La artista Alexandra Grant sorprendió a todos los que la vieron entrar de la mano de Keanu Reeves a una gala en Los Angeles: a los 46 años, tiene el pelo gris y no usa tinturas para ocultarlo. Billie Eilish, la preferida de los premios Grammy 2020, eligió el gris, como en otras ocasiones hizo Lady Gaga. Algunas actrices, como Glenn Close o Jamie Lee Curtis, prefieren su color natural, las canas, en la vida real. Entre 2017 y 2018 Pinterest registró la tendencia al aumento en la búsqueda de “going gray”. Más de 350.000 mujeres publicaron fotos con el hashtag #grannyhair en Instagram. Y el 23 de enero la productora y directora Victoria Marie estrenó Gray is the New Blonde (Las canas son el nuevo rubio), un documental sobre esta tendencia.
“Siempre se ha visto a las mujeres con canas como viejas y acabadas, no más atractivas o deseables o siquiera un miembro valioso de la sociedad”, publicó la cineasta en el sitio de la película. “Eso ha comenzado a cambiar y este film funciona como un recuento histórico de esta transformación cultural”.
Al mismo tiempo, un estudio del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, que se basó en la información de otro trabajo, el Sister Study, que registró datos de 46.709 mujeres de 35 a 74 años durante ocho años, el 55% de las cuales se teñía el pelo, encontró una correlación entre la práctica y el cáncer, informó The Washington Post: las que utilizaron regularmente tinturas tenían una incidencia más alta de tumores malignos de mama que las que no las usaban.
El trabajo, publicado en la revista académica International Journal of Cancer en diciembre de 2019, encontró que las afroamericanas que utilizaron tintura permanente cada cinco a ocho semanas tenían un 60% más de probabilidades de recibir un diagnóstico de cáncer de mama que aquellas que no se coloreaban; en el caso de las blancas la cifra era mucho menor, 8%, pero la tendencia también se presentaba. Pero como todas las pacientes tenían antecedentes familiares de la enfermedad, los investigadores tienen dudas sobre los resultados.
En términos llanos, explicó Alexandra White, coautora del análisis, el riesgo equivalía a un aumento de la cantidad de casos de cinco cada 100 mujeres afroamericanas y uno por cada 100 blancas. La titular del Grupo de Epidemiología del Cáncer describió los hallazgos como “preocupantes” pero no seguros. “No haríamos ninguna recomendación a partir de estos hallazgos”, dijo White. “Necesitamos más pruebas”.
Otros estudios también observaron un riesgo más elevado de cáncer de mama, como también de cáncer de vejiga, en mujeres que se teñían el pelo. Y aunque la Sociedad Nacional de Cáncer (ACS) de los Estados Unidos dijo que las investigaciones hasta ahora no son concluyentes, también señaló que el Programa Nacional de Toxicología del Departamento de Salud clasificó algunos de los químicos que se usan en la tintura de cabello entre los “razonablemente previsibles que sean cancerígenos para los seres humanos”. Y recordó que algunos médicos recomiendan que las embarazadas no se tiñan, al menos no durante el crucial primer trimestre.
La relación causa-efecto “no es tan clara como entre el tabaquismo y el cáncer del pulmón”, dijo Doris Browne, oncóloga y ex presidenta de la Asociación Médica Nacional (NMA). Ella fue una de las más de 46.000 mujeres que participaron del estudio, ya que dos de sus seis hermanas tuvieron cáncer de mama. Coincidió Laura Esserman, cirujana a cargo del Centro Especializado en Mamas Carol Franc Buck de la Universidad de California en San Francisco: “Vale la pena indagarlo”, propuso.
“La tintura de cabello es simplemente un montón de químicos”, dijo al Post Stephanie Bernik, titular de cirugía de mama en Mount Sinai West, en Nueva York. “Hay que pensar que algo ahí no va a ser bueno. Sabemos que algunos de esos químicos son cancerígenos”.
