"La biblia de la vagina": el polémico best seller de la ginecóloga que quiere terminar con las mentiras sobre los cuerpos de las mujeres

Jen Gunter demuele los mitos que oscurecen la sexualidad femenina. "Lo opuesto al feminismo es la desinformación. Tomar una decisión empoderada requiere información correcta", dijo

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No, los corpiños con aros metálicos no causan cáncer. El perejil no induce la menstruación, tampoco. Usar ropa interior blanca de algodón es una recomendación sin base científica ("¿Cómo que el color puede afectar mi salud?"). La mayor parte de los suplementos naturales son un desperdicio de dinero. No hay riesgo en ponerse un DIU si nunca se ha estado embarazada. La vagina se mantiene limpia sola, no necesita líquidos perfumados: "Es una vagina, no una piña colada". Y nunca, por nada del mundo, hay que incrustarle los óvulos de jade que recomendó Goop, el sitio de bienestar de Gwyneth Paltrow.

Como una superheroína de la ciencia, la ginecóloga Jen Gunter ha dedicado la mitad de su carrera a demoler las falsedades y los silencios que oscurecen la sexualidad femenina. Para ella —sintetizó en NPR— "lo opuesto al feminismo es la desinformación. Tomar una decisión empoderada requiere información correcta".

La ginecóloga canadiense-americana Jen Gunter, conductor del show Jensplaining y autora del flamante best seller “La biblia de la vagina”. (CBC)
La ginecóloga canadiense-americana Jen Gunter, conductor del show Jensplaining y autora del flamante best seller “La biblia de la vagina”. (CBC)

Su presencia en redes sociales ha hecho que la llamen "la ginecóloga de guardia en Twitter". Además de haber publicado varios libros, ser columnista de The New York Times (donde tiene un consultorio) y haber realizado un programa vía streaming, llegó a los tribunales para defender la eficacia de la vacuna contra el HPV —una infección que puede conducir al cáncer de útero— y para hacer que Goop retirase sus afirmaciones de curandería sobre los Yoni Eggs.

Por eso su nuevo libro, The Vagina Bible, tiene como subtítulo "La vulva y la vagina: separar el mito de la medicina". Es el número 1 en la lista de Salud Sexual Femenina de Amazon. En Canadá, donde Gunter nació hace 53 años, es número 4 en ventas en general.

"Tengo una vagenda —confesó su plan político en la introducción—: que todas las mujeres se empoderen con información acertada sobre la vagina y la vulva".

Un concepto pilar de la medicina es que los profesionales dan información para que los individuos tomen sus decisiones. Gunter se preguntó entonces qué clase de decisión informada se puede tomar cuando medios, redes y celebridades repiten fake news como las bondades del baño de vapor vaginal (spoiler alert: termina en una sala de emergencias para quemaduras) o la enema de café. Su respuesta es esta biblia.

El paso rápido de la era de la información a la de la desinformación afectó todas las áreas de la vida social, pero "con los cuerpos de las mujeres hay aun más fuerzas de distracción manos a la obra", argumentó. "La seudociencia y aquellos que la trafican se dedican mucho a la desinformación, pero también lo hace el patriarcado".

Jen Gunter ha dedicado la mitad de su carrera como ginecóloga a defender el derecho de las mujeres a tener información científicamente comprobada sobre sus cuerpos.
Jen Gunter ha dedicado la mitad de su carrera como ginecóloga a defender el derecho de las mujeres a tener información científicamente comprobada sobre sus cuerpos.

Con 33 años de médica, 24 de ellos especializada en ginecología, Gunter ha escuchado a muchas mujeres. "Conozco las preguntas que hacen y también las que quieren hacer pero no saben cómo", escribió. "The Vagina Bible es todo lo que me gustaría que las mujeres sepan sobre sus vulvas y sus vaginas".

