Que cuándo estará la vacuna, que cómo será la nueva normalidad, que si los asintomáticos contagian o si la inmunidad que adquieren quienes se infectan desaparece en poco tiempo.
Las especulaciones están a la orden del día, podría decirse. Y de tanto que se informa sobre el nuevo coronavirus, por momentos, incluso se tiene la sensación de que los expertos y hasta los organismos oficiales incurren en hacer futurología acerca del devenir de la pandemia.
Se sabe tanto -y a la vez pareciera que nada- sobre el SARS-CoV-2 que Infobae quiso recopilar algo de todo lo que circula alrededor del planeta.
1- Su origen
El posible origen del SARS-CoV-2 y el primer modo de transmisión de la enfermedad aún no se identificaron. El análisis del grupo inicial de infecciones sugiere que los individuos infectados tenían un punto de exposición común, un mercado de mariscos en Wuhan, provincia de Hubei, China.
Los restaurantes de este mercado son conocidos por proporcionar diferentes tipos de animales salvajes para consumo humano. Además, el mercado de mariscos de Huanan South China también vende animales vivos, como aves de corral, murciélagos, serpientes y marmotas y se cree que éste podría ser el punto donde ocurrió la transmisión zoonótica (del animal al humano). Aunque se alega que el SARS-CoV-2 se originó a partir de un huésped animal con mayor transmisión de persona a persona, la probabilidad de transmisión por alimentos debe descartarse con investigaciones adicionales, ya que es una posibilidad latente.
Sin embargo, una viróloga que huyó de China después de haber sido una de las primeras científicas en estudiar y alertar sobre el brote temprano de COVID-19 publicó en los últimos días un estudio en el que afirma que el coronavirus probablemente fue creado en un laboratorio.
El artículo de 26 páginas que Li-Meng Yan realizó en coautoría de otros tres médicos, se titula: “Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren una modificación de laboratorio sofisticada en lugar de la evolución natural y la delimitación de su ruta sintética probable”.
En el estudio, Yan escribe que el virus que causa el COVID-19, podría haber sido “creado convenientemente” dentro de un laboratorio durante un período de solo seis meses ya que “muestra características biológicas que son inconsistentes con un virus zoonótico natural”.
2- Cómo se contagia
El primer modo de transmisión del coronavirus probado es el de las micro gotas de saliva o flügge que expulsa una persona infectada al toser o estornudar, y también cuando canta o habla.
El virus utiliza ese entorno húmedo como vector, y puede infectar a otra persona si alcanza su boca, su nariz o sus ojos, por donde pasa a las células de las vías respiratorias. Los científicos consideran que ello requiere de un contacto cercano, de alrededor de un metro y que esas gotículas de entre 5 y 10 micras son relativamente “pesadas” y caen rápidamente, no permanecen suspendidas en el aire.
El virus también puede fijarse en superficies alcanzadas por las gotículas, como teclados, picaportes de puertas, botones de ascensores, teléfonos, etc, que si una persona sana los toca y luego se toca la cara, puede contagiarse.
Diferentes estudios han mostrado que el coronavirus puede permanecer mucho tiempo en superficies inertes, desde varias horas a incluso días si la temperatura y la humedad son favorables. Sin embargo, al cabo de unas horas, solo quedan restos, una cantidad insuficiente para contagiarse.
3- La enzima ACE 2, la puerta de entrada al organismo
Poco después de que comenzara el brote de COVID-19, los expertos descubrieron que la proteína ‘espiga’ del virus se une al receptor en las células humanas llamada ACE 2, abreviatura de “enzima convertidora de angiotensina 2”.
Para el biólogo y doctor en ciencias Federico Prada “una de las características a nivel biológico más importantes que tiene este coronavirus es que utiliza como puerta de entrada una molécula que está muy distribuida en el organismo, que al tener una cantidad muy grande por célula de esa molécula el virus encuentra múltiples sitios por donde entrar a las células y al organismo”.
4- Es una enfermedad inflamatoria
Según precisó a Infobae el médico especialista en medicina interna y neumonólogo Alexis Doreski (MN 141740) “en primer término, cabe resaltar que la etapa de replicación viral es en la mayoría de los casos limitada y no se extiende más allá de los 10 a 12 días posteriores al inicio de los síntomas, encontrándose la mayor carga viral al comienzo de los mismos”.
