Li Wenliang, el médico en China que advirtió sobre el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, murió a causa del virus en febrero, a los 34 años. Su muerte fue impactante no solo por su papel al dar a conocer la epidemia emergente, sino también debido a su edad, pues los jóvenes no tienen un gran riesgo de morir por la COVID-19.
“¿Es posible que Li muriera porque, como médico que pasaba mucho tiempo cerca de pacientes enfermos graves que habían contraído el COVID-19, se infectó con una carga tan alta?”, se preguntaba en abril pasado Joshua D. Rabinowitz, profesor de Química y Genómica en Princeton. Momento en que, además, advertía que por entonces “la importancia de la carga viral está siendo ignorada en el diálogo del coronavirus. Como con cualquier otro veneno, los virus generalmente son más peligrosos en grandes cantidades. Las pequeñas exposiciones iniciales suelen llevar a infecciones ligeras o asintomáticas, mientras que dosis más grandes pueden ser letales”. La carga viral en COVID-19 podría correlacionarse con la infectividad, el fenotipo de la enfermedad, la morbilidad y la mortalidad.
Las plataformas de detección del coronavirus actualmente informan resultados cualitativos. Sin embargo, la tecnología basada en RT-PCR permite el cálculo de la carga viral, que está asociada con el riesgo de transmisión y la gravedad de la enfermedad en otras enfermedades virales.
Hasta la fecha, ningún estudio ha evaluado la asociación entre la carga viral y la mortalidad en una gran cohorte de pacientes. Hasta que Elisabet Pujadas y colegas de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York, ha sido los primeros en informar sobre la carga viral del SARS-CoV-2 en el momento del diagnóstico como un predictor independiente de mortalidad.
Los descubrimientos
Tanto las cantidades grandes como pequeñas del virus pueden reproducirse dentro de nuestras células y provocar una enfermedad grave en las personas vulnerables, como las inmunocomprometidas. Sin embargo, en las personas sanas, el sistema inmunitario responde en cuanto percibe un virus que crece adentro. La recuperación depende de lo que sea más veloz: la propagación viral o la activación inmunitaria.
Los expertos en virus saben que la carga viral afecta en cuán grave será la enfermedad. En los laboratorios, los ratones que reciben una carga viral baja, la eliminan y se recuperan, mientras que el mismo virus en una carga más alta termina por matarlos. Se ha observado sensibilidad a la carga viral en todas las infecciones virales agudas comunes que se han estudiado en animales de laboratorio, incluyendo los coronavirus.
Los analistas de New York evaluaron las cargas virales para pacientes sintomáticos hospitalizados que dieron positivo para SARS-CoV-2. Se midieron en muestras recolectadas entre el 13 de marzo y el 4 de mayo, que dieron positivo.
Un análisis de supervivencia reveló una diferencia significativa en la probabilidad de supervivencia entre aquellos con alta carga viral (definida como mayor que la carga viral media global) y aquellos con baja carga viral, con un seguimiento medio de 13 días y uno máximo de 67 días.
La estratificación temprana del riesgo en COVID-19 sigue siendo un desafío. Aquí, mostramos una relación independiente entre la alta carga viral y la mortalidad. La transformación de las pruebas cualitativas en una medición cuantitativa de la carga viral ayudará a los médicos a estratificar a los pacientes y elegir entre las terapias y ensayos disponibles.
La carga viral también puede afectar las medidas de aislamiento en función de la infectividad.
Se espera que el trabajo futuro aborde la dinámica de carga viral del SARS-CoV-2 y la relación cuantitativa con anticuerpos neutralizantes, citocinas, afecciones preexistentes y tratamientos recibidos, entre otras covariables, a medida que se desarrollen algoritmos integradores para la predicción del riesgo.
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