La distinción de los términos v-v es una de las cuestiones básicas en las primeras páginas del libro. "La parte de tu cuerpo que toca la ropa interior es la vulva; todo lo que está por adentro es la vagina", sintetizó al final del capítulo 1.

Entonces, ¿por qué una persona se aleja de la zona del buen gusto si dice vulva, y en cambio hay una suerte de indulto para el término vagina, que hasta monólogos ha tenido? "No lo sé", dijo la ginecóloga a The Atlantic. "De hecho tuve una pequeña pelea con mi editor al respecto. Yo quería que el libro se llamara La biblia de la vagina y la vulva".

Ironizó, o no tanto: "Tengo amigos que hicieron sus posgrados en Yale y se escandalizan cuando les digo '¿Sabes? La parte de afuera no se llama vagina'. Creo que, por cierto, la anatomía femenina ha sido desatendida en buena medida: mucho de la fisiología de las mujeres y también de sus síntomas".

Su ilusión —escribió— es que esta biblia sea su respuesta a "todas las mujeres que me han escuchado darles información en el consultorio o en internet y se han preguntado '¿Cómo no supe esto antes?'".

Los mitos más ridículos, y más tenaces

Como en un carrousel, algunas mentiras que se dicen a las mujeres sobre sus cuerpos aparecen una y otra vez en el consultorio de Gunter. No, no hay que ponerse ajo en la vagina, suele explicar; tampoco ozono, que es dañino para los pulmones, qué decir para otros tejidos. No, no existe tal cosa como la "vagina de verano" que las revistas para chicas adolescentes promueven en primavera, ni el "rejuvenecimiento vaginal" significa algo en medicina, sólo en marketing.

"Avergonzar a las mujeres por sus vaginas da mucho dinero", sintetizó en su libro la experiencia que acumuló en los años recientes: "He notado un aumento enorme de lo que sólo puedo describir como 'hiperatención vaginal' en las mujeres", dijo a NPR. "Ha aumentado dramáticamente la cantidad de pacientes que me consultan sin que tengan un problema fisiológico".

Comenzó así a pensar en un manual, como los que ella utilizó al estudiar ginecología, que permitiera a las mujeres "divorciarse de toda la cacofonía que hay en internet". The Vagina Bible se lee así: con diferentes capítulos sobre temas específicos, que se pueden seguir en orden o saltar, directamente, a alguno: "Anticoncepción", "Placer femenino y educación sexual", "Microbioma de la vagina", "Prevención de las enfermedades de transmisión sexual", "Vulvodinia".

(iStock)
(iStock)

Escribió: "Espero que con los años muchas páginas se gasten a medida que vuelvas a ellas para verificar lo que te dijo un médico en un consultorio, para investigar un producto que hace afirmaciones disparatadas sobre mejoras para la vulva y la vagina o para ayudar a una amiga o una pareja sexual con una lección de anatomía".

En cada uno de esos capítulos se halla al menos un mito tenaz, sobre los que Gunter se arroja con información y humor.

Perejil en la vagina: "El ramito. Apelotonado al fondo de la vagina cada noche durante tres a cuatro noches para inducir un periodo. Aparentemente alguna gente —gente que está equivocada— piensa que esto podría estimular las contracciones uterinas. No hay pruebas de que la aplicación vaginal del perejil pueda hacer eso, pero aun si pudiera eso no haría que comenzara tu periodo. La menstruación sucede cuando se deja de producir  progesterona, no por las contracciones uterinas".

Goop perdió el juicio que inició Gunter por las falsas afirmaciones sobre el uso de huevos de jade.
Goop perdió el juicio que inició Gunter por las falsas afirmaciones sobre el uso de huevos de jade.

Huevos de jade: "La idea es que pones en tu vagina una piedra de jade con forma de huevo y entras en sintonía con tu energía femenina o algo. Los huevos de jade fueron promocionados como un secreto antiguo de las concubinas y las reinas chinas. Hice una investigación al respecto y la publiqué en una revista académica: no es así. Lo único antiguo sobre el asunto es la falta de ciencia".

