El 14 de marzo, el ministro de Salud de Francia Olivier Véran publicó en su cuenta de Twitter que la toma de antiinflamatorios como el ibuprofeno y la cortisona podría ser un factor agravante de la infección por COVID-19.
El daño ya estaba hecho. Pese a que días más tarde la Organización Mundial de la Salud (OMS) y algunas autoridades reguladoras como la Agencia Europea de Medicamentos (AEM, por sus siglas en inglés), el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) del Reino Unido, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en España y la Health Products Regulatory Authority (HPRA) en Irlanda manifestaron que no existe evidencia actualmente que permita afirmar un agravamiento de la infección por COVID-19 con el ibuprofeno u otros antiinflamatorios no esteroides (AINEs), la primera idea había calado hondo.
Sin embargo, en los últimos días se conoció nueva información sobre el uso de ibuprofeno en pacientes infectados por SARS-CoV-2. “El ibuprofeno no daña, por el contrario, es un potente antiinflamatorio no esteroideo, que puede ayudar enormemente a la mejoría clínica y a evitar la progresión a ventilación mecánica en SARS-CoV-2”, aseguró a Infobae Alexis Doreski, médico especialista en medicina interna, neumonólogo (MN 141740) e investigador clínico, quien destacó que “el estudio Liberate con ibuprofeno lipídico oral en 230 pacientes COVID-19 positivos, realizado en el King´s College de Londres con fondos del NHS, propone con un tratamiento de bajo costo evitar la progresión de los pacientes hacia el respirador”.
“El ibuprofeno tiene propiedades antiangiogénicas”, señaló el especialista. En un estudio publicado en New England Journal of Medicine el 21 de mayo se observó en siete autopsias de pacientes fallecidos por COVID-19 que la enfermedad genera angiogénesis intususceptiva. “Esto significa generación de un nuevo capilar sanguíneo a partir de un capilar existente”, precisó el investigador a este medio, y reforzó: “Existen estudios desde 2005 que afirman que el ibuprofeno tiene estas cualidades”.
Doreski está a cargo del proyecto cordobés “Ibuprofeno inhalado” en Buenos Aires, un trabajo que prueba una formulación farmacéutica a base de ibuprofeno, inhalatoria y nebulizable, y que “está dando resultados muy positivos”.
El tratamiento es algo completamente innovador: su acción terapéutica es antiinflamatoria, bactericida así como viricida, y está destinada al potencial tratamiento de afecciones pulmonares, entre ellas el nuevo coronavirus causante de COVID-19.
La idea surgió hace siete años, y es de Dante Beltramo, investigador principal de CONICET en CEPROCOR, quien modificó la molécula del ibuprofeno haciéndola 100% soluble en agua para administrarlo en nebulizaciones con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística, una enfermedad genética con altas tasas de mortalidad que afecta a niños y adolescentes.
Con la posibilidad de establecer protocolos de tratamientos compasivos ampliados, con el aval del gobierno cordobés, Beltramo empezó a investigar si era posible aplicar la molécula para esta nueva enfermedad.
“En ninguna publicación se demostró que genere daño, no hay evidencia científica que avale los dichos del ministro francés”, destacó Doreski, y amplió: “El coronavirus es una enfermedad inflamatoria; puede tratarse con paracetamol, que es un antipirético y analgésico y llegar a estadios de la enfermedad avanzados sin fiebre ni dolor, pero sin frenar el efecto inflamatorio. Estamos ante una enfermedad inflamatoria y no tiene lógica tratarla sin un antiinflamatorio”.
En la misma línea que investigan en Córdoba Trial, a principios de este mes el laboratorio Gilead anunció que probará su molécula remdesivir en una forma inhalada en polvo seco y también en una forma nebulizable.
Remdesivir es el único medicamento hasta ahora que se demostró que ayuda a los pacientes con COVID-19, pero las compañías están buscando formas de hacerlo funcionar mejor.
Desde el laboratorio norteamericano aseguraron en un comunicado que a largo plazo están explorando una formulación de remdesivir para inyección subcutánea, así como también versiones en polvo seco para inhalar. El fármaco no se puede administrar como una píldora porque tiene una composición química que se degradaría en el hígado, y la formulación intravenosa (IV) sólo la usan los hospitales.
La idea es que un nebulizador haga que remdesivir esté más directamente disponible para la vía aérea superior y el tejido pulmonar, ya que se sabe que el coronavirus ataca los pulmones. También permitiría el tratamiento temprano de pacientes con coronavirus que no están hospitalizados.
“Durante 20 años y hasta hoy, fui testigo privilegiado de terapias innovadoras en medicina, algunas con resultados extraordinarios, donde los pacientes accedieron antes que otros a tratamientos de vanguardia muchas veces no disponibles en el país -relató Doreski-. Primero como coordinador de estudio, luego como subinvestigador y actualmente como investigador principal, que es el médico responsable por la investigación y último responsable por la seguridad de los participantes”.
Y tras agradecer a los profesionales que colaboran en el proyecto en Buenos Aires (doctor Oscar Salva, doctora Celia Giler, doctor Jorge Fandi, doctor Osvaldo Tiberio, doctor Abel Bordón, doctor Gustavo Villar, doctor Ezequiel Klimovsky, Paula Haigazian, María Eugenia Molina) consideró que “estar dentro de un estudio clínico es no sólo una gran oportunidad, sino también un derecho de los pacientes”. “En muchas patologías y, especialmente en oncología, terapias a las que acceden personas en países del primer mundo están accesibles a la población si cumplen los requisitos, llamados criterios”.
Para él, la Argentina debe decidir como país “si quiere estar en una actitud pasiva, esperando la vacuna de países desarrollados, o el antiviral, o alguna solución, o quiere ser protagonistas en ciencia como muchas veces lo fue en la historia”.
SEGUÍ LEYENDO