El director de investigación clínica y uno de los fundadores de Fundación Respirar explicó que “esta primera fase viral puede estar circunscripta a vías aéreas superiores o extenderse al pulmón, originando un cuadro de neumonía intersticial aguda”. “A medida que la respuesta inmune se pone en marcha, se produce una abrupta disminución de la replicación viral, dando paso a la segunda fase o fase inflamatoria -ahondó el especialista-. Esta es una etapa crucial en la progresión de la enfermedad ya que si el paciente desarrolla una respuesta inflamatoria moderada, en la gran mayoría de los casos evoluciona favorablemente”.
No obstante, cabe recordar que la calidad e intensidad de la respuesta inflamatoria “varía de un individuo a otro de acuerdo al estado y características propias de la inmunidad de cada uno”. “Además, la presencia de ciertas comorbilidades como edad avanzada, diabetes, tabaquismo, hipertensión arterial y obesidad implica por sí misma un factor de mal pronóstico -agregó Doreski-. Cuando estas condiciones convergen, se desencadena una respuesta hiperinflamatoria, resultando en un cuadro moderado a severo”.
5- Las personas con sobrepeso son especialmente susceptibles a padecer un cuadro grave
Un artículo publicado por The British Medical Journal (BMJ) reveló que la obesidad es un factor de riesgo independiente para enfermedades graves y muerte por COVID-19.
“Múltiples mecanismos podrían explicar la relación entre obesidad y COVID-19, entre ellos la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE 2), es decir, la transmembrana que el SARS-CoV-2 usa para la entrada celular, y que existe en grandes cantidades en personas con obesidad”, explicaron los investigadores.
Según este nuevo estudio, "aún no está claro si este es el resultado de una mayor expresión de ACE 2 en los adipocitos de personas con obesidad o que tienen más tejido adiposo en general (y, por lo tanto, un mayor número de células que expresan ACE 2).
6- El distanciamiento social es, hasta el momento, la única manera de prevenirlo
Según precisó el doctor Paul A. Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Children’s Hospital of Philadelphia y experto reconocido internacionalmente en virología e inmunología, en una entrevista con el sitio Medscape, “existen dos formas de detener este virus: una son las medidas higiénicas, como mascarillas, distanciamiento social, lavado de manos, y la otra es la vacuna. Con esos dos, podrá controlarse este virus. Pero se necesitarán ambos”.
“Lo que me preocupa es que si tuvieras que elegir cuál es el más fuerte de los dos, yo iría con medidas higiénicas. Quiero decir, si uso una máscara y me pongo a dos metros de ti, y tú usas una máscara y te paras a dos metros de mí, las posibilidades de que yo contraiga el virus de ti o tú de mí son casi nulas. Tienes dos cosas a tu favor. Uno, tienes una máscara, que va a prohibir que las pequeñas gotas del virus viajen muy lejos. Y dos, incluso si no usara una máscara y me quedara a esa distancia, lo más probable es que usted no contraiga el virus”.
7- Alrededor del 50% de los casos son asintomáticos
Así lo aseguró esta semana el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los EEUU, Anthony Fauci, al afirmar que “ahora está claro que alrededor del 40% -45% de las infecciones son asintomáticas”.
“Los portadores asintomáticos pueden representar una gran proporción, hasta el 50%, de las transmisiones de virus”, aseguró ante una multitud virtual de médicos de cuidados críticos reunidos por la Sociedad de Medicina de Cuidados Críticos (SCCM), al tiempo que consideró que “tales transmisiones han hecho que las estrategias de respuesta, como el rastreo de contactos, sean extremadamente difíciles”.
8- El COVID-19 no es sólo una enfermedad respiratoria
Inicialmente los especialistas se centraron en la característica de “virus respiratorio” que tiene el SARS-CoV-2, dado que es su sello distintivo y las principales manifestaciones clínicas del COVID-19 son respiratorias.
Sin embargo, con el tiempo se supo que el COVID-19 tiene un amplio espectro de complicaciones cardiovasculares, que incluyen falla cardíaca nueva, arritmias, síndrome coronario agudo, inflamación del corazón y hasta paro cardíaco. Además, la presencia de lesión cardíaca ha mostrado tasas de mortalidad desproporcionadas.
