A ocho meses de la llegada del COVID-19, son cada vez más los estudios y las investigaciones que buscan comprender la nueva enfermedad. Sin embargo, hay un apartado que siempre despertó un particular interés: el mundo de los anticuerpos y la inmunidad en las personas que cursaron la enfermedad.
Algunos estudios habían indicado que los anticuerpos duraban pocas semanas, hasta un máximo de 12 meses, lo cual hacía que las reinfecciones representaran la amenaza de una temporada eterna de COVID-19. Sin embargo, un trabajo realizado sobre 30.000 personas en Islandia reveló que no es así: la inmunidad dura como mínimo cuatro meses, lo cual reabre la esperanza sobre la utilidad de una vacuna contra el SARS-CoV-2.
“El estudio de Islandia es una buena noticia. Es un tema que desde que se conoció la enfermedad que abarca bastante discusión, ya que todos quieren saber cuál es el tiempo exacto de la duración de los anticuerpos contra el COVID-19. Sin embargo, es importante señalar que hay dos procesos que forman parte de un tipo de respuesta del sistema inmune: los neutralizantes que circulan en sangre producidos por los linfocitos B, y los anticuerpos unidos a la membrana de los linfocitos de células T, que son para identificar patógenos”, señaló a Infobae el médico infectólogo Eduardo López.
La respuesta del cuerpo humano a una infección se desarrolla en dos partes. Primero, una respuesta inmune innata, que libera sustancias químicas y glóbulos blancos que luchan contra un virus y lo destruyen. El segundo es una respuesta inmune adaptativa que, junto con otros efectos, produce anticuerpos dirigidos que pueden adherirse a un virus y detenerlo. Si este último es lo suficientemente fuerte, puede crear una respuesta duradera a la infección que proporcionará protección futura al sujeto.
En este sentido, el especialista explicó que en casi todas las enfermedades infecciosas, como por ejemplo la del sarampión, la inmunidad humoral de la persona con el tiempo disminuye: “Por eso en muchas ocasiones, se requiere una nueva dosis de refuerzo de una vacuna”.
De hecho, el artículo Respuesta inmune humoral al SARS-CoV-2 en Islandia destaca que el nivel de anticuerpos de las personas recuperadas no se redujo mientras duró el estudio, que además de masivo fue prolongado: “Nuestros resultados indican que los anticuerpos antivirales contra el SARS-CoV-2 no menguaron durante los primeros cuatro meses después del diagnóstico”. Eso se verificó en más del 90% de los pacientes que superaron la enfermedad.
“La observación más sorprendente fue que los anticuerpos permanecieron estables durante los cuatro meses posteriores al diagnóstico”, los autores del estudio. “A diferencia de estudios anteriores, este sugirió que la inmunidad humoral del SARS-CoV-2 podría ser estable”.
“En el caso del COVID-19, no se sabe con certeza por cuanto tiempo duran los anticuerpos en la persona, debido a que es una enfermedad relativamente nueva que lleva ocho meses en la vida de la población y los estudios más extensos que abordan el tema tienen alrededor de 4 meses a 6 meses de investigación”, enfatizó López.
El profesional explicó que aquellos con las infecciones más fuertes crean la respuesta inmune más fuerte. Como los estudios sugieren, cada vez que las personas que contraen COVID-19 tienen síntomas leves o no presentan síntomas, es posible que tengan una respuesta inmune deficiente cuando el virus ingrese a su sistema. Incluso si se desarrolla inmunidad, no está claro cuánto tiempo duraría, ya que el COVID-19 no ha existido el tiempo suficiente, aunque otro coronavirus, el resfriado común, tiene una inmunidad de corta duración. Mientras que los anticuerpos de coronavirus más graves, como el SARS o el MERS, se han detectado en sujetos años después de la infección.
La inmunidad más allá de los anticuerpos
De este modo, el infectológo explicó que lo novedoso del estudio de Islandia es que aborda la posibilidad de que si la persona cursó la enfermedad y ya no tiene anticuerpos no significa que no sean inmunes, ya que todavía cuentan con las células de memoria: “Por ese motivo las reinfecciones son muy extrañas en la población. Si no hubiera células de memoria, hay que imaginarnos que todos estaríamos reinfectados. Hoy son muy pocos los casos de reinfección con síntomas”.
En esta línea, una nueva investigación del Instituto Karolinska y del Hospital Universitario Karolinska reveló que muchas personas con COVID-19 leve o asintomático exhiben la llamada inmunidad mediada por células T al nuevo coronavirus, incluso si no han dado positivo en la prueba de anticuerpos.
“Los análisis avanzados ahora nos han permitido mapear en detalle la respuesta de las células T durante y después de una infección por COVID-19. Nuestros resultados indican que aproximadamente el doble de personas ha desarrollado inmunidad de células T en comparación con aquellas en las que podemos detectar anticuerpos”, describieron los autores del estudio.
“No tener anticuerpos no implica que haya pérdida de inmunidad”, señaló el infectólogo. De este modo, una observación interesante fue que no solo las personas con COVID-19 verificado mostraron inmunidad a las células T, sino también a muchos de sus familiares asintomáticos expuestos. Además, aproximadamente el 30 por ciento de los donantes de sangre que habían donado en mayo de 2020 tenían células T específicas de COVID-19, una cifra que es mucho más alta que las pruebas de anticuerpos anteriores”, agregó.
“La reinfección sin síntomas no es lo mismo que volver a enfermarse. La persona puede recibir nuevamente el virus porque tiene la célula de memoria que lo que hace es que nuevamente produzca rápidamente anticuerpos y bloquee el virus en la puerta de entrada”, comentó el infectólogo.
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