Después de convivir 9 meses y medio con el coronavirus SARS-CoV-2, muchas son las dudas, preguntas y claroscuros que rodean a la enfermedad por COVID-19. La ciencia avanza sin pausa buscando las respuestas, los métodos preventivos para que el virus no ingrese al organismo; las terapéuticas que puedan tratar de la mejor manera a los pacientes graves y las farmacéuticas más importantes del mundo corren detrás de la ansiada vacuna, con 10 candidatas en fase 3, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los coronavirus son una familia de virus que pueden causar enfermedades en animales y en humanos. En los seres humanos pueden provocar infecciones respiratorias que van desde un resfrío común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-SARS).
Actualmente nos encontramos ante una pandemia -es decir una epidemia que se propaga a escala mundial- por un nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, que fue descubierto en diciembre de 2019 y causa la enfermedad por coronavirus COVID-19.
Este virus se transmite de una persona a otra a través de las gotas procedentes de la nariz o la boca que salen despedidas cuando la persona con el virus tose, estornuda o habla. Otra posibilidad es por contacto con manos, superficies u objetos contaminados y en el ultimo tiempo la ciencia confirmó la tercera vía, a través de los aerosoles, que son micropartículas virales deshidratadas que pueden permanecer en el aire suspendidas por un tiempo, por ejemplo en sistemas de ventilación que no cuenten con los filtros adecuados, y sobre todo en espacios cerrados.
Es por esto que los bares y eventos que concentran gran cantidad de personas encabezan el raking de actividades supercontagiadoras. De esta manera, según coinciden todos los entes y organismos oficiales, es importante mantener distanciamiento social de por lo menos 2 metros, utilizar mascarilla y evitar los espacios cerrados.
Las preguntas que más le quitan el sueño a gran parte de la humanidad incluyen una diversa gama de puntos, desde cuándo estará la vacuna y de qué se tratan los proyectos candidatos más avanzados; cuánto dura la infección y cuándo contagia una persona, en qué momento es recomendable someterse a una prueba diagnóstica PCR para saber si estuvimos expuestos al virus causante del COVID-19; cuánto tiempo duran los anticuerpos, determinar si es posible reinfectarse; hasta saber si es correcto o no usar mascarilla a la hora de hacer deportes y si su uso frecuente genera intoxicación o falta de aire.
Prueba diagnóstica y exposición al virus
En relación a la primera pregunta, sobre cuánto tiempo después de haber estado expuesto al virus SARS-CoV-2 me debo hacer la prueba diagnóstica PCR y que medidas debo tomar mientras espero el resultado, el doctor Elmer Huerta, prestigioso oncólogo peruano, médico y comunicador radicado en Estados Unidos, se refirió a esta situación hipotética en un podcast especial de la CNN, Coronavirus: Hechos vs. Ficción: “Se debe asumir siempre que se está infectado y siempre protegiendo a las personas con las que se vive o convive aislandonos y usando mascarilla hasta que eventualmente aparezcan los síntomas o uno se haga la prueba molecular (PCR) y tenga los resultados, lo ideal es hacerla dentro de los primeros 14 días después del contacto”.
La PCR -por su sigla en inglés ‘Reacción en Cadena de la Polimerasa’- es una prueba de diagnóstico que permite detectar un fragmento del material genético de un patógeno, en este caso para detectar la presencia del virus SARS-CoV-2
Vacunas
A su vez, el experto Elmer Huerta se refirió a la vacuna: “Si bien es cierto que las grandes capitales del mundo puedan tener la vacuna en la segunda mitad del 2021, es posible que gran parte del planeta pueda acceder durante el año 2022”. El oncólogo y experto en Salud Pública precisó los tiempos tomando como referencia lo manifestado por la jefa de científicos de la OMS, Soumya Swaminathan, en donde la funcionaria advirtió a comienzos de septiembre: “Muchos piensan que a principios del próximo año llegará una panacea que lo resuelva todo, pero no va a ser así: hay un largo proceso de evaluación, licencias, fabricación y distribución” y adelantó que “no espera que las posibles vacunas contra la COVID-19 estén disponibles para la población general antes de dos años, aunque los primeros grupos de riesgo podrían ser inmunizados a mediados de 2021”.
