La nueva enfermedad puso en jaque al sistema sanitario mundial, ya que como todo lo indica, es tan nueva que obligó al mundo de la salud y de la ciencia, a tener que trabajar a contrarreloj, para poder comprender el alcance, la dimensión y otros aspectos del nuevo coronavirus COVID-19.
A medida que se fue conociendo más sobre la nueva pandemia, se reveló que las personas con enfermedad coronaria, hipertensión, enfermedad cardíaca en general, junto con los diabéticos, tienen un mayor riesgo de desarrollar COVID-19 grave, según estudios en China. Los investigadores observaron que, en pacientes hospitalizados, el virus podría llegar al corazón y causar arritmias, isquemia miocárdica, miocarditis y shock.
A nivel mundial las enfermedades cardiovasculares constituyen el 31% de las muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al menos un 80% de esas muertes podrían evitarse si se controlaran los factores de riesgo principales: colesterol elevado, hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo y estrés, entre otros.
¿Qué es una miocarditis? “Es una inflamación aguda, que manifiesta síntomas muy leves como dolor en el pecho, un derrame en el pericardio hasta formas muy graves como arritmias fatales o insuficiencia cardíaca hasta dificultad para respirar. Tiene un compromiso clínico muy variado, formas muy leves o en el caso de las severas que pueden llegar a necesitar un trasplante”, explicó a Infobae la Médica Cardióloga, Mirta Diez, especialista en Insuficiencia Cardíaca y jefa de la sección de Insuficiencia Cardíaca e Hipertensión Pulmonar del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
Según Mirta Diez, en algunos casos más graves de pacientes con coronavirus, se observó que tenían arritmias graves, isquemia, entre otras, pero que aún no se puede establecer la relación directa: “Se pudo observar por la resonancia magnética en varios reportes de biopsias de pacientes y se pudo constatar que hay una inflamación en el corazón. Sin embargo, aún falta evidencia para relacionarlas directamente ya que la enfermedad como sabemos, es muy nueva”.
“No está claro que el virus del COVID-19, genere de manera directa la miocarditis como por ejemplo la miocarditis por parvovirus, si bien es una posibilidad no hay evidencia suficiente para poder afirmar algo así”, enfatizó Diez.
Las biopsias endomiocárdicas y las necropsias, pruebas de confirmación de referencia, han sido escasas y distantes entre sí. Esto ha dado lugar a que algunos cardiólogos cuestionen la verdadera frecuencia de miocarditis por SARS-CoV-2, o incluso si hay una prueba definitiva de que el virus produzca miocarditis directamente.
Sin embargo, un análisis de resonancia magnética cardíaca en mayo y publicada en Medscape señaló que la miocarditis aguda, se presentaba en 8 de cada 10 pacientes con “síndrome similar a miocarditis” y un estudio publicado el 30 de junio afirmaba que el coronavirus puede infectar las células cardíacas en una placa de laboratorio.
Los factores de riesgo en pacientes con COVID-19 son: edad avanzada, trastornos cardiovasculares concomitantes y elevación de la troponina o el propéptido natriurético cerebral N-terminal, entre otros, mientras que la miocarditis es una enfermedad que en casi todos los casos median factores inmunitarios, y no se libera troponina.
“Aunque por el momento, nada parece indicar que hay una relación estrecha entre el nuevo virus y la miocarditis, es muy importante que las personas no dejen de acudir a las consultas con su cardiológo ya que estamos viendo a muchos pacientes que llegan con cuadros que tienen años y años. El virus va a estar con nosotros por mucho tiempo, no tenemos una fecha límite, por eso no hay que descuidar otros aspectos”, concluyó Diez.
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