La píldora anticonceptiva engorda: "Esto ha sido bien estudiado, y la respuesta es no. Varios estudios han mostrado que no hay vínculos entre la píldora anticonceptiva y el aumento de peso. Las situaciones de vida asociadas a comenzar nueva anticoncepción pueden vincularse con el aumento de peso, pero la píldora no".

La píldora anticonceptiva no engorda. (iStock)
La píldora anticonceptiva no engorda. (iStock)

Yogurt para la candidiasis: "No contiene la cepa de lactobacilli que tienen importancia para la salud vaginal. Cuando una mujer pone yogurt en su vagina, está poniendo bacterias diferentes. Se desconocen las consecuencias y será inefectivo".

Un imán cerca de la vagina corta los sofocos de la menopausia: "A veces me preocupa que me vaya a hacer un esguince cervical de tanto virar los ojos al cielo al escribir sobre esto y la 'ciencia' —ejem, ejem— que lo sostiene".

El yogurt es para comer, nada más; el resto el mito. (iStock)
El yogurt es para comer, nada más; el resto el mito. (iStock)

La anticoncepción hormonal causa infertilidad: "No, el patriarcado que trata de atemorizarte para que no controles tu salud reproductiva está lleno de este mito. Con la inyección, puede haber una demora de varios meses hasta el retorno de la fertilidad, pero en un año todas las mujeres lo han hecho. Con todos los demás métodos anticonceptivos, una vez que se detienen o se quitan, estás lista para el embarazo al mes siguiente".

Baños de vapor vaginales: "Esto se promueve para 'limpiar' el útero. Se suma al mito destructivo de que el útero no es limpio o que la menstruación limpia el útero. La idea de un útero lleno de toxinas es algo que literalmente se usa en muchas culturas para excluir a las mujeres de la sociedad: es una característica distintiva del patriarcado".

El patriarcado y Gwyneth Paltrow

"Las obsesiones con la pureza y la limpieza del tracto reproductivo datan de un tiempo cuando el valor de una mujer se medía por su virginidad y por cuántos hijos podía tener. Una vagina y un útero eran moneda", escribió Gunther en The Vagina Bible. "Manipular esos miedos despierta algo visceral. No es sorprendente que las palabras 'puro', 'natural' y 'limpio' se usen con tanta frecuencia en el marketing de productos para mujeres".

Del mismo modo que ese lenguaje se ha utilizado desde siempre como un arma contra las mujeres —"no podías ir a un servicio religioso si tenías el periodo, porque eras impura"— la industria del bienestar pone el dedo en las heridas que esas armas crearon. Como dijo a The Guardian, no es que los grandes intereses de los suplementos naturales —USD 4,2 billones globales por año— bailen con los opositores al derecho a abortar, pero parece que van a las mismas discos.

"Inclusive comencé a notar una superposición en el lenguaje", subrayó. "Las perspectivas anti-ciencia que tiene el bienestar y la anti-ciencia de la derecha religiosa. Es patriarcado con otro nombre. Y sigue empujando a las mujeres a un segundo plano al decirles mentiras sobre sus cuerpos".

Ironizó: "¡Al menos los grandes intereses farmacéuticos estudian las drogas! Puede que no nos den todos los datos, lo cual está mal. Pero los grandes intereses de los suplementos naturales no nos dan ninguna información. Me resulta un disparate que pensemos en Big Natural como bueno y en Big Pharma como malo: ambos son empresas capitalistas que ganan dinero".

Gunter cree que la gente adulta puede comprar y usar lo que quiera si lo desea. El problema es cuando lo usa porque le han asegurado que obtendrá un resultado que no sucederá. Fue el caso de los baños de vapor vaginales, por ejemplo: su primera pelea con Goop.