Periodo de incubación
Según explica el Ministerio de Salud argentino, el “período de incubación” es el tiempo que transcurre entre la infección por el virus y la aparición de los síntomas de la enfermedad, que según los datos disponibles en el COVID-19 oscila entre 1 y 14 días, y en promedio alrededor de 6 días. A modo de comparación, el período de incubación de la gripe es 2 días en promedio y oscila entre 1 y 7. Por esta razón se les pide a las personas que podrían haber estado en contacto con un caso confirmado que se aíslen por 14 días.
Reinfección
Para el doctor Elmer Huerta, “hasta ahora, solo se han descrito científicamente dos casos de reinfección por COVID-19”. Un hombre de Hong Kong que se infectó inicialmente con COVID-19 en abril y se recuperó por completo fue reinfectado más de cuatro meses después de un viaje al extranjero, informó un nuevo estudio realizado por un equipo de la Universidad de Hong Kong y aceptado por la revista médica internacional Clinical Infectious Diseases. De acuerdo a lo manifestado a Infobae por el reconocido infectólogo argentino Fernando Polack, “no existe ninguna enfermedad viral respiratoria en el mundo que no tenga reinfecciones y los nuevos contagios por COVID-19 son necesarios para tener memoria inmunológica”.
Según las autoridades sanitarias, en un primer momento se pensó que el hombre podría ser un “portador persistente” del SARS-CoV-2, coronavirus causante de la pandemia de la COVID-19, y mantener el agente infeccioso en su organismo desde su anterior padecimiento. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Hong Kong aseguran que las secuencias genéticas de las cepas del virus que contrajo el hombre en abril y en agosto son “claramente distintas”.
Se sabe que los coronavirus del resfriado común causan reinfecciones en menos de un año, pero los expertos esperaban que el nuevo coronavirus se comportara más como sus primos SARS y MERS, que parecían producir una protección que duraría unos años. Pero todavía no está claro qué tan común podría ser la reinfección por el nuevo coronavirus, porque pocos investigadores han secuenciado el virus de cada infección.
Consultado por Infobae, el doctor Francisco Nacinovich, jefe de infectología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires y miembro de la comisión de vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología, explicó: “No se sabe el tiempo de protección aunque las reinfecciones parecen improbables dentro de los tres meses. Estamos aprendiendo de la situación, pero esto muestra que existe la posibilidad. Tampoco significa que esto se vaya a extender. Se supone que las vacunas proporcionarán inmunidad, es decir que desarrollarán inmunoglobulinas que podrán proteger la sangre y la vía respiratoria”.
“Tenemos 30 millones de casos documentados hasta ahora, pero el hecho de que uno de ellos en este momento haya sido reinfectado no debería causar una alarma indebida hasta el momento”, sostuvo Jeffrey Shaman, epidemiólogo de la Universidad de Columbia en Nueva York. “Sin embargo, sigue siendo muy, muy preocupante, y esto no hace nada para disipar eso, que podamos estar sujetos a una infección repetida con este virus”, añadió el experto.
Secuelas
Un estudio publicado en la revista JAMA Cardiology del 27 de julio describió que pacientes con COVID-19 leves o moderados pueden presentar complicaciones cardíacas de intensidad variable.
Los hallazgos revelados por la investigación demostraron afectación cardíaca en 78 pacientes (78%) e inflamación miocárdica en curso en 60 pacientes (60%), independientemente de las condiciones preexistentes, la gravedad y curso general de la enfermedad aguda y tiempo desde el diagnóstico original. Estos hallazgos indican la necesidad de una investigación continua de las consecuencias cardiovasculares a largo plazo de COVID-19.