“La inflamación del corazón, llamada miocarditis, es una complicación potencialmente letal, y se han publicado múltiples reportes de casos. Actualmente se desconoce el mecanismo exacto, pero recientes hallazgos sugieren que parece ser el resultado de la infección directa del virus que ataca el corazón, o posiblemente como consecuencia de la inflamación desencadenada por la respuesta inmune excesivamente agresiva del cuerpo”. La médica cardióloga Lucrecia Maria Burgos (MN 148.752) destacó que “hay reportes de hallazgos directos de partículas del virus en el corazón a partir de estudio de biopsias cardíacas y autopsias”.
Según la especialista del servicio de insuficiencia cardíaca, hipertensión pulmonar y trasplante cardíaco del ICBA Instituto Cardiovascular, “fuera de los reportes de casos publicados, se desconoce la incidencia exacta de afectación del miocardio o miocarditis entre los pacientes hospitalizados con COVID-19. Sin embargo, varios estudios han informado lesiones cardíacas entre pacientes hospitalizados con COVID-19”. De un estudio de pacientes de un hospital de la Universidad de Wuhan, aproximadamente el 20% tenían lesión cardiaca, y en estos pacientes la mortalidad fue significativamente superior (51,2% frente a 4,5%).
9- Los síntomas persistentes preocupan a los especialistas
La lista de enfermedades persistentes de COVID-19 es más larga y variada de lo que la mayoría de los médicos podrían haber imaginado. Las secuelas reportadas en todo el mundo incluyen fatiga, latidos cardíacos acelerados, falta de aliento, dolor en las articulaciones, pensamiento confuso, pérdida persistente del sentido del olfato y daños en el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro.
Y lo que se observa es que la probabilidad de que un paciente desarrolle síntomas persistentes es difícil de precisar y no estaría relacionado con que la persona haya presentado un cuadro grave de la enfermedad.
Diferentes estudios rastrean diversas manifestaciones y siguen a los sobrevivientes durante diferentes períodos de tiempo. Así, por ejemplo, en Italia se descubrió que el 87% de una cohorte de pacientes hospitalizados por COVID-19 agudo todavía estaba luchando con síntomas persistentes dos meses después. Mientras que datos de un estudio, que utiliza una aplicación en la que se ingresan datos de millones de personas de los Estados Unidos, el Reino Unido y Suecia sugieren del 10 al 15%, incluidas algunas con casos “leves”, no se recuperaron rápidamente.
Lo cierto es que con la pandemia aún en curso, nadie sabe qué tan lejos en el futuro perdurarán los síntomas y si el COVID-19 provocará la aparición de enfermedades crónicas.
10- Dudas en torno a la seguridad de los test de PCR
Desde el inicio de la pandemia por COVID-19 se supo que las pruebas de diagnóstico rápidas y precisas serían fundamentales para lograr el control de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2.
En ese sentido, las pruebas de diagnóstico se dividen en dos categorías principales: pruebas moleculares que detectan el ARN viral y pruebas serológicas que detectan inmunoglobulinas anti-SARS-CoV-2.
La reacción en cadena de polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR) es una prueba molecular y se utiliza ampliamente como estándar de referencia para el diagnóstico de COVID-19; sin embargo, las limitaciones incluyen posibles resultados falsos negativos, cambios en la precisión diagnóstica durante el curso de la enfermedad, y precaria disponibilidad de materiales de prueba, según una revisión de estudios científicos publicada en BMJ.
11- Tratamientos en estudio con resultados prometedores
Mientras el mundo espera un tratamiento exitoso para combatir el nuevo coronavirus, en la Argentina, avanza el uso compasivo de un tratamiento con ibuprofeno inhalado. Más de 300 pacientes con cuadros moderados y severos de COVID-19 recibieron esta terapéutica en Córdoba, Buenos Aires y Jujuy.
Se trata de un desarrollo del doctor en bioquímica, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor), Dante Beltramo, quien modificó la molécula del ibuprofeno haciéndola 100% soluble en agua para administrarlo en nebulizaciones con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística, una enfermedad genética con altas tasas de mortalidad que afecta a niños y adolescentes.
