Más allá del aislamiento social y del lavado frecuente de manos por parte de la población general, la ciencia hoy busca el desarrollo de nuevas vacunas para dar protección contra el coronavirus. Este lunes, ya se empezó a probar un tipo de inmunización elaborada por una empresa de biotecnología en los Estados Unidos en voluntarios sanos. Pero hay otras 30 vacunas candidatas a torcer la infección. Todas deberán superar al menos cinco desafíos que harán difícil que se cuente con una inmunización efectiva y segura durante 2020.
Las vacunas en desarrollo se están estudiando en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, China e Israel. “Desde la identificación del nuevo coronavirus en seres humanos en China en enero pasado, se están llevando a cabo diferentes abordajes para producir una vacuna. Si bien hay un gran apuro para que el desarrollo sea rápido y efectivo, considero que no se pueden olvidar principios de ética de la investigación que se relacionan con buscar beneficio para la salud de la humanidad, pero sin dañar a las personas”, afirmó Hugo Luján, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas, dependiente del Conicet y la Universidad Católica de Córdoba.
Cuando el virus infecta a una persona, pasa a usar la maquinaria de sus células para replicarse. La idea general del desarrollo que se empezó a probar este lunes en los Estados Unidos es que la vacuna -conocida como de “ARN mensajero”- ingrese al individuo y produzca proteínas que neutralicen al virus si la persona se contagia. El ensayo se lleva a cabo con 45 voluntarios jóvenes y sanos y utilizará la vacuna mARN-1273 de la empresa de biotecnología Moderna Therapeutics. El principal objetivo es asegurarse de que las vacunas no muestren efectos secundarios preocupantes antes de que los investigadores comiencen pruebas con mayores grupos de personas. El ensayo fue autorizado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU.
Para el doctor Luján, el primer desafío será que la vacuna realmente alcance a las células de los personas, y que luego brinde protección contra el virus. “Saltar la experimentación con animales puede tener riesgos”, señaló. “Habitualmente, antes de hacer ensayos clínicos con vacunas en humanos, se hacen estudios previos en ratones, conejos, cerdos y primates no humanos. Esos estudios previos en animales dar más conocimiento y seguridad antes de que las vacunas se prueben en humanos”, agregó el doctor Luján, quien ha trabajado en el desarrollo de plataformas para producir vacunas orales en la Argentina.
Otro de los desafíos es que las vacunas puedan defender a los humanos del coronavirus de manera permanente y segura. “Hay experiencias, como con la vacuna del dengue, en que la inmunización parece ser efectiva, pero a mediano plazo genera un efecto adverso. Al ser infectado por segunda vez, el sistema inmune genera una inflamación que termina dañando la salud de las personas”, subrayó. También el investigador puntualizó que las vacunas contra el nuevo coronavirus deberán sortear los problemas de escalamiento en su producción y que el acceso pueda estar garantizado para todos.
“Hoy muchos laboratorios parecen estar pescando en el océano con una caña de pescar. Hay que ver si se garantizaría el acceso universal si una de las vacunas candidatas llega a resultar segura y eficaz. Es un proceso tan complejo que, a pesar de que se avanzó rápido con la identificación del coronavirus en humanos y ya haya mucha investigación, será difícil que haya una vacuna eficaz y segura esté disponible durante el año 2020”, afirmó Luján, quien considera que la Argentina tiene capacidad para ponerse a desarrollar una vacuna propia en instituciones públicas.
En coincidencia, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (que es parte de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU), también aclaró que incluso si el ensayo con voluntarios sanos resulta exitoso, la producción de una vacuna y su distribución mundial llevaría entre 12 y 18 meses.
En el marco de la pandemia, con más de 2.000 muertos en Italia y más de 300 en España, la Agencia de Medicinas Europea informó el viernes pasado a la población que “el desarrollo de una vacuna está aún en etapa inicial”. Las vacunas existentes no pueden reposicionarse (es decir, utilizarse para dar protección para otra enfermedad) para funcionar contra el nuevo virus, advirtió. “Esto significa que llevará varios meses antes de que las vacunas candidatas estén listas para estudios clínicos amplios. Una vez que haya suficiente información, la Agencia está lista para evaluar las aplicaciones para autorización de marketing dentro de los menores plazos posibles”, informó en un comunicado.
En Israel, con apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología, apuestan a que una vacuna que estaban desarrollando para tratar una infección aviar podría ser efectiva para controlar al nuevo coronavirus. En febrero, la empresa multinacional GSK anunció que había hecho un acuerdo con otra empresa de China, Clover Biopharmaceuticals, para desarrollar una vacuna. La Universidad de Oxford en Inglaterra y el Instituto Pasteur en Francia también tienen investigadores que están concentrados en el desarrollo de una inmunización efectiva.
La carrera por la mejor vacuna contra el nuevo coronavirus no será fácil. En 2016, tras la emergencia del virus zika en América Latina, se esperaba con ansiedad el desarrollo y el acceso a una vacuna contra el zika, la infección transmitida por mosquitos. Cuando investigadores estadounidenses quisieron probar su eficacia, se encontraron con que los casos de infectados ya habían bajado.
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