Mientras se desarrolla en todo el mundo la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que ya infectó a más de un millón y medio de personas y superó las 88.000 muertes, los cardiólogos destacan hoy que si bien el virus es la mayor preocupación mundial, hay que recordar que las enfermedades cardiovasculares como el infarto agudo de miocardio (IAM) y el accidente cerebrovascular (ACV) son la principal causa de muerte en hombres y mujeres mayores de 40 años, tanto en Argentina como en el mundo.
En nuestro país, casi 100.000 habitantes fallecieron el año pasado por dicha razón según datos oficiales del Ministerio de Salud.
En un contexto en donde se lleva adelante el asilamiento preventivo social y obligatorio, decretado por el presidente Alberto Fernández el pasado 20 de marzo, es importante destacar que si bien hubo un parate en casi todas las actividades humanas, los riesgos cardiovasculares no se toman días de descanso o de cuarentena.
Muy por el contrario, varios expertos coinciden en que este aislamiento si bien nos ayuda a bajar los posibles contagios por COVID-19, juega un papel peligroso para la salud, especialmente la cardiovascular, al no ser consultado el médico con frecuencia o estar fomentado el sedentarismo y la mala alimentación a toda hora, además de que este contexto promueve la depresión por el encierro, el estrés por no ir a trabajar o abrir un negocio y la angustia de no saber cuándo terminará esta pesadilla. Un cóctel que muchas veces deriva en un infarto agudo de miocardio o agrava otras patologías cardíacas preexistentes.
“Las enfermedades cardiovasculares constituyen el 31% de las muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y en Argentina el 80% de las personas mayores de 60 años es hipertenso. Si bien los consejos sanitarios apuntan a resguardar a los adultos mayores frente al COVID-19, los cardiólogos advertimos los adultos en edad media son la franja que más infartos agudos de miocardio sufre”, explicó a Infobae el doctor Fernando Botto, médico cardiólogo (MN 79189), miembro del área de investigación del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), y resaltó que hoy la edad promedio de esta enfermedad en Argentina es de 61 años, con una franja que va desde los 45 años a 71 años.
Botto agregó que “hay mucha angustia por el miedo al contagio del virus, a que te pase algo, o que le pase a alguien cercano. Y por eso los adultos mayores y los no tanto decidieron no hacer la consulta médica oportuna, aunque sea a través del teléfono o las herramientas digitales que muchos centros de salud han implementado como método eficaz frente a esta pandemia”.
“Esa angustia -explicó el experto- también se manifiesta por las distintas crisis emocionales que el aislamiento genera. Existen varios estudios médicos que han demostrado que situaciones extraordinarias como terremotos, guerras, crisis económicas o hasta partidos de fútbol, son causantes de un gran número de infartos”.
En línea con Botto, el doctor Alberto Alves de Lima, Director Médico del ICBA, precisó que “si bien el foco de la mayoría de los reportes sobre enfermedad cardiovascular en tiempos de la pandemia tratan sobre el posible efecto del virus sobre el sistema cardiovascular, hay pocos datos reportados sobre el impacto que genera la ‘crisis’ en los pacientes con enfermedad cardiovascular no infectados por el virus. Tampoco tenemos noción del impacto que tienen las medidas de aislamiento y distanciamiento social sobre las descompensaciones cardíacas”.
Y agregó: “Las hipótesis que manejan los investigadores son el miedo de los pacientes de contraer virus en las instituciones de salud y las demoras en el sistema inducidas por el uso de recursos enfocados principalmente coronavirus. En Argentina, aún disponemos de un sistema de salud no colapsado, pero ya hemos comenzado a percibir una caída de las consultas con infarto agudo de miocardio y otras descompensaciones agudas. La pregunta es, ¿cuál es el desenlace de estos pacientes y quien los está diagnosticando y tratando?”.
Para que esta respuesta no se convierta en otra catástrofe sanitaria, el experto cardiólogo recomendó a las personas tomar todas las medidas de prevención cardiológica posible, es decir: cuidar el colesterol, la presión arterial, el peso, no fumar, hacer ejercicio, controlar la diabetes y el estrés psicosocial. Y por supuesto, controlar periódicamente las dolencias cardíacas preexistentes”.
La Sociedad Argentina de Cardiología elogió la forma temprana de la cuarentena estricta con medidas de aislamiento para reducir la celeridad y magnitud del daño por COVID-19. Pero también alertó que estas medidas están generando consecuencias negativas involuntarias sobre la salud de los pacientes que pueden tener un costo tan elevado como lo que se intenta evitar.
“Como consecuencia de la cuarentena, se han cerrado la mayoría de las agendas de los consultorios ambulatorios en las Instituciones públicas, y privadas del sistema de salud. Los pacientes están postergando sus controles médicos y tienen dificultad para conseguir las recetas, limitando el acceso a la medicación. El mensaje generalizado, particularmente a los pacientes de mayor edad, es no acudir a los hospitales para evitar el contagio. Esto está induciendo a que las personas que desarrollan síntomas demoren su atención, lo que puede empeorar su pronóstico. Informes desde Italia y España señalan que el número de pacientes que acuden con infartos agudos de miocardio ha disminuido en un 80%, los que se presentan lo hacen tardíamente y con cuadros más descompensados debido a la demora en la consulta. Hoy las Unidades Coronarias están despobladas también en nuestro país", destacan en un comunicado.
La hipótesis es que los infartos siguen ocurriendo con la misma incidencia, pero los pacientes los padecen en sus domicilios; en muchos casos con resultados fatales que recién se contabilizarán despejada la epidemia”, precisaron en un comunicado.