De los 100 pacientes incluidos, 53 (53%) eran hombres, y la mediana de edad era de 49 (45-53) años. El intervalo de tiempo medio entre el diagnóstico de COVID-19 y el estudio fue de 71 (64-92) días. De los 100 pacientes recientemente recuperados de COVID-19, 67 (67%) se recuperaron en el hogar, mientras que 33 (33%) requirieron hospitalización. Se obtuvieron características demográficas, marcadores de sangre cardíaca y resonancia magnética cardiovascular (CMR). Se realizaron comparaciones con grupos de control sanos de edad y sexo de voluntarios sanos y pacientes con factores de riesgo.
Un total de 78 pacientes que se recuperaron de la infección por COVID-19 (78%) tuvieron afectación cardiovascular según lo detectado por CMR estandarizado, independientemente de las condiciones preexistentes, la gravedad y el curso general de la presentación de COVID-19, el tiempo desde el diagnóstico original o la presencia de síntomas cardíacos. La anormalidad más prevalente fue la inflamación del miocardio, detectada en 60 pacientes recientemente recuperados de COVID-19 (60%), seguida de cicatrización regional y realce pericárdico.
Los espacios cerrados
Según Elmer Huerta, “todo espacio cerrado es de riesgo moderado o alto para contagiarse con el nuevo coronavirus COVID-19, y es recomendable estar poco tiempo en estos ambientes y siempre utilizando mascarillas”.
En este sentido y desde los Estados Unidos, el prestigioso profesor de Química José Luis Jiménez, miembro del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado-Boulder, quien es un investigador muy citado en la literatura científica y pertenece a la Asociación Estadounidense para la Investigación de Aerosoles y la Unión Geofísica Estadounidense, advirtió que “la COVID-19 se transmite a través de aerosoles (micropartículas suspendidas en el aire), sistemas de ventilación que no cuenten con los filtros adecuados, y que estar al aire libre es 20 veces más seguro que estar en espacios cerrados”.
Según Jiménez, escuchamos sobre eventos de superpropagación, en donde una persona infecta a muchos, que ocurren en bares abarrotados y reuniones familiares, pero no en manifestaciones al aire libre. Esto sucede en un contexto en el que playas en ciudades como Chicago están cerradas, pero los gimnasios y los restaurantes que brindan sus servicios en espacios cerrados han reabierto. No es de extrañar que el público esté confundido. Esto sucede también en la Argentina, cuando por un lado reabren ciertas actividades al aire libre, y muchos rubros esperan la confirmación oficial de los protocolos para poder volver a abrir sus puertas.
“Es fundamental tener una descripción física clara de las formas en que se transmite la COVID-19, de modo que las personas y las instituciones puedan visualizarlo y comprender cómo protegerse”, apuntó Jiménez, quien detalló que la comunidad científica distingue tres formas de transmisión: a través de las superficies, las microgotículas que despiden las personas a la hora de toser y/o estornudar, y a partir de aerosoles, que son micropartículas virales deshidratadas que pueden permanecer en el aire suspendidas por un tiempo, por ejemplo en sistemas de ventilación, y sobre todo en espacios cerrados.
La terapéutica
De acuerdo a lo explicado en el podcast de la CNN “Coronavirus, realidad vs. ficción con el doctor Elmer Huerta”, “los casos leves o moderados COVID-19 pueden ser tratados en casa con los mismos medicamentos que se pueden comprar sin receta como el paracetamol”.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud enfatiza que al día de la fecha y aunque están en marcha varios ensayos de medicamentos, hasta el momento “no se ha demostrado que la hidroxicloroquina ni ningún otro fármaco puedan curar o prevenir la COVID-19”. “El uso indebido de la hidroxicloroquina puede provocar graves efectos secundarios y problemas de salud e incluso causar la muerte”, insisten al mismo tiempo que remarcan: “La OMS está coordinando los esfuerzos para desarrollar y evaluar medicamentos contra la COVID-19”.