Si bien el Congreso delegó en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) la regulación de la seguridad de los cosméticos, rubro que incluye a la tintura de pelo, la FDA no aprueba cada uno de los ingredientes y deja la responsabilidad de la seguridad en manos del fabricante. Las empresas pueden omitir algunos químicos en el etiquetado si son fragancias, por ejemplo, o si se los considera un ingrediente secreto de la fórmula. “Que algo esté en una tienda no significa que sea seguro”, advirtió la epidemióloga Tamarra James-Todd, profesora de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.
Lo que sí es seguro es la popularidad de la práctica. Según una encuesta de la Asociación Nacional de Jubilados (AARP) de los Estados Unidos, realizada en 2018, la mayoría de las mujeres se tiñe el pelo, sea en su casa o en un salón: el 69% de las que tienen entre 38 y 53 años y el 65% de las que tienen entre 54 y 72.
Hasta que se profundice la investigación, ni White ni las demás profesionales apoyan que se haga una advertencia a las mujeres. A aquellas que sientan temor, en todo caso les recomiendan que utilicen tinturas que no sean permanentes y que no hagan el color en su casa, sino en un salón: “Todo es cuestión de exposición y absorción”. E incluso para los profesionales la tintura es un problema laboral: puede causar problemas respiratorios, migrañas y erupciones aun si se las manipula correctamente y con guantes.
Otra opción es aceptar el cambio. La red está llena de consejos para elegir la manera que más le conviene a cada persona: cortándose el pelo y dejándolo crecer con su color blanco o gris o mediante una transición con reflejos parecen ser los dos principales. Hay blogs enteramente dedicados a la cuestión, como Katie Goes Platinum, y hay grupos como DYEFree2BMe o Silver Sisters, que se encuentran en distintos lugares de los Estados Unidos.
Para muchas mujeres el ámbito laboral es un obstáculo a la hora de mostrar las canas. Y en general la mirada ajena: Traci DeMoss Byerly, modelo y autora del libro Unapologetically Gray, explicó: “La gente te dice ‘Eres muy joven para eso’; los hombres te dicen ‘Eres tan hermosa, pero deberías hacer algo con ese pelo’”.
Escribió: "¿Por qué somos nosotras las que piden disculpas, se sienten desgraciadas y tratan de conformar a una sociedad a la que no le importan las personas sobre las cuales impone sus estándares de molde e irracionales? Y más profundamente: ¿Por qué deberíamos nosotras cargar con el peso de que otros se sientan incómodos con nosotras o partes de nosotras? Nos demos cuenta o no, caemos en una forma de abandono cotidiano cuando ocultamos o negamos partes de nosotras que otros consideran indeseables. Sepamos que no se lo hacemos sólo a nuestros cuerpos: también estamos abandonando y abusando de nuestro yo interior (espíritu, alma, lo que prefieras) que conoce nuestra verdadera belleza, nuestro atractivo y valor y potencial y fuerza”.
Los sentimientos que causa dejarse las canas, según las visitantes de Katie Goes Platinum, son en general positivos: libertad (“No es sólo un asunto de tintura: tiene que ver con el coraje, la actitud y el amor propio"), entusiasmo (”Me sorprendió realmente lo bien que se siente"), confianza (“nunca pensé que me sentiría tan segura con las canas") y aceptación ("Volví a amar a mi pelo, y a amarme a mí misma”), entre otros.
Gray is the New Blonde demostró, además, que la tintura de pelo como problema está mucho más extendida entre las mujeres de lo que se cree. Cuando Marie hizo un pequeño video para YouTube en el cual contó su propio proceso para dejarse las canas, recibió tantas respuestas que no podía casi procesarlas y comentarlas. Se dio cuenta de que ahí había un tema sensible y comenzó a explorarlo con otras mujeres, de las cuales 40 historias finalmente quedaron en el documental que ya han visto, en plataformas sociales, antes del estreno, más de dos millones de personas.
(Trailer de Gray is the New Blonde)
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