¿Cómo proceder frente a los problemas cardíacos durante la epidemia?
1) Ante síntomas sospechosos consultar
Ante la aparición de síntomas como dolores de pecho, agitación, palpitaciones y pérdidas de conocimiento, es imprescindible consultar rápido al sistema de emergencias o a los médicos de confianza. El temor a la asistencia domiciliaria y a ser eventualmente internado es infundado en este momento. Las asistencias de emergencia dividen los tipos de consultas en fiebre-no fiebre, y las Instituciones Sanitarias han generado áreas y circuitos para los pacientes con COVID-19 que están aislados del resto del hospital. También los equipos profesionales se dividen en COVID y no COVID para evitar el contagio.
2) Mantener el contacto con los profesionales que los atienden
A pesar de que se han levantado muchas agendas y las dificultades para trasladarse, en forma progresiva se están generando formas de consulta telefónica o por telemedicina con modalidades muy diversas. Tanto hospitales públicos como instituciones privadas ya han comenzado con teleconsultas.
3) No suspender la medicación
Los medicamentos cardiovasculares en la mayoría de las enfermedades crónicas tienen un efecto de prevenir complicaciones graves y prolongar la vida. No pueden suspenderse salvo consulta previa. Si en este momento tiene dificultades para acceder a la medicación comuníquese con los profesionales e instituciones que los atienden y busque los diferentes caminos para proveerse.
No existe ningún tratamiento cardiovascular ni para la presión arterial que deba ser cambiado o suspendido por la epidemia. Todas las especulaciones sobre el tema han sido respondidas en forma unánime por las sociedades científicas internacionales y locales. La vacunación contra el virus influenza y la neumonía por Neumococo es muy relevante en pacientes mayores de 65 años o con enfermedades cardiovasculares crónicas, y no deben ser postergadas.
El número de infartos e hipertensos es un factor de riesgo contra el coronavirus
Un paciente con un cuadro gripal o con coronavirus que tiene una enfermedad cardiovascular también es un problema serio. “Durante un episodio de fiebre tan intenso -que todos hemos tenido alguna vez- aumenta la frecuencia cardíaca, estamos taquicárdicos. Es una situación que un organismo muy sano puede tolerar normalmente, en tanto que algunas personas que tienen problemas cardíacos, de las válvulas, infartos previos, operados, con insuficiencias cardíacas, arritmias, esto puede generar una descompensación. Eso es en general con la gripe que podría ser equivalente también con el coronavirus. En el caso particular del coronavirus, además, como tiene cierta predilección por generar un poquito más de complicaciones que la gripe común a nivel respiratorio y de la oxigenación, esto le agregaría un plus al riesgo de los pacientes cardiovasculares. Por eso es que se está viendo que la mortalidad de este virus está siendo alta en los pacientes añosos o por lo menos por encima de 65 años a 70 años, sobre todo si tienen enfermedades cardiovasculares, respiratorias, o diabetes previa”, precisó Botto.
Y agregó: “Respecto a las cardiopatías más comunes, podríamos decir tienen que ver con la enfermedad coronaria, que es la obstrucción de las arterias coronarias, en pacientes que tienen o no un infarto previo, que han recibido cirugía de bypass, o que han recibido angioplastias o stents en las arterias del corazón. Lógicamente dentro de la enfermedad coronaria hay algunos que tienen una enfermedad muy controlada hace muchos años y que la llevan muy bien y quizás hay otros que tienen cuadros más inestables, más complicados. Seguramente los dos no van a tener el mismo riesgo ante el COVID-19, los más complicados e inestables van a tener más riesgos.
El especialista remarcó que los pacientes hipertensos podrían entrar en el contexto de la cardiopatía. La hipertensión es una enfermedad de las arterias, que puede o no comprometer el corazón. No todos los hipertensos están en la misma categoría y no debiera ser una condición para asustar a la gente por ser hipertensos”.
Los cardiólogos coinciden en que indudablemente, las crisis de angustia y miedo generadas por esta pandemia de coronavirus puede incrementar los ataques cardíacos, con mayor riesgo en aquellos que tienen antecedentes cardiovasculares y que hace mucho que no se controlan con su médico, así también como quienes tienen enfermedades de las arterias o el corazón asintomáticas y aún no están diagnosticadas.
“Por eso, aconsejamos fuertemente que los pacientes no dejen de tomar los medicamentos para la presión, el colesterol, las aspirinas y los remedios para la diabetes. Estos remedios, no sólo controlan dichas condiciones, sino también funcionan como antiinflamatorios al proteger a las arterias de la aterosclerosis, que es el depósito de grasa en sus paredes y la condición necesaria para tener un infarto. Al mismo tiempo, sería muy importante dejar de fumar, y en estos días de aislamiento en casa, aprovechar para realizar gimnasia, meditación y mantener una dieta saludable”, enfatizó Alves de Lima.
Y remarcó que es fundamental que los pacientes mantengan contacto estrecho con su médico, de manera de no interrumpir los estudios de seguimiento de sus cardiopatías que sean muy necesarios, de manera de tenerlas controladas para evitar sorpresas. En la actualidad muchos médicos y hospitales han desarrollado herramientas digitales para llevar a cabo consultas virtuales, que permiten a los médicos interrogar síntomas, revisar los medicamentos y solicitar los estudios que sean indispensables.
Es muy importante tomar conciencia que las enfermedades cardiovasculares no descansan durante la pandemia, por lo que no se debe abandonar un tratamiento o la toma de un medicamento, ni postergar o demorar las consultas a los médicos especialistas.
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