“Observamos que las personas mejoran absolutamente la disnea, disminuye la frecuencia respiratoria, hay un aumento en la saturación muy marcado en algunos pacientes, tan amplio que pensamos en un efecto llamado redistribución de flujo”, agregó Doreski, a cargo del proyecto cordobés “Ibuprofeno inhalado” en Buenos Aires.
En la misma línea, avanza en el país la investigación sobre el uso de plasma sanguíneo de recuperados para transmitir anticuerpos a pacientes con COVID-19, un tratamiento que se encuentra en una fase de “ensayo clínico nacional” que está dejando unos primeros resultados esperanzadores.
Se trata de un tratamiento de inmunización pasiva, por el que se le otorga al paciente los anticuerpos que otra persona recuperada generó para que ejerzan su función en quien está cursando la enfermedad.
La terapéutica que surgió como alternativa segura por su antecedente exitoso en el MERS-CoV, ébola y en la epidemia de gripe H1N1 tiene su origen en las décadas del 50 y 60, cuando la epidemia de fiebre hemorrágica argentina se cobraba una innumerable cantidad de vidas hasta que la ciencia hizo su aporte y consiguió hallar un tratamiento efectivo: el plasma inmune de convaleciente desarrollado por el doctor Julio Maiztegui, que aplicado en etapas tempranas de la enfermedad, logró reducir significativamente la letalidad.
12- 175 vacunas en investigación corren la carrera por poner fin a la pandemia
Laboratorios, compañías e institutos de investigación de todo el mundo compiten por encontrar la fórmula que le ponga fin a la pandemia. Desde el Reino Unido hasta China, pasando por los Estados Unidos y Australia, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente hay en desarrollo más de 175 vacunas en todo el mundo, de las cuales 41 ya están siendo probadas en humanos.
Las primeras pruebas en humanos comenzaron en marzo, pero el camino por recorrer sigue siendo incierto. De hecho la desarrollada por el laboratorio AstraZeneca y la Universidad de Oxford, debió pausar su ensayo luego de encontrar “posibles reacciones adversas” en un participante del estudio en el Reino Unido.
Esta posible vacuna, considerada una de las más avanzadas que se desarrollan en todo el mundo, está en las fases finales de los ensayos clínicos antes de recibir la autorización de los organismos reguladores para proceder a inmunizar a la población.
13- Las vacunas más avanzadas utilizan diferentes tecnologías
Mientras el mundo espera una vacuna segura y eficaz para recuperar algún tipo de normalidad, en los desarrollos en curso están presentes lo que se conoce como “los tres escalones del dogma central de la biología molecular”.
“Hay algo que en biología se llama dogma central de la biología molecular y que dice que el ADN pasa a ARN y el ARN a proteína, es el flujo de la información a la función, y esto se da en muchos organismos”, explicó Prada, quien es responsable de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), y resaltó que “los tres escalones del dogma están presentes en las vacunas en estudio”.
“La de ADN, con el desarrollo de la Universidad de Oxford a la cabeza, pero que también utiliza la empresa china CanSino Biologics, produce un adenovirus que tiene dentro de su material genómico la información necesaria para producir la proteína S del virus”, explicó Prada.
Otra estrategia, que utiliza la vacuna de Pfizer, además de otras como la compañía Moderna “produce ARN mensajero, que es el escalón intermedio del dogma central de la biología molecular, para inocular en las células humanas y que sea ese propio ‘mensaje’ el que lleve la información para producir las proteínas con las que se va a inmunizar”.
Y la última, es utilizar las proteínas -el último eslabón del dogma- “y se sirve de virus aislado de pacientes, amplificados en células y luego clarificado e inactivado para producir la inmunización del sistema inmunológico y así generar memoria y preparar al organismo para el eventual desafío natural que se da cuando una persona se enfrenta a un virus”. Esta tecnología está presente en las vacunas que estudia CNBG (China National Biotech Group) conocida como Sinopharm.
14- El factor hematológico
Científicos de la Universidad de Utah Health, en los EEUU fueron un paso más adelante y descubrieron que el COVID-19 desencadena cambios en las plaquetas de la sangre, hecho que podría ser un factor contribuyente a la aparición de ataques cardíacos, derrames cerebrales y otras complicaciones graves en algunos pacientes que padecen la enfermedad.
