Antes de que Nueva Zelanda comenzara su cuarentena de cuatro semanas para combatir el coronavirus, un periodista le preguntó a su primera ministra, Jacinda Ardern, qué pasaría si había un terremoto mientras todos estaban secuestrados en sus casas.
“¿Por qué demonios has pensado en eso?”, respondió Ardern bromeando.
Cada año, el mundo enfrenta devastadores tifones, incendios, tsunamis y sismos. La dinámica de la naturaleza no se altera porque el planeta esté luchando también contra una pandemia.
Lo que ha cambiado para peor, sin embargo, es la capacidad de los países para prepararse y responder a los desastres naturales. Y no solo eso, los expertos temen que los protocolos habituales para hacer frente a sus consecuencias puedan propagar más el virus, aumentado el número de fallecidos por ambas causas.
Carlos Valdés, sismólogo que gestionó dos grandes terremotos en cinco años hasta 2018 como el funcionario al frente de la respuesta ante desastres en México, dijo que durante su mandato el gobierno no tenía lineamientos para enfrentar crisis simultáneas como un sismo y una pandemia.
“Este es un escenario que ni siquiera habíamos contemplado”, señaló.
Valdés, que ahora trabaja en Costa Rica, reflexionó que desde entonces ha enviado a las autoridades mexicanas sus ideas sobre cómo abordar una situación así. Entre otras cosas, apuntó, es necesario reservar un hospital para que las víctimas del movimiento telúrico estén separadas de las del coronavirus.
Pero no estaba claro si México ha actuado conforme a estas ideas. Xyoli Pérez, directora del Servicio Sismológico Nacional, señaló que los expertos que monitorean la actividad sísmica pueden trabajar desde sus casas durante la pandemia, pero no mencionó si existen procedimientos específicos para una doble crisis.
Algunos desastres naturales son predecibles, como los incendios que arrasan California, Estados Unidos, casi todos los veranos. Pero el virus ha dificultado los preparativos allí luego de un invierno especialmente seco.
El Servicio Forestal de Estados Unidos canceló las quemas estacionales que tenía previstas. Es posible que los cientos de bomberos que acuden a ayudar desde otros países ahora no puedan viajar. Y los campamentos que suelen acoger a miles de bomberos de todo el país suponen un gran riesgo para la propagación del coronavirus.
“Imagine varios cientos de tiendas de campaña en un campo de fútbol, filas de baños portátiles, cocinas compartidas y equipos de 15 personas entrando en un bus con todos sus equipos”, graficó Michael Wara, director del Programa de Política Climática y Energética de la Universidad de Stanford. “Bueno, con este virus, no se pueden poner a 15 personas juntas en un bus. Realmente están intentando replantear la situación, pero todavía no han llegado al final de ese proceso”, agregó.
Los sismos son también un riesgo omnipresente en California, señaló Wara, pero las autoridades no han pensado todavía en alternativas a sus planes de evacuación, que normalmente suponen juntar a cientos de personas en lugares como gimnasios escolares, otro escenario que facilitaría los contagios.
Pero quizás lo más preocupante, según Wara, es que los hospitales y el personal médico ya desbordado por los pacientes de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus, no podrían atender a las víctimas adicionales de un desastre natural.
Japón es propenso a devastadores terremotos y tsunamis. Pero un funcionario de gestión de desastres en la Oficina del Gobierno encabezada por el primer ministro, Shinzo Abe, señaló que aunque existen protocolos para enfermedades infecciosas, todavía no han desarrollado un plan específico para un escenario con coronavirus.
En el país, las escuelas y centros comunitarios suelen reconvertirse en albergues durante este tipo de tragedias. Cientos de personas se apiñan en espacios confinados mal ventilados y con una higiene cuestionable.
El funcionario explicó que una opción para ralentizar la propagación del virus en esta situación podría ser emplean camas y particiones de cartón de fácil montaje. La Oficina del Gobierno está considerando también nuevas vías para distribuir a los evacuados a lugares como hoteles o gimnasios corporativos.
Una de las naciones con mayor tendencia a sufrir desastres en todo el mundo es Filipinas. Por lo general, el archipiélago es azotado por alrededor de 20 tifones y tormentas cada año y sufre erupciones volcánicas y sismos regularmente. A menudo, aldeas enteras son trasladadas a refugios como gimnasios o canchas de baloncesto.
Incluso sin una pandemia, en esos albergues puede haber hacinamiento, mal saneamiento y una atención médica deficiente.
“Esto va a complicar la situación”, según el ministro de Interior, Eduardo Ano, acerca del virus. “Pero ocurra el desastre que ocurra, lo enfrentaremos”.
El país trataría de mantener la distancia social durante un desastre de este tipo “tanto como sea posible”, añadió.
Algunos de los máximos responsables de la gestión de desastres en Filipinas están aislados porque contrajeron el virus o estuvieron expuestos a él. Este es un problema que se repite en todo el mundo y afecta a líderes como el primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, quien inclusive precisó ser ingresado en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI).
Uno de los primeros desastres naturales durante la pandemia ocurrió el 22 de marzo, cuando un sismo de magnitud 5,5 remeció la capital de Croacia, Zagreb.
El terremoto mató a una niña de 15 años, causó lesiones a otras 27 personas y provocó el pánico en un escenario de confinamiento parcial. La gente que escapó de sus temblorosos hogares no tuvo más remedio que ignorar el consejo oficial de evitar zonas públicas como parques y plazas.
Al final, la preparación de la ciudad para la pandemia ayudó a acelerar la respuesta al movimiento telúrico. El ejército se movilizó para evacuar los hospitales dañados.
Algunos residentes de Zagreb dijeron que el sismo tomó prioridad sobre el coronavirus: primero sal de tu casa, luego ya te preocuparás por la mascarilla o barbijo. “Tenemos dos crisis paralelas que se contradicen entre sí”, señaló el primer ministro, Andrej Plenkovic.
Andrej manifestó que como líder de un país con tendencia a sufrir terremotos, siempre se está preparando para que ocurran. Los lineamientos de distanciamiento social claramente tendrían que ser sacrificados por cualquier equipo que responda a un gran temblor.
“Por supuesto, en ese momento, estás en una posición de querer asegurarte de salvar vidas”, apuntó.
Pero salvar vidas en un desastre natural que requiere que la gente trabaje hombro con hombro y proteger a la población de un virus que requiere que la gente mantenga las distancias es un dilema que muchos países aún están empezando a contemplar ahora.
Con información de AP
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