Lo peor para una enfermedad crónica, multifactorial, de altísima y creciente prevalencia, que causa múltiples comorbilidades que impactan directamente en la expectativa de vida de las personas, es que quien la padezca, la subestime. Y el problema se agrava exponencialmente en el manejo de la obesidad cuando la mayoría de los pacientes no la reconocen todavía como una enfermedad, sino que solo creen tener sobrepeso.
Advirtiendo el impacto de la obesidad en la salud pública de las sociedades modernas, hace más de 70 años la Organización Mundial de la Salud la declaró justamente como enfermedad. Y desde entonces apeló a encararla de manera integral. Esta idea -mirar y tratar la obesidad como una enfermedad- fue una de las conclusiones que arrojó la investigación ACTION IO (Awareness, Care, and Treatment In Obesity MaNagement – an International Observation, por sus siglas en inglés), que estudió a más de 14.500 personas con obesidad y a casi 2.800 profesionales de la salud de 11 países, y que buscó identificar las barreras que existen en el manejo de la obesidad. Las conclusiones de ACTION fueron presentadas en el marco del Congreso Europeo Internacional de Obesidad (ECO-ICO 2020), que por el contexto de la pandemia se realizó de manera virtual.
El informe ACTION arrojó información científica robusta sobre el manejo de esta enfermedad: los científicos multidisciplinares observaron que los errores en la propia percepción sobre la enfermedad pueden generar una subestimación de las consecuencias y atentar contra su adecuado manejo. La cual además en este contexto pandémico se ve afectada por la pandemia del virus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad por COVID-19. Y los diferentes esquemas de aislamientos, en definitiva, que las personas se queden en sus casas incrementa exponencialmente el fenómeno del sedentarismo.
Volviendo a la investigación, entre otras conclusiones, se vio que 6 de cada 10 (62%) personas con obesidad grado 1, es decir, con índice de masa corporal (IMC) entre 30 y 34,9 kg/m2, consideraban que solamente tenían sobrepeso. Lo mismo pensaba el 31% de quienes tenían obesidad grado 2 (IMC entre 35 y 39,9 kg/m2) y 1 de cada 4 (25%) de los que presentaban grado 3 (IMC de más de 40 kg/m2).
La obesidad es una enfermedad crónica que requiere tratamiento a largo plazo, y debe ser respaldada con un acompañamiento continuo, idealmente con un grupo de profesionales multidisciplinarios. Está asociada con secuelas graves para la salud y con una menor expectativa de vida. Las complicaciones asociadas con la obesidad son enfermedades como la diabetes tipo 2, enfermedad coronaria, hipertensión, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño, enfermedad renal crónica, enfermedad del hígado graso no alcohólico y cáncer. Es una enfermedad multifactorial que está influenciada por factores psicológicos, psicosociales, ambientales, socioeconómicos y genéticos.
El aumento de la prevalencia de la obesidad a nivel mundial es un problema de salud pública que tiene grandes costos e implicancias en los sistemas de salud. En 2016, se registraba un 13% de personas adultas con obesidad en el mundo, lo que equivale a unas 650 millones de personas aproximadamente, de acuerdo a estimaciones de la OMS.
“El error de percepción que plantea la investigacion ACTION podría desalentar a que una persona con obesidad busque el apoyo que necesita para perder peso efectivamente o para tratar complicaciones ligadas a la enfermedad”, sostuvo la doctora Susana Gutt, médica especialista en Nutrición y miembro titular de la Sociedad Argentina de Nutrición.
Por otra parte, se vio que hay diferencias clave entre hombres y mujeres respecto del grado de comodidad que experimentan a la hora de hablar del peso, el manejo de la condición y las motivaciones, y se destacó la necesidad de lograr tratamientos a medida para mejorar el abordaje de la enfermedad.
Entre las personas con obesidad, los hombres son más propensos a desarrollar complicaciones cardio-metabólicas (10% versus 4%), mientras que las mujeres tienen el doble de posibilidades de padecer ansiedad o depresión (28% versus 14%). Por otra parte, la mujer es más propensa a realizar múltiples intentos para bajar de peso (promedio de 4,6 veces versus 3,1) y probar tratamientos médicos o quirúrgicos, pero el 75% recupera el peso a los 6 meses comparado con más de la mitad en el caso de los hombres.
“El estudio también reveló que es apremiante intervenir en forma más temprana, ya que los problemas de sobrepeso antes de los 20 años de edad están asociados a una mayor gravedad de la enfermedad y a sentimientos de desesperanza”, agregó Gutt.
ACTION IO, el primer estudio que indaga en las barreras para el manejo de la obesidad
En inglés ACTION-IO (Awareness, Care, and Treatment In Obesity MaNagement – an International Observation) es el ensayo de mayor escala de su clase que investiga las barreras en el manejo de la obesidad desde la perspectiva médica y de las personas con obesidad. El estudio encuestó a más de 14.500 personas con obesidad y a casi 2.800 médicos de 11 países, incluyendo Australia, Chile, Israel, Italia, Japón, México, Arabia Saudita, Corea del Sur, España, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido.
El ensayo ACTION-IO complementa la información valiosa obtenida en los estudios ACTION que se realizaron en los Estados Unidos y en Canadá y contribuyó a crear un panorama integral de las barreras en el tratamiento de la obesidad en la población mundial y a tener un perfil detallado por cada país que guíe el abordaje de la obesidad. Los estudios ACTION-IO y ACTION realizados en EEUU y Canadá contaron con el financiamiento de Novo Nordisk.
La rama de participantes más jóvenes tenía, en proporción, más obesidad grado 2 (23% versus 16%) y 3 (18% versus 11%) en comparación con quienes no eran obesos desde una edad temprana. Casi la mitad de las personas con obesidad a más temprana edad manifestaron sentir que no eran capaces de superar sus problemas de peso y el 40% expresó que sus vidas están regidas por el control de peso.
“Estos hallazgos permiten entender mejor cuáles son las barreras que obstaculizan el tratamiento efectivo de esta condición y destacan cómo la percepción, las actitudes y las conductas de las personas con obesidad afectan su abordaje. Comprender mejor el manejo de esta condición es sumamente importante, especialmente cuando el índice de obesidad se triplicó desde 1975 a nivel mundial y más aún ahora que la pandemia de COVID-19 expuso la falta de tratamiento de obesidad, una enfermedad inflamatoria crónica que puede afectar negativamente el curso de una infección por este virus,”, sugirió la doctora Juliana Mociulsky, médica endocrinóloga, jefa de la sección Nutrición del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
“La reciente pandemia de COVID-19 nos mostró lo importante que es entender a la obesidad como una enfermedad en toda la extensión de la palabra. Estos hallazgos destacan que sigue siendo subestimada con interpretaciones erróneas, profundamente instaladas en la sociedad y en la comunidad médica”, comentó Mociulsky.
“Ante el mayor impacto de la obesidad, y dado que la enfermedad es más difícil de tratar si comienza a edad temprana, tenemos que promover que los profesionales de la salud intervengan antes con tratamientos a la medida de las necesidades y conductas de cada paciente para lograr mejores resultados en personas que viven con obesidad”, agregó.
Muchos países reconocen a esta condición como una enfermedad crónica. No obstante, los médicos que no son especialistas en el tema no siempre la consideran tan grave como otras. Esta percepción también puede impedir que se priorice su tratamiento y se apoye a las personas que viven con esta enfermedad.
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