En el marco del Día Mundial de la Salud y mientras el planeta todo sufre los embates de un virus que se convirtió en pandemia, los sistemas de salud, médicos y personal sanitario se encuentran en el foco de atención. Sin embargo, poco se escucha acerca de cómo se ve afectado el estado mental y emocional de quienes trabajan día y noche por salvar vidas afectadas y detener el brote.
La exposición física al virus, el exceso de horas de trabajo ininterrumpidas y la demanda emocional puesta en juego en la atención a pacientes contagiados, convierten a los médicos y enfermeros en las víctimas más propensas a desarrollar malestares psíquicos: su estado mental es actualmente similar al de un soldado durante su traslado al frente de batalla.
Durante una epidemia, la ola de desinformación, los rumores y el miedo, también afectan en forma potenciada al personal de salud, que tiene que hacer un esfuerzo para filtrar la calidad de la información que recibe ya que la misma puede aumentar sus niveles de ansiedad y preocupación. Por otro lado, al aplauso diario en los balcones en agradecimiento a quienes se exponen “en la trinchera” se le contraponen algunos brotes de estigmatización de profesionales de la salud que son segregados en forma violenta de su edificio.
Datos publicados recientemente en la revista The Lancet Psychiatry muestran los resultados de una encuesta multicéntrica sobre médicos que actuaron en China durante la pandemia de coronavirus. De ellos, el 50,7% desarrollaron depresión, 44,7% ansiedad, 36,1% insomnio y 73.4% síntomas vinculados al estrés.
Entre las mayores preocupaciones del personal sanitario se encuentran la propia salud y el miedo al contagio propio y de los compañeros de trabajo. Por otro lado, las expectativas desmedidas que la población deposita en el personal sanitario, aumentan el estrés y la sensación de desborde.
Según el médico psiquiatra Marcelo Cetkovich (MN 65636), “es necesario prestar atención al bienestar del personal su salud y ayudarlos a reconocer que es sabido que están al límite de sus capacidades”.
“No es gratis lidiar cotidianamente con personas en condiciones de sufrimiento humano, quienes están permanentemente expuestos pueden llegar a olvidarse del cuidado de su propia salud, y salvo honrosas excepciones, la población cuida poco a quienes entregan su saber y su vida”. Para la médica Silvia Bentolila (MN 59647/ MP 49677), docente de la Universidad Isalud , “es imprescindible considerar a la comunicación como un insumo clave para el manejo de situaciones extremas. La misma debe ser eficaz tanto intra como extra institucional y es clave para proteger la salud mental del personal y en consecuencia el control de la situación”.
Bentolila, quien además es coordinadora del Programa de Salud Mental para el médico (PASMMe) del Colegio de Médicos de la provincia de Buenos Aires -distrito 3- y del de Atención al médico en crisis (AMEC) del distrito 5, destacó que “hay señales clave que los profesionales deben tener en cuenta para pedir ayuda a tiempo”. Y enumeró: “Los estresores cotidianos (la toma de decisiones constante en conjunto con la presión de familiares, colegas y superiores, sumada a la violencia dentro y fuera de los ámbitos de salud), para no llegar a la depresión, sucumbir a la angustia o que se desencadene un burnout (reconocido oficialmente como enfermedad por la OMS desde el año 2019; el estar ‘quemados’ puede ocasionar en los profesionales actitudes negativas tales como la agresividad e irritabilidad repercutiendo en el aumento de los conflictos), y el desgaste profesional (cronificación del estrés que tiene consecuencias negativas en la salud)”.
En ese sentido, el director del departamento de psiquiatría de Ineco reforzó que “para que el personal pueda sostener la exigencia a lo largo del tiempo, es fundamental que puedan contar con el tiempo y el lugar descanso adecuado. Fortalecer los vínculos y los espacios de discusión entre el personal así como el reconocimiento de que el malestar y la sensación de desborde son esperables”.
Y dio una serie de recomendaciones dirigidas a las instituciones de salud para proteger el buen estado mental del personal sanitario durante la crisis:
- Estar preparados: es fundamental aprovechar los momentos previos al pico de demanda, para establecer pautas de manejo asistencial, en cada escenario posible.
- Estimular a cada institución a que notifique de forma completa sus políticas institucionales y procedimientos claros.
- Realizar simulaciones de casos mientras la demanda lo permita.
- Definir el rol concreto de cada profesional del equipo sanitario y cómo se inserta en el procedimiento del grupo.
- Mantener una comunicación fluida y constante entre el personal a cargo del cuidado directo y quienes lo supervisan.
- Soporte logístico. Su ausencia es uno de los factores más estresantes para el personal sanitario y las autoridades deberían trabajar en forma intensa en éste aspecto. El temor al contagio se ve potenciado por la falta de protección y ésto aumenta la sobrecarga emocional.
De esta manera, el experto sostuvo: “Brindar información clara, dar soporte para lo que requieran, estar en contacto con su familia y compartir experiencias cotidianas, son algunas de las acciones que como sociedad, podemos realizar para cuidar la salud mental y apoyar a los profesionales que nos asisten”.
“Claro que los aplausos son valorados, pero además de esto, los trabajadores de la salud necesitan que entre todos ayudemos a cuidarlos y que se cuiden. Necesitan nuestra comprensión, acompañamiento, un trato amable y hasta afectuoso en estos momentos tan difíciles para toda la comunidad. Ellos, como otros, están poniendo el cuerpo y el alma en esta cruzada. Están trabajando contrarreloj, bajo altísimos niveles de estrés por querer dar todo y más”, concluyó Bentolila.
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