Mascarilla y ejercicio físico
De acuerdo a lo manifestado por la OMS, “no es conveniente llevar mascarilla para hacer ejercicio físico, porque podría reducir la capacidad de respirar con comodidad. Además, la mascarilla se puede humedecer más rápidamente con el sudor, lo cual puede dificultar la respiración y promover el crecimiento de microorganismos. Lo importante para protegerse durante el ejercicio físico es mantenerse al menos a un metro de distancia de las demás personas”.
En relación a su uso prolongado y el mito que genera intoxicación y/o hipoxia -ausencia de oxígeno suficiente en los tejidos como para mantener las funciones corporales-, precisan que “utilizar mascarillas médicas durante mucho tiempo puede ser incómodo, pero no provoca intoxicación por CO2 ni hipoxia. Una vez puesta la mascarilla médica, compruebe que está bien colocada y que le permite respirar con normalidad. No reutilice una mascarilla desechable y cámbiela cuando se humedezca”.
Oxígeno en sangre:
Un hallazgo fortuito de una médica que trataba víctimas del coronavirus que sufrieron ACV permitió encontrar la clave en los capilares pulmonares. Actualmente se realizan más estudios para encontrar mejores tratamientos.
En los peores días de la pandemia de COVID-19 en Asia, en Europa y en los Estados Unidos los médicos se encontraron con un fenómeno tan incomprensible como idéntico: algunos pacientes llegaban a las salas de emergencia por sus propios medios y no parecían sufrir trastornos respiratorios de gravedad, pero sus niveles de oxígeno en la sangre indicaban que estaban cerca de necesitar un respirador.
¿Sufrían del síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), un cuadro raro pero crítico, o el coronavirus presentaba un enigma totalmente original? La hipoxemia —la falta de oxígeno en la sangre— era severa pero los pulmones funcionaban bien: no estaban rígidos, como suele suceder en el SDRA. Las discusiones y los estudios comenzaron en ese mismo momento, pero sólo ahora, y casi por casualidad, se logró comprender qué sucede en realidad.
Alexandra Reynolds y Hooman Poor publicaron sus “hallazgos de pura serendipia” en una carta que enviaron a la Revista de Medicina Respiratoria y Cuidados Críticos de los Estados Unidos. Especializada en cuidados intensivos neurológicos, Reynolds debió tratar a pacientes de COVID-19 que sufrían accidentes cerebrovasculares (ACV), lo cual hizo pensar que los problemas de coagulación excesiva podrían ser un rasgo distintivo del cuadro creado por el SARS-CoV-2. Para comprobarlo realizó ecografías Doppler transcraniales: quería entender cómo afectaba el nuevo virus a la circulación sanguínea en el cerebro. La manera de medir el oxígeno en sangre es a través de los oxímetros, conocidos también como saturómetros- pueden ayudar a las personas infectadas a buscar ayuda con mayor efectividad. “Los oxímetros de pulso son de venta libre”, aclaró Elmer Huerta.
Inmunidad previa
¿La infección por virus respiratorios podrían dar inmunidad contra COVID-19? Según explicó Huerta, “hay una teoría que sostiene que infecciones previas con los primeros cuatro coronavirus causantes de resfrío pueden dar inmunidad cruzada contra el virus SARS-CoV-2, sin embargo esto no es así, no dan esa protección”.
Recuperación
La mayoría de las personas que contraen la COVID-19 se recuperan y esto está demostrado por la OMS. Un alto porcentaje de las personas que contraen la COVID-19 presentan síntomas leves o moderados y pueden recuperarse con medidas de apoyo. "Si se tiene tos, fiebre y dificultades para respirar, busque atención médica pronto, pero llame antes por teléfono al centro de salud. Si se registra fiebre y vive en una zona con paludismo o dengue, busque atención médica inmediatamente y lo mismo si advierte pérdida de olfato y/o gusto (anosmia y disgeusia respectivamente).
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