“Realmente no creo que las cosas sean como antes luego de la pandemia en términos de higiene. Para mí, jamás será lo mismo”.
Naomi Campbell, la “diosa de ébano” que en los años noventa llegó a ser uno de los emblemas de la camada de súper modelos más famosas del mundo, conversaba con su amiga Anna Wintour sobre la situación actual del mundo confinada en el living de su hogar. Muchos fuimos testigos de aquella charla en el marco del programa No Filter With Naomi, que se transmite en vivo en su canal de YouTube con un éxito tan rotundo que la plataforma decidió extenderlo de manera indefinida.
El 29 de noviembre de 2018 Naomi Campbell se lanzaba al mercado digital sin saber qué le esperaría. Del otro lado de la pantalla estaban quienes la recordaban por sus icónicas pasadas en los desfiles más importantes del mundo, los que habían leído noticias sobre sus inesperados y recurrentes ataques de ira y quienes asociaban su nombre con icónicas campañas de Guess o Versace.
Nadie se imaginaba, hace menos de dos años, que la supermodelo escondía una personalidad paranoica y obsesiva con todo lo relacionado a los gérmenes y su salud. Una conducta en principio risible para muchos de sus seguidores, que con el tiempo la convirtió en una suerte de meme viral en redes gracias sus extravagantes medidas de seguridad e higiene en aeropuertos, convirtiéndola a su vez en una especie de ídolo entre los más jóvenes, que recién la descubrían como personajes gracioso de Instagram. ¿Sabrán los centennials y millennials que la modelo era un ícono en los noventa? ¿Habrán escuchado las historias de Naomi arrojando en la cara de su asistente un aparatoso celular con forma de ladrillo que se convirtió en arma letal y le valió un millonario juicio por maltrato laboral? ¿Habrán leído que tiene cuatro condenas por agresiones y en 2008 se declaró culpable por agredir a dos policías en el aeropuerto de Heathrow?
Volviendo a las obsesiones de Campbell, lo que hace tan solo unos meses parecía objeto de burla y exageración, hoy es parte de la nueva normalidad del mundo entero y terminó por posicionarla como una referente en materia de protección y cuidados sanitarios. Su video Naomi Campbell’s Airport Routine, Come Fly With Me causó sensación en Youtube el año pasado, con una rutina de asepsia pre COVID-19 que en ese momento a muchos nos pareció más un paso de comedia que un tema de salud, aunque visto hoy resulta contundente y premonitorio. Nuestra “nueva normalidad” es la normalidad de Campbell desde hace años, puesto que antes de subir a un avión ella cumple estrictos protocolos de limpieza que hoy no sorprenden en lo absoluto.
En el video se la ve a punto de tomar un vuelo a Qatar, caminando con su asistente por el aeropuerto, comprando culposa unas golosinas para niños de las que se confiesa adicta, y luego subiendo a la primera clase de una de las aerolíneas más lujosas del mundo. Una vez allí, saca de su bolso un kit de hidratación para la piel, no sin antes buscar un par de guantes descartables para no entrar en contacto con los gérmenes de su cubículo first class. Antes de iniciar una rutina de cuidado facial con cremas y lociones, se dispone a limpiar con una intensidad que sorprende al resto de los pasajeros toda la superficie de su asiento, la pantalla, la mesita y hasta la ventanilla, abastecida de un paquete entero de paños desinfectantes que queda vacío al finalizar la extenuante tarea. “Necesito limpiar cada cosa que entre en contacto con mis manos”, dice en el video, mientras friega frenéticamente los apoyabrazos enfundada en un piyama urbano de Gucci y ofrece productos de limpieza a la pasajera del asiento de atrás, advirtiéndole que el avión es uno de los principales focos de transmisión de gérmenes y que debería, por su propio bien, higienizar ella también el espacio en el que va a pasar las próximas ocho horas durmiendo con extraños. “No me importa lo que la gente piense de mí al ver esto”, decía en el video. “Se trata de mi salud, y limpiar todo me hace sentir mejor”.
Luego saca una manta de su bolso, y mientras aclara que compra una nueva cada semana y la manda a desinfectar antes de cada vuelo, envuelve su asiento con la frazada, se recuesta, unta su rostro con cremas y lociones y se coloca un barbijo negro de tela como los que hoy usamos todos, aunque el año pasado, cuando se grabó el video, nos resultaba directamente ridículo. “No soporto las toses y los estornudos de la gente, cuanto más viajo más debo protegerme”, decía luego, y finalizaba el video saludando a cámara con ese acento británico que la caracteriza y una mirada intensa que le hizo ganar millones de dólares en el mundo de la moda.
Cuando se inició la crisis del coronavirus, este video volvió a ser tendencia y Naomi quedó como una visionaria: sus costumbres a la hora de volar, que meses antes habían sido motivo de burla, se convertían hoy en un protocolo establecido para todos los viajeros. “Fui tildada de ridícula, y hoy el mundo me da la razón”, tuiteó luego, para más tarde aclarar que no le importaba haber ganado la pelea pues nunca se detuvo a pensar en lo que la gente pudiera decir de ella.