En su estudio, publicado en la revista Blood de la Sociedad Americana de Hematología, los investigadores revelaron que las proteínas inflamatorias producidas durante la infección por coronavirus alteran significativamente la función de las plaquetas, convirtiéndolas en “hiperreactivas” y como consecuencia, más propensas a formar peligrosos coágulos sanguíneos y potencialmente mortales.
“El COVID-19 provoca mucha respuesta inflamatoria y eso es lo que genera en los pulmones un fenómeno que en un principio se creía similar a una neumonía viral -detalló a Infobae el médico hematólogo del Hospital Británico José Ceresetto (MN 74596)-. Se pensaba que los pacientes se morían con una reacción inflamatoria en los pulmones, pero parece que este virus se comporta diferente a los otros virus respiratorios en algunos aspectos y por eso ahora se está viendo que no sólo afecta la parte pulmonar sino también la vascular provocando microtrombosis”.
15- El aislamiento debilita la respuesta del sistema inmune
Una revisión de 14 estudios examinaron la soledad y otros 16 el aislamiento social y su relación con el sistema de defensas. “Algunos investigadores sugieren que la soledad y el aislamiento social conducen a una peor salud porque aumentan la inflamación, que es la respuesta que ocurre cuando el cuerpo le dice a su sistema inmunológico que produzca químicos para combatir infecciones o lesiones. También puede ocurrir cuando las personas experimentan estrés psicológico o social”.
“El aislamiento nos expone a situaciones en que somos sometidos a demandas o desafíos que exceden nuestra capacidad de respuesta habitual llevando al desarrollo de estrés. El estrés tanto físico como psicosocial al que el sujeto está expuesto lleva a la liberación de hormonas que regulan el funcionamiento del sistema inmunológico, ya sea produciendo una menor respuesta del mismo, aumentando la susceptibilidad a infecciones o el aumento de parámetros inflamatorios con aumento de procesos autoinmunes y tumorales”. Consultada por Infobae, la médica especialista en inmunología clínica Soledad Mayol (MN 138621) aseguró que “el sistema inmunológico necesita estar en contacto con patógenos por el estímulo que ellos tienen sobre las células que permite tanto la maduración inicial del mismo; como el desarrollo de mecanismos de defensa sean ‘más sofisticados’. El sistema inmunitario se adapta con el tiempo para reconocer patógenos específicos de manera más eficaz, generando una memoria inmunitaria con una respuesta mejorada o inmunidad a encuentros secundarios con ese mismo patógeno específico”.
16- No habrá una vacuna disponible de manera masiva hasta ¿2024?
Mientras la carrera por obtener una vacuna eficaz contra el nuevo coronavirus y la enfermedad COVID-19 que genera ingresa en la recta final, la ansiedad crece en todo el mundo que busca tener en sus manos una herramienta que pueda eliminar esta pandemia.
Los pronósticos más alentadores hablan de que antes de fin de año habrá una vacuna aprobada, de las nueve que están en fase 3 actualmente. Y que en el primer cuatrimestre de 2021 y hacia mitad de ese año, millones de personas ya estarán vacunadas.
Pero hubo otro análisis que provino de una fuente autorizada y que generó preocupación. El director ejecutivo del mayor fabricante de vacunas del mundo advirtió recién a finales de 2024 habrá suficientes vacunas COVID-19 disponibles para que todos en el mundo sean inoculados.
Días atrás, la jefa de científicos de la OMS, Soumya Swaminathan, advirtió que no espera que las posibles vacunas contra la COVID-19 estén disponibles para la población general antes de dos años -esto es 2022-, aunque los primeros grupos de riesgo podrían ser inmunizados a mediados de 2021.
17- La inmunidad que adquieren quienes se enferman puede desaparecer al cabo de unos meses
Bien sabido es que las personas que se recuperan de ciertas infecciones virales suelen desarrollar respuestas de anticuerpos específicos de virus que proporcionan una inmunidad protectora sólida contra la reexposición, pero algunos virus no generan inmunidad natural protectora, como el VIH. Según publicó la revista Science, “los estudios de desafío en humanos para el coronavirus del resfriado común han sugerido que puede haber inmunidad natural parcial. Sin embargo, actualmente no hay datos sobre si los humanos que se han recuperado de la infección por SARS-CoV-2 están protegidos contra la reexposición”.
