Por el tráfico insoportable de la ciudad. Porque la computadora va demasiado lenta. Porque el Wifi no funciona. Porque el calor es insoportable, el frío insufrible, y la lluvia molesta, o porque el refri está vacío y la casa sucia.
Las quejas nos rodean. Y para muchos, protestar se ha convertido en un hábito tan automático, que no son conscientes de hacerlo tan a menudo.
El trabajo, el estrés, el cansancio, y el ritmo acelerado y frenético que marca nuestro día a día, provocan muchas veces la necesidad de “descargarnos” y experimentar, como diría el personaje de Gloria en Modern Family, al menos “10 mini explosiones al día”.
Pero lo cierto, es que aunque quejarse pudiera parecer un mecanismo útil para liberar estrés, crea justamente el efecto contrario.
Cada vez que nos invade un pensamiento negativo, producimos una hormona llamada cortisol, que afecta a nuestro sistema nervioso, respiratorio, cardiovascular y digestivo. Generar esta hormona de manera frecuente provoca dolores de cabeza, tensión muscular, insomnio y nerviosismo, entre otros síntomas; y como consecuencia, nos convertimos en máquinas perfectas de producción de estrés. Y cuanto más estrés, más quejas.
“Debemos aprender a respetar mucho la queja, ya que esta es muy, pero muy dañiña”, explica el doctor en clínica médica Marcelo Suárez. “Nos conecta con lo que nos falta, nos angustia, nos enoja, nos arruga, nos inmunodistrae y nos estresa, entre muchas otras cosas”, añadió.
“Desde lo estrictamente químico, el estrés que genera la queja produce una exagerada liberación de cortisol, que sostenida en el tiempo, explicaría las complicaciones descritas. La repetición genera un circuito cerebral que nos hace más fácil la queja, ya que es traducida como un entrenamiento -muy nocivo, por cierto-”.
La negatividad propia no es la única que nos afecta. Rodearse de personas que se quejan frecuentemente condiciona nuestros pensamientos y nuestra actitud diaria, y nos lleva a producir de igual forma cortisol.
Aunque algunas personas se acostumbran a convivir con el estrés, esta enfermedad puede provocar problemas graves de salud. La dificultad para dormir y descansar, la presión alta, los problemas digestivos, la depresión y las enfermedades cardíacas, son algunos de sus síntomas. Por lo que resulta necesario detectarlo y tratarlo a tiempo.
Según un estudio publicado en Archives of General Psychiatry, las personas optimistas tienen un 23% menos riesgo de morir por insuficiencia cardíaca. Un dato que se relaciona con el cortisol y las enfermedades que generan estrés.
¿Cómo dejar de quejarse?
Según los expertos en psicología, el primer paso para abandonar una actitud negativa, pasa por identificar cada una de nuestras quejas.
En muchas ocasiones a lo largo del día, protestamos sin ser conscientes de ello. Por eso, resulta importante saber cuántas veces caemos en ese mal hábito.
Después de identificar la queja, deberemos convertirla en un pensamiento positivo. Las personas que protestan con frecuencia tienden a magnificar sus problemas, así que este ejercicio permite otorgarle una dimensión real al pensamiento negativo y descubrir que en la mayoría de las ocasiones, nos hicimos daño antes de tiempo, por un asunto que se solucionó fácilmente o que no era tan grave.
Aceptar que hay situaciones que no dependen de nosotros, y centrarse en las cosas buenas que nos pasan en cada momento, y no únicamente en las malas, también nos ayudará a abandonar esa actitud nociva.
Por último, los expertos recomiendan alejarse de las personas que se quejan frecuentemente, que pueden contagiarnos su malestar.
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