Las guías clínicas de varios países recomiendan intervenciones multifactoriales para prevenir caídas en personas mayores, con el ejercicio como componente clave. Una revisión reciente (108 ensayos que involucraron a 23 407 participantes) concluyó que hay pruebas sólidas de que los programas de ejercicio bien diseñados reducen el número de caídas en aproximadamente una cuarta parte entre las personas mayores que viven en la comunidad. Estos programas también reducen el número de personas que sufren una o más caídas. El ejercicio que involucraba principalmente el equilibrio y el entrenamiento funcional redujo las posibilidades de terminar en el suelo.
“El yoga es una práctica de cuerpo y mente que generalmente implica una combinación de posturas físicas, ejercicios de respiración y concentración/meditación -explica Tew- . El yoga se ha convertido en un medio popular para promover el bienestar físico y mental y se ha demostrado que mejora la calidad de vida relacionada con la salud en las personas mayores. 1La evidencia de estudios observacionales sugiere que es una forma de ejercicio aceptable y atractiva”.
En otro estudio liderado por el mismo equipo de Tew, se realizaron sesiones supervisadas por profesores, de tal forma que cada participante pudiera encontrar una variante adecuada y segura. Por ejemplo, ante un ásana de flexión del tronco, se indicó a los mayores con osteoporosis que solamente flexionaran las caderas, y no la totalidad del tronco; a los asistentes con hipertensión se les adaptaron las posturas para que la cabeza nunca estuviera por debajo del corazón; y a las personas con demencia se les animó a que fueran recordando pequeñas secuencias de asanas encadenados, ayudándose para ello en el tarareo de alguna canción de su infancia.
Arribaron, en su tarea, a una multiplicidad de conclusiones. La mayor parte del tiempo los participantes están sentados en sillas, bajo una modalidad adaptada que permitía no ponerlos en riesgo.
En Chile se llevó a cabo un estudio similar. El académico e investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Magallanes (UMAG), Cristian Núñez Espinosa y su equipo se interesaron en analizar desde el punto de vista psicofisiológico, el impacto de la práctica del Hatha. “Pudimos observar que los adultos mayores que pertenecían al grupo que participó en estas actividades, tuvo mejoras cardiacas en la semana 24 de este estudio, cuestión que implica un mejor control autonómico, mejor presión sistólica y una menor percepción de dolor”, aseguró el investigador.
Mover el esqueleto
El grupo que recibió las clases de yoga tuvo mayor sensación de bienestar psico-físico transcurridos los tres meses de práctica en comparación con el grupo de control. La flexibilidad del tronco inferior también puntuó más alto en el grupo de yoga, así como casi todas las funciones físicas.
No se vieron efectos claros en la masa corporal, la medida de la cintura ni la presión arterial. Sin embargo, el ritmo cardiaco sí se ralentizó tras la práctica.
El 95% de los participantes que formaron parte del grupo de yoga fueron entrevistados al terminar el programa. De ellos, el 90 % reportaron haber disfrutado y afirmaron que recomendarían el programa a otra gente. El 70 % pagó para asistir al próximo curso y 3 personas aseguraron que seguirían haciendo la práctica en casa. Aquellos que decidieron no seguir practicando yoga alegaron que preferían otro tipo de ejercicios. Uno de ellos comentó que las clases le habían resultado demasiado fáciles.
Del total de estas entrevistas, se dedujeron una serie de beneficios a nivel físico, mental y social del programa. Los físicos más citados fueron: mejora de la capacidad de levantarse de la silla y andar; mejora de la flexibilidad, y disminución del dolor. Asimismo, se habló de los siguientes beneficios psicológicos: disminución del estrés; mejora del estado de ánimo y reducción de la frecuencia de los ataques de pánico. Además, el 72% de la gente indicó que le había gustado la interacción social facilitada por la asistencia a las clases. De hecho, la mayoría afirmó que uno de los mayores beneficios que había tenido el programa era que les había ayudado a formar nuevas amistades.
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