Hoy la empresaria y conductora es trending topic otra vez, ahora no por limpiar su asiento de avión como todos lo haríamos en la nueva normalidad, sino por extender su protección: en un reciente vuelo de Los Ángeles a Nueva York, se puso un traje especialmente diseñado para evitar el contacto con materiales peligrosos y una máscara de acrílico que le cubre la totalidad de su cara. Campbell se encargó de registrar el momento en sus historias de Instagram, logrando la viralidad esperada.
Sobre el traje que parece de astronauta, con los anteojos de un profesional de la salud en la primera línea de fuego y guantes de médico cirujano, se colocó un poncho de Hermés “porque tenía frío”, y caminó por los pasillos del aeropuerto LAX como si fuera un extraterrestre. La gente nunca supo que se trataba de una super estrella pues estaba camuflada tras los elementos de protección, y antes de que se pusiera el poncho, en lugar de acercarse a saludarla o pedirle fotos como lo hacían en el pasado se alejó temiendo que se tratara de un operario portando un traje contaminado.
Lejos de ofenderse, la modelo comentó entre risas: “Me encanta esto, la gente cree que soy un marciano y en lugar de venir a molestar salen corriendo. ¿Qué mejor para mi salud que mantener a todo el mundo alejado?”, reflexionó, para luego agregar: “Honestamente, creo que no es momento de hacer chistes. No estoy haciendo esto para que se rían”, aclaró en uno de sus últimos videos de Youtube. “Así es como me siento cómoda viajando. Si no me queda otra opción más que viajar, necesito llevar el riesgo a lo mínimo. He limpiado los asientos de aviones y usado mascarillas durante veinte años, y hoy encontré este traje en Amazon por 16 dólares, ¿cómo no iba a usarlo?”, dijo en ese mismo mensaje, a modo de descargo.
La reacción de sus fans y del público en general, lejos de la burla inicial, no tardó en ser positiva, en líneas generales. Frases como “¡Este virus es real, estoy de tu lado!”, “Eres la reina de viajar higiénicamente”, “Eres una leyenda, sinceramente estás a otro nivel” o “Ya trataste de advertirnos a todos el año pasado” circularon entre los comentarios a sus posteos, que crecen en popularidad conforme aumenta la pandemia, llevándola a alcanzar la asombrosa cifra de casi diez millones de seguidores solo en Instagram, todo un récord para una celebridad que alcanzó su pico de popularidad cuando ni siquiera había Internet. Y aunque algunos pocos la tildaron de extremista con frases como “¡Qué dramática!”, “La histeria es también contagiosa, mucho más que los virus”, “Querida, si no estás enferma no es necesario que te cubras todo el cuerpo de esta manera”, la mayoría de la gente reconoció que de pisar un aeropuerto nuevamente tendría muy en cuenta los consejos de esta nueva activista de la salubridad.
Otro de los hits de Campbell durante el confinamiento fue su rutina de ejercicios, que se convirtió en un clásico de los mediodías emitido desde su coqueto dúplex, con una escalera de fondo que se ha convertido en la escenografía más famosa del aislamiento. Estas “sweat sessions”, como a ella misma le gusta llamarlas, se hacen cada día con el entrenador de celebridades Joe Holder, fundador del exitoso programa de ejercicio, nutrición y estilo de vida Ocho System, y encuentran uno de los públicos más fieles en el universo de Vivos de Instagram. “No lo hago por el social media, lo hago por mí”, dijo en directo, antes de comenzar una de sus clases. “Hace tiempo que comparto mis rutinas, así que pensé, ¿por qué no hacerlo en vivo? Es importante que activemos nuestras endorfinas: su mente, cuerpo y alma se los agradecerán”, continuó, y se puso a entrenar siguiendo las indicaciones del profesor, en la otra mitad de la pantalla, y alentando a sus miles de seguidores a ejercitarse junto a ella.
Su capacidad de creación durante el confinamiento es inagotable, tanto que para coronar estas transmisiones en las que aprendió a hacer todo sola desde su casa (filmar, editar, producirse, encontrar la luz correcta, hacer que el sonido sea impecable), celebró sus cincuenta años y los de la afamada revista Essence con una tapa y producción de moda hecha enteramente en modo selfie, desde su casa, con un celular como única herramienta técnica. La primera portada de la historia hecha con un smartphone la tuvo como protagonista, siendo ella misma la encargada del peinado, maquillaje y vestuario. Campbell se tomó sus propias fotos, que en nada se asemejan a una selfie casera, y sentó un precedente para muchos: se puede ser millenial aunque tengas cincuenta, y quien logre combinar los avances tecnológicos con una vasta experiencia de vida y trabajo e innumerables contactos tendrá la clave del éxito en estos tiempos tan impredecibles.
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