Transitando la segunda extensión del aislamiento social preventivo y obligatorio en Argentina, son muchas las dudas e inquietudes con respecto a la curva de contagios en el país, así como qué pasará si es que se levanta esta medida que busca evitar la propagación del virus que mantiene en vilo al mundo entero y si la vacuna o el medicamento que combate esta pandemia se encuentra próxima para ser utilizada.
En este contexto, en diálogo con Infobae, el infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, respondió sobre cuál es el escenario de la actual amenaza sanitaria que mantiene en vilo al mundo entero.
-¿Cómo ve la curva de contagio en Argentina, tras permanecer 27 días cumpliendo el aislamiento social preventivo y obligatorio?
-La curva en Argentina está atravesando un período de claro aplanamiento. Desde que se inició la cuarentena obligatoria, hubo un pequeño aumento, que eran los casos que se habían contagiaron antes del inicio de la misma, pero los últimos días esta curva siempre tiende a aplanarse. En promedio tenemos todos los días 100 casos, con una variación de más o menos 20 casos según el día. Obviamente si uno ve el acumulado de casos, el número va aumentando, pero eso es razonable. Los casos nuevos por día no son más, sino que se sostiene bastante estable, y eso teniendo en cuenta que en las últimas semanas se está testeando mucho más, ya que era uno de los déficits de los que se venía hablando. Los últimos días da la impresión que se abrió la posibilidad de que muchos laboratorios hagan testeos y eso va reduciendo ese atraso de comunicación de resultados. Estamos testeando además de pacientes que tienen vínculo de viaje a otros que además tienen situaciones de cuadros respiratorios sin haber viajado, lo que nos habla de la circulación local del virus.
La Argentina instaló medidas muy estrictas y precoces. Instaló la cuarentena tan solo 18 días luego de que se haya registrado el primer caso, eso es positivo y nos diferencia de otros países que han esperado casi 40 días para tomar esta decisión. Creo que estamos en una buena etapa, tenemos que seguir trabajando, cada uno de nosotros en las tareas que nos corresponde: distanciamiento social, lavado de manos, toser con el pliegue del codo, entre otras.
-¿Cómo considera que tendría que ser la salida del aislamiento social preventivo y obligatorio?
-Es un tema muy complejo y muy difícil. Como soy especialista en infectología, creo que la cuarentena ha sido exitosa, pero que debiera salirse de ella con mucha cautela y muy despacio. No me disgustaría que se prolongara un poco más, porque daría la posibilidad de que la curva sea chata un poco más, pero también soy consciente del impacto que tiene en muchas actividades vinculadas con la actividad económica. No puedo dejar de pensar eso, por eso creo que entre la visión que podamos tener los distintos actores, ya sea de la salud, los docentes y demás industrias, podamos encontrar la mejor fórmula para que el poder ejecutivo tome la mejor medida posible.
Lo importante es que con las medidas que se dicten mantengamos las medidas de prevención.
-¿Cree que los casos aumentarán tras el levantamiento?
-Depende de todos nosotros. De la salida, de lo que hagamos. No percibo una explosión como en otros países. No es lo mismo que haya ocho mil casos en dos semanas que en dos meses. Eso nos permitiría tener las cosas más ordenadas. Creo que la curva va a ser chata, pero depende de cómo se sale de la cuarentena, cómo nos podemos manejar y qué haga cada uno de nosotros.
-Barbijos para uso comunitario, ¿sí o no?
-Es un tema muy complejo y en los últimos días se ha reavivado el debate. Por un lado, el uso del mismo es imprescindible para el que está enfermo, porque elimina secreciones, entonces con la colocación de uno reduce la posibilidad de contagio. También para el trabajador de la salud, porque nos tenemos que proteger por un contacto estrecho con los pacientes así como para los convivientes de pacientes que tienen síntomas.
Después nos queda todo el uso del barbijo en la población general, y uno suele escuchar ‘¿qué pasa si tengo que ir a la calle, a un comercio o al trabajo?’. Ahí es cuando se puede decir que el barbijo es como una herramienta que desde ya suma, pero no es la principal. La principal barrera de protección es una combinación de la cuarentena, la distancia social, el lavado de manos, el toser con el pliegue del codo. Esas son las medidas principales. Hay que entender que el barbijo agrega algo más, pero más que para protegerme a mí, para proteger al resto. Si mantengo el distanciamiento social voy a estar bien, si uso barbijo y no cumplo las otras medidas no sirve de nada.
-¿Cuál es el escenario de los tratamientos en contra de esta enfermedad?
-El tratamiento del coronavirus es un tema que está en absoluta y constante investigación. No tenemos como con otras enfermedades soluciones que hayan sido investigadas con grandes estudios científicos previos ya que llevan años. Esto nos llevó a que analicemos los distintos tratamientos de manera variada con los pocos elementos que tenemos. Con series pequeñas de pacientes, estudios en animales, estudios en laboratorios. Tenemos todo ese armamento y algunas alternativas de tratamientos que se están investigando y que estamos utilizando actualmente en algunos casos, como pacientes de mayor edad con cuadros severos o alguna complicación en las defensas. Por otro lado, hay estudios que están tratando de juntar datos para obtener la mayor información posible. La perspectiva es buena, pero todavía no tenemos una respuesta certera de la ciencia para decir ‘éste es el tratamiento para vencer al coronavirus’.
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