“Está terrible, le digo que no, lo hace igual y se ríe”, es una de las frases más repetidas por los padres o adultos responsables de un niño en pleno crecimiento, o al menos, así lo explican Adí Nativ, Ivana Raschkovan y Noelia Schulz en su libro No tan terribles, de Planeta.
Lo cierto es que todo cambia y aunque no hay una fórmula mágica, se podría decir que los estilos de crianza de otras generaciones pasadas hoy evolucionaron hacia un nuevo paradigma que comprende al niño como persona con derechos. “Este libro no es una guía para las familias ni un manual de instrucciones. Estamos viviendo momentos históricos, de grandes cambios culturales, y esto también implica abandonar la idea de decir a las personas lo que tienen que hacer”, dicta el libro.
En este sentido, las tres autoras que integran la Red Interdisciplinaria de Crianza, dirigen y abordan temáticas junto a familias que buscan entender lo que les sucede a aquellos niños que hasta hace poco eran unos bebés tranquilos, que luego empiezan a crecer y entran en una etapa de aprendizaje y exploración. La misma corresponde alrededor del año y se extiende aproximadamente hasta los cuatro años, a esta fase se la llama los “terribles dos años”.
De acuerdo a las autoras, la primera infancia es un momento único de crecimiento, ya que durante esta etapa los niños reciben una mayor influencia de sus entornos y contextos sociales respecto a etapas posteriores. A los niños en esa etapa los denominaron los “deambuladores” cuyas características son ser exploradores natos, pequeños científicos, que contrastan sus hipótesis constantemente y, en ese momento de prueba y error, aparece el “no se puede” y produce una coalición sin precedentes.
Cómo se constituye el “no” en la primera infancia
“El ‘no’, es una palabra usada en demasía. Lo usamos tanto que pierde la efectividad. Por eso, es importante empezar a aplicar la comunicación empática, intentar con la positiva, tratando de lo que estamos diciendo no se tome como un no rotundo. En esta edad, los niños están formando ese ‘yo', y en muchos casos puede llegar a demostrarse con toda la furia. Como adultos, podemos decir lo mismo sin decir lo mismo: ‘Esto no, pero esto sí‘, habilitar los espacios donde no haya que estar continuamente cuartando la necesidad de exploración que ellos sienten”, explicó a Infobae Noelia Schulz.
Y es que los niños no entienden el concepto del “no” del mismo modo que las personas adultas, dado que es un concepto abstracto que atenta contra el deseo o las necesidades del menor durante esta etapa. “Los chicos todavía no tienen la capacidad de asociar como lo tenemos los adultos, no aprendieron lo que es la gravedad, sino que buscan probar, probar y probar. Como adultos, es importante entender el proceso por el que está pasando el niño”, apuntó a este medio Adí Nativ.
La era de la crianza respetuosa
De acuerdo a Ivana Raschkovan, este libro no es un conjunto de recetas sobre cómo criar sino una herramienta sobre la crianza respetuosa: “Tenemos que entender que el respeto es recíproco. Hoy uno de los grandes desafíos de la crianza es cómo criar al niño sin ejercer violencia y como muchas generaciones, fuimos criados en un contexto adultocéntrico, es decir, el adulto siempre estaba en el centro y cuyos efectos negativos se pueden ver a largo plazo en la vida de las personas”.
De este modo, las autoras apuestan por una crianza donde ni el adulto ni el niño sean el centro, sino que esté en el centro el que necesite en ese momento preciso. “Apostamos por una crianza respetuosa que tiene en cuenta las necesidades tanto del adulto como la del niño”, enfatizó Schulz.
En ese sentido, las autoras explicaron que lo mejor siempre será comunicarse empáticamente con los más chicos, ya que la forma en la que comunican los adultos construye. Para ello, las especialistas aconsejan evitar las etiquetas, cuidar las palabras y el tono de voz, el lenguaje corporal, ponerse a su altura, escuchar activamente, hacer preguntas en lugar de afirmar y aceptar que no siempre habrá acuerdos pero que eso forma parte de la crianza.
“El mayor desafío de la crianza hoy es el de apostar a una crianza respetuosa, entendiendo que los niños son sujetos de derecho, que ser el adulto que cría no implica ser el dueño de ese niño. Nosotros estamos para acompañarlos en este crecimiento y camino de desarrollo”, Adí Nativ.
Los desafíos de la crianza en cuarentena
La llegada de la pandemia llevó a que se tuviera que dictar el aislamiento social preventivo y obligatorio que forzó a los argentinos a permanecer en sus hogares. Para muchos significó convivir 24/7 con sus pequeños, sin tener que estar pendientes de la rutina, de los horarios pero por sobretodo de conectarse en familia.
De acuerdo a Schulz, el aislamiento llevó a que las familias se queden sin sus redes de contención como lo son los jardines de infantes, los abuelos, las niñeras o los posibles cuidadores: “Eso sumado a lo propio de la edad y al contexto del encierro se convierte en un cóctel explosivo. Hay que tener mucha paciencia, flexibilidad y saber que va a haber procesos como que deje los pañales que quizás se vean interrumpidos. Por otro lado, los que están criando a una persona no deben olvidarse de cuidarse, repartirse las tareas domésticas, el cuidado de los chicos, y regalarnos aunque sea unos tiempos cortos de soledad”.
Nativ explicó que a diferencia de los adolescentes que tienen las redes sociales, son los más pequeños los que están sufriendo más: “En este momento hay que entenderlos más que nunca, promover la actividad física, la sociabilización, entre otros. Si los adultos se desbandan y no pueden consigo mismos, será muy difícil regular a los chicos. Es importante escucharse a ver en qué estado está uno como adulto, y también entender que hay muchos espacios de ayuda al adulto para poder acompañar en este momento de la manera que se merecen”.
“La cuarentena es un gran desafío para todos. Humildemente si hay algo que podría decirles a los padres es que aprovechen este momento para conectar con los chicos, jugar mucho, ya que en un contexto normal muchas veces no tenemos tiempo para jugar. Si hay algo que nos brindó este tiempo en casa es la oportunidad para conectar con los chicos”, enfatizó Raschkovan.
No hay nada escrito
Las tres autoras invitan a los lectores a deconstruir lo que se estableció como universal, cuestionar mandatos, repensar prácticas, buscar otras maneras y construir demócraticamente reglas en familia, pero lo más importante: que cada familia pueda crear vínculos saludables, con menos frustración y más alegría.
“Hay un dicho muy popular: ‘los padres y madres cuidan mientras que los abuelos malcrían', entendiendo que malcriarlos es hacer cosas más placenteras. Eso me parece que es triste porque la crianza dura muchos años, y debería ser disfrutable en todas las etapas. El ambiente debe ser de armonía y de sentir que todas las partes tienen su lugar en la familia. Eso se logra con un trabajo diario y nuestra idea con este libro era volver a traer a la luz la dimensión del disfrute y cómo la crianza regala esa oportunidad”, concluyó Schulz.
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