El debate que hoy ocupa al mundo es hasta cuándo se puede sostener un sistema de aislamiento que condene al quiebre económico. El modelo es terminar con el confinamiento total, y cambiarlo por un anillo digital que vigile a las poblaciones vulnerables y a los infectados, lo que se denomina “confinamiento vertical”. Sumar una masiva detección de portadores e inmunizados se ha convertido en la llave para destrabar la disyuntiva entre cuidar la salud o la economía.
Con más de 2.600 millones de personas en todo el mundo confinadas para limitar la propagación del virus, muchos Estados ya han tomado un modelo de geolocalización. Es el caso de China, Corea del Sur, Israel o incluso Rusia e Italia. Estos dispositivos se han implementado en formato de aplicaciones para teléfonos móviles con el objetivo de detectar y reconstruir los movimientos de personas potencialmente contaminadas e identificar poblaciones que probablemente hayan estado expuestas al virus.
Disrupciones tecnológicas que hacen frente al coronavirus
Siendo actualmente el caso de Italia el más impactante en término de fallecidos, la digitalización por ejemplo en Lombardía, la región más afectada del país, ha permitido a las autoridades analizar los datos móviles proporcionados por los operadores desde el 20 de febrero, el día en que se anunció la primera muerte por Covid-19 en una ciudad no muy lejos de Milán. De acuerdo a los resultados solo el 60% de la población lombarda habría respetado las medidas de contención, a partir de la información difundida.
Apurados por copiar estas iniciativas, la Comisión Europea en estas horas ha llegado a un acuerdo con las grandes operadoras para compartir los datos de ubicación de teléfonos móviles y con ello “ayudar a rastrear la propagación del coronavirus”, ha informado la organización GSMA, institución que representa los intereses de los operadores móviles en todo el mundo .
Las preocupaciones sobre el uso de tecnología por parte de los gobiernos para monitorizar a las personas que están en cuarentena por el Covid-19 y rastrear las infecciones, se han intensificado en las últimas semanas debido a posibles violaciones de la privacidad.
En Francia el debate a puesto jaque las libertades individuales de los franceses. Sin embargo el presidente Emmanuel Macron se ha visto forzado a estudiar esta semana el uso de datos de geolocalización de teléfonos inteligentes. "Estamos trabajando con Inserm, el organismo público científico y tecnológico por excelencia de Francia, para ver cómo se pueden usar los datos para gestionar la propagación de la epidemia”, dijo Stéphane Richard, CEO de Orange, al diario Le Figaro. Uno de los proyectos del futuro con Inserm es permitir a los epidemiólogos modelar la propagación de la enfermedad. En tal uso, los datos de geolocalización se anonimizan. Pero a pesar de eso, requeriría ajustes regulatorios y un acuerdo parlamentario.
Sin embargo, ya en Francia, utilizando esta tecnología se ha llegado al análisis estadístico realizado por Orange utilizando datos de sus suscriptores telefónicos, para definir como un 17% de los habitantes de la metrópoli del Gran París abandonaron la región entre el 13 y el 20 de marzo. Esto implica acciones para trazar el movimiento del virus.
En China, los residentes pueden descargar una aplicación que indica si usted ha estado en “contacto cercano” con una persona infectada (por ejemplo, un pariente, un pasajero en un avión o personal médico). La aplicación, llamada “Detector de contacto cercano”, se basa en los datos personales de los usuarios que deben escanear su código QR en un smartphone.
En Hong Kong, la vigilancia es mucho más estricta: las familias en cuarentena deben usar un brazalete conectado a su muñeca, la cual verifica si las personas permanecen aisladas en su casa. Si el brazalete está dañado o desconectado a más de 20 metros del móvil, se envía una alerta de inmediato. “Los infractores de las medidas de cuarentena enfrentan hasta 6 meses de prisión y una multa de 5000 dólares”, explica en un artículo el South China Morning Post.
Un escáner que detecta fiebre
Los viajeros que usen el metro de Beijing son examinados por un escáner infrarrojo con reconocimiento facial que mide su temperatura. Según la compañía Megvii, una nueva empresa china que desarrolló este producto, "el sistema es capaz de detectar con precisión la temperatura corporal a distancias superiores a 3 metros y en medio del tráfico pesado de pasajeros, incluso cuando la persona está usando una máscara o un sombrero ".
Esto permite que el personal realice controles sin contacto físico cerca, al tiempo que se reduce la posible transmisión del coronavirus y se optimiza el flujo de pasajeros. Su competidor Baidu ha desarrollado un sistema similar, capaz de detectar la temperatura de 200 personas por minuto, más rápido que los escáneres utilizados en los aeropuertos, como los de Ezeiza.
El debate, en todo caso, es si esos datos serán utilizados más allá de la crisis del Covid-19 como temen las organizaciones pro-privacidad, muchas de ellas fundamentando los múltiples escándalos sobre el uso de datos privados en los últimos años. De hecho, el supervisor del Consejo Europeo recomendó en su nota a la Comisión, que "sería preferible limitar el acceso a los datos a expertos autorizados en epidemiología, protección de datos y ciencia de datos”.
SEGUÍ LEYENDO