La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) continúa causando una considerable morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Los informes de casos de pacientes hospitalizados sugieren que la enfermedad afecta prominentemente el sistema cardiovascular, pero el impacto general sigue siendo desconocido. Hasta ahora, el énfasis principal de la investigación ha estado en las complicaciones respiratorias agudas, especialmente en pacientes críticos.
A nivel mundial las enfermedades cardiovasculares constituyen el 31% de las muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al menos un 80% de esas muertes podrían evitarse si se controlaran los factores de riesgo principales: colesterol elevado, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo y estrés, entre otros.
Para comprender mejor la prevalencia, el alcance y el tipo de secuelas cardiovasculares, un grupo de investigadores del Hospital Universitario de Frankfurt, examinó proactivamente a pacientes con una infección reciente documentada por COVID-19 utilizando marcadores serológicos de lesión cardíaca e imágenes en profundidad altamente estandarizadas con resonancia magnética cardiovascular (CMR).
La investigación alertó sobre una alta prevalencia de secuelas cardiacas post-infección por COVID-19. El estudio, que incluyó a 100 pacientes recuperados de la nueva enfermedad, demostró compromiso cardíaco en el 78% de ellos, así como inflamación miocárdica en curso en el 60%.
De los 100 pacientes incluidos, 53 (53%) eran hombres, y la mediana de edad era de 49 (45-53) años. El intervalo de tiempo medio entre el diagnóstico de COVID-19 y el estudio fue de 71 (64-92) días. De los 100 pacientes recientemente recuperados de COVID-19, 67 (67%) se recuperaron en el hogar, mientras que 33 (33%) requirieron hospitalización. Se obtuvieron características demográficas, marcadores de sangre cardíaca y resonancia magnética cardiovascular (CMR). Se realizaron comparaciones con grupos de control sanos de edad y sexo de voluntarios sanos y pacientes con factores de riesgo.
“Esto es independiente del grado de severidad de enfermedad aguda, lo cual deja en evidencia la necesidad de estudio y seguimiento cardiovascular en todos los pacientes recuperados”, explicó Carlos Reguera, médico cardiólogo, Jefe del Área de Medicina Preventiva y Cardiología de INEBA.
Entre las afecciones cardiovasculares más frecuentes se encuentran: miocarditis, pericarditis, derrame pericárdico, arritmias, tromboembolismo venoso, insuficiencia cardíaca e infartos (patologías que incrementan la probabilidad de desencadenar muerte súbita).
“La enfermedad causada por este virus, continúa originando una eminente morbimortalidad en el mundo. Los informes de pacientes hospitalizados sugieren que el COVID-19 afecta de manera objetiva el sistema cardiovascular, aunque el impacto a futuro es desconocido”, explicó Reguera.
El estudio incluyó la realización de resonancias magnéticas cardiaca con gadolinio y análisis de sangre con Troponina T de alta sensibilidad y Proteína C Reactiva. La Troponina fue positiva en el 76% de los pacientes (marcador que indica daño miocárdico). También se valoró la función ventricular (sensible más baja en los pacientes positivos).
Por otra parte, tomaron biopsia endomiocárdica en pacientes con hallazgos graves, las cuales revelaron inflamación linfocítica activa (miocarditis relacionada a COVID-19).
Aunque aún no se pueden determinar los efectos sobre la salud a largo plazo de estos descubrimientos, varias de las anomalías descriptas se han relacionado previamente con un peor resultado en las miocardiopatías inflamatorias.
“Los resultados del estudio proporcionan información sustancial sobre la prevalencia de afectación cardiaca. Esto denota la necesidad de estudiar a todo paciente que desee retomar el ejercicio luego de ser afectado por COVID-19. Si bien, en cualquier momento de nuestra vida iniciar actividad física sin control supone un riesgo para la salud, en este tipo de pacientes mucho más. Es de buena práctica asistir a un chequeo médico para minimizar riesgos”, comentó el especialista, quién, además, detalla los controles a tener en cuenta. “Un buen control de salud comienza siempre en la consulta médica (interrogatorio médico-paciente y examen físico). Consecuentemente, debemos pensar que estudios complementarios aplican para cada caso en particular (análisis de sangre, ecodoppler cardíaco, electrocardiograma, holter, resonancia cardíaca, entre otros)”.
“Hoy más que nunca, es imperioso ser cautelosos a la hora de iniciar la actividad física. Actualmente, están asistiendo a los consultorios pacientes recuperados de COVID-19, evaluar su capacidad cardiopulmonar es crucial para retomar la práctica segura de ejercicios”, comenta el cardiólogo.
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