Cuando un farmacéutico le consultó a Fabio F. acerca de los medicamentos que necesitaba comprar, Fabio le hizo señas para pedirle si se podía quitar el barbijo y así poder entender lo que le estaba diciendo. Sin embargo, el hombre ante el pedido del cliente se enojó y cerró la ventana de atención al público debido a la “falta de respeto en tiempos de pandemia”. Fabio que es una persona sorda, jamás entendió lo que estaba pasando. Y es que el tapabocas del farmacéutico le impedía leer los labios y así comprender la situación. Nunca le pudo explicar al hombre de la farmacia que era sordo y que no lo entendía.
Similar es lo que le sucedió a Diana Rosmarin, sorda de nacimiento, al momento de realizar compras en el supermercado. La cajera, que estaba utilizando barbijo, le hablaba sin que ella pudiese entender qué sucedía ni explicarle que no podía entenderla. “Pase un mal momento, un mal entendido con la cajera de un supermercado al no poder leer sus labios y no comprender lo que me decía. No obtuve ayuda de nadie”, explicó Rosmarin.
Lo cierto es que una medida de prevención se convirtió en un sinónimo de exclusión que mantiene incomunicados a la comunidad de personas sordas e hipoacúsicas. Desde el personal que atiende al público, los policías y profesionales de la salud, hasta el Gobierno, que además de no contar con intérpretes más que para las cadenas nacionales, en muchas ocasiones utiliza un tapaboca para dar sus anuncios. Todos presentan un conflicto para los sordos dado que el problema más grande es que, además de la persona sorda, es el no oyente el que debería usar un barbijo transparente para que puedan leer sus labios y comunicarse.
Ante esta gran problemática, Virginia Domínguez, intérprete y directora del Instituto de Lengua de Señas Argentina, empezó a investigar y a intentar solucionar este conflicto que dejaba afuera a toda una comunidad. “Tengo padres sordos y muchos amigos también, así que fueron muchas las personas que me iban relatando sus tristes experiencias. Sabía que en el exterior existía este tipo de barbijo transparente. Fue así que me comuniqué con una amiga para contarle mi idea y pensar en cómo los podía confeccionar porque le iba a cambiar la vida a más de uno”, comentó a Infobae Domínguez.
De este modo, Domínguez junto a Vivian Laich empezaron a investigar y buscar alternativas para hacerlo en el país. Lo primero que se les ocurrió fueron las máscaras transparentes, sin embargo, no servían para el propósito: “Las máscaras faciales transparentes tampoco sirven porque para hacer las señas debemos tocarnos la cara. Llegamos a la conclusión de que lo mejor era confeccionar el barbijo transparente y fue un éxito rotundo”.
Por el momento, el emprendimiento que comenzó hace dos semana, tiene por día innumerables consultas y son muchas las familias que los han comprado para poder comunicarse con sus familiares sordos así como para concientizar al resto de la población al usarlos.
“Las personas sordas necesitan las expresiones faciales para comprender lo que está diciendo el otro. Lo ideal sería que lo puedan usar los que están en atención al público, los policías que están en los controles, los cajeros, los profesionales de la salud. No digo que los usen todos, una persona que lo tenga, dentro del conjunto de individuos, permite a la persona sorda entender, que se pueda acercar y que atiendan sus necesidades. Es decir que se comunique y comprenda qué es lo que está sucediendo", comentó Domínguez.
“Estamos en un momento de incomunicación total con este tema de los barbijos. Es importante tomar conciencia y entender que tenemos a una parte de la población que se encuentra en un conflicto enorme cada vez que sale a comprar necesidades básicas. La fórmula de barbijo y sin intérpretes es muy dañina para la comunidad de sordos que se encuentra totalmente incomunicada del mundo”, concluyó Domínguez.
Una problemática que llegó al hall de un sanatorio
Similar a lo que le sucedió a Domínguez al notar esta gran problemática, sucedió en el Sanatorio Güemes, donde los profesionales de la salud utilizan barbijos transparentes en el área de otorrinolaringología para que aquellas personas que están internadas puedan entender lo qué sucede y comunicarse con los médicos y enfermeros.
“Debido a la llegada de la pandemia, parte del área estamos en el hall para ayudar con la atención al público. Y nos empezamos a dar cuenta que con muchas personas no nos entendíamos y empezamos a buscar la forma para cambiar esto, dado que en el país hay casi un millón de sordos. Nos encontramos con un conflicto enorme, mensajes y mensajes de personas sordas que contaban sus experiencias y cómo estaban incomunicados del mundo. Para ellos es muy importante poder ver los labios. Es así que empezamos a recortar los barbijos y ponerles un film transparente”, dijo a Infobae Paula Ontivero, jefa del servicio de otorrinolaringología del sanatorio Güemes.
Según Ontivero esto no solo facilitó las cosas para aquellos que están internados sino también para las personas que se acercan al sanatorio y no logran escuchar: “Cambió especialmente la predisposición y el humor de la gente. Creo que es importante concientizar al resto de la población sobre lo importante que es contar con este tipo de barbijos porque en el caso de no poder leer los labios, tampoco tienen la posibilidad de escribir porque en los negocios no cuentan con papel y lapicera dado el poco contacto que hay que tener por el coronavirus”.
“Por lo que sabemos, el uso del barbijo va a ser por muchos meses, me parece importante que como sociedad sepamos de esta problemática, seamos tolerantes y busquemos implementar esta solución que es muy fácil para que nadie quede incomunicado ni excluido del mundo”, concluyó Ontivero.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 5% de la población mundial (466 millones de personas) padece pérdida de audición discapacitante (432 millones de adultos y 34 millones de niños) y se estima que de aquí a 2050 más de 900 millones de personas -una de cada diez- padecerá pérdida de audición.
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