Un equipo de investigadores del King’s College de Londres examinó los niveles de anticuerpos de más de 90 pacientes confirmados con el virus SARS-CoV-2 y su evolución en el tiempo. Los análisis sanguíneos mostraron que incluso los individuos con síntomas leves producían algún tipo de respuesta inmune al virus.
Del grupo estudiado, 60% de los pacientes dio una respuesta “potente” en las primeras semanas posteriores a la infección. Sin embargo, después de tres meses, solo 16,7% mantenía un nivel alto de anticuerpos neutralizadores del COVID-19 y algunos de ellos ni siquiera tenían una cantidad detectable en la sangre.
18- La mayoría de los niños con COVID-19 cursan la enfermedad sin síntomas clásicos
La mayoría de los niños que dieron positivo al virus SARS-CoV-2, responsable de causar la enfermedad COVID-19, no presentaban los síntomas clásicos de la afección y tampoco presentaban ninguna enfermedad respiratoria anexa, según los datos de un estudio retrospectivo realizado a 22 pacientes en un centro de salud de Nueva York, Estados Unidos.
“Hasta la fecha, los niños representan menos del 5% de los casos de COVID-19 en EEUU, pero los detalles de las presentaciones clínicas en los niños son limitados”, resaltó la médica pediatra especialista en Enfermedades Infecciosas Pediátricas Rabia Agha junto a sus colegas del Hospital de Niños Maimónides, de Brooklyn, NY.
La mayoría de los niños, para ser exactos un 82%, fueron hospitalizados dentro de los 3 días posteriores al inicio de los síntomas y no ocurrieron muertes durante el período de estudio. El síntoma más común fue fiebre sin una fuente en cinco bebés -un 23% de la muestra- por lo demás sanos de 11 a 35 días. Los cinco de estos niños se sometieron a una evaluación de sepsis , recibieron antibióticos empíricos y fueron dados de alta con cultivos bacterianos negativos dentro de las 48-72 horas. Otros 10 niños tenían fiebre en combinación con otros síntomas.
Otros síntomas de presentación fueron respiratorios en 9 niños, fatiga en 6 de ellos, convulsiones en 2 chicos y dolor de cabeza en uno solo de ellos.
19- Quienes sufren pérdida de olfato y gusto pueden tardar meses en recuperarlos
Uno de los signos de alerta que puede advertir a los médicos sobre la presencia del nuevo coronavirus es la pérdida repentina del olfato -anosmia- y del gusto -disgeusia-, además de los ya conocidos síntomas de fiebre, tos seca y cansancio.
Pero con el correr de la pandemia, los investigadores comenzaron a observar una tendencia inusual: la pérdida del olfato y el gusto podría persistir meses en pacientes recuperados por COVID-19.
Muchos de los pacientes que padecen estos síntomas recuperan el olfato a los pocos días, en el transcurso de los diez días que dura aproximadamente el período de contagio. Otros lo recuperan más rápido, a los dos o tres días; en estas personas suele ser el único síntoma de la enfermedad.
Pero existe un porcentaje de pacientes que sufren de una alteración cualitativa, esto significa que se pierde la calidad de lo que se huele. Esto se conoce con el nombre de parosmia (alteración de la percepción de lo que se huele) o disosmia, que es la distorsión de los olores.
La mayoría de los pacientes dijeron que no podían saborear ni oler incluso después de que desaparecieron otros síntomas. Los datos preliminares mostraron también que al menos una cuarta parte de las personas recuperaron su capacidad para saborear y oler dentro de las dos semanas posteriores a la disipación de otros síntomas. El estudio a su vez determinó que se necesitan datos a largo plazo para evaluar cuánto tiempo puede durar estos cuadros en personas que no informaron una mejora.
Tal como los propios expertos se esfuerzan en destacar, de esta enfermedad el mundo entero está aprendiendo “sobre la marcha”, como suele decirse. Así, lo que hoy es certeza mañana podría dejar de serlo. Y en tanto la ciencia hace su trabajo en busca de soluciones, en épocas en las que el planeta está ávido de “saber”, todo indica que habrá que seguirle dando “tiempo al tiempo”.
SEGUÍ LEYENDO