Luego de otras intervenciones, en 2017 escribió una carta abierta a Paltrow por los huevos de jade que promovía. "Es la pila de basura más grande que he leído en su sitio desde aquella vez del baño de vapor vaginal. Es incluso peor que sostener que los corpiños causan cáncer. Pero, bueno, usted no es de los que permiten que los hechos interfieran en su camino a ganar dinero vendiendo aceite de serpiente".

Uno de los expertos de Goop contestó que Gunter tenía una "extraña seguridad" al hacer sus comentarios sobre los huevos de jade. "No tengo una 'extraña seguridad' sobre la salud vaginal —le respondió—; tengo una seguridad apropiada porque soy la experta". Una clienta convencida de Goop la llamó "el Anticristo vaginal".

De la tragedia personal a la defensa de las mujeres

En 2003 Gunter vivía en Denver, Colorado, y estaba embarazada de trillizos. Su bolsa se rompió a las 22 semanas; llegó al hospital convencida de lo peor. Aunque la estabilizaron, a los dos días uno de los tres niños, Aidan, nació con menos de 500 gramos y murió minutos después. Los otros dos tuvieron cuatro semanas más de gestación, y sobrevivieron: Victor y Oliver, hoy adolescentes, que viven con ella, un perro labrador y una gata a la que vistieron como personaje de El cuento de la criada para Halloween, el año pasado.

Los hijos de Jen Gunter nacieron extremadamente prematuros. (Twitter)
Los hijos de Jen Gunter nacieron extremadamente prematuros. (Twitter)

Ambos quedaron con problemas pulmonares; uno tiene parálisis cerebral y el otro una cardiopatía. Como de pequeños sufrían mucho por los tratamientos con oxígeno que necesitaban, ella le preguntó al pediatra si convenía que se mudaran a un lugar al nivel del mar. Él le dijo que no se sabía. Que, en efecto, habría más oxígeno en el aire, pero que no podía garantizarle nada.

"Hay cosas en la medicina para las que no tenemos las respuestas", recordó a The Guardian. Como médica, entendió con mucho dolor el mensaje del pediatra —se mudó igual, por si en algo ayudaba, a California, donde hoy tiene una clínica para mujeres en San Francisco—, pero como madre hubiera seguido buscando respuestas mágicas como las que ofrece la industria del bienestar.

Gunter tiene una gata, Luna, que ella y su familia vistieron de personaje de “El cuento de la criada”.
Gunter tiene una gata, Luna, que ella y su familia vistieron de personaje de “El cuento de la criada”.

"Estos sitios te ofrecen esa conexión emocional que los médicos con frecuencia se saltan. Y creo que ese ese es un gran error de la medicina", agregó. Pero eso no justifica, opinó, la explotación comercial de cuidado de la salud jamás comprobado: "Esto es lo que Paltrow hace con su privilegio", se enojó en NPR. "Estafar a mujeres desesperadas".

En su carrera vio cosas peores, recordó en su sitio. En una ocasión atendió a una mujer que necesitaba un aborto o corría el peligro de sufrir una falla renal. El hospital en el que trabajaba, de un estado que prohibe el aborto, se lo negó y le sugirió que hablase con el legislador que había impulsado la ley. Lo hizo: "Haga lo que le parezca mejor", le respondió.

Volvió furiosa al hospital —el hombre que había escuchado su criterio profesional en este caso había decidido antes, ignorándolo, sobre el cuerpo de las mujeres en general— e hizo el aborto. "No quiero que las mujeres aguanten más esas cosas", pensó.

Desde aquel momento comenzó esta segunda corriente en su carrera: la difusión científica y la defensa de las mujeres.

"El poder y la salud están vinculados. No se puede ser una paciente empoderada y tener los resultados sanitarios que se quieren a partir de información inexactas y verdades a medias", concluyó en La biblia de la vagina. "La verdadera capacidad de elección —evaluar la relación personal de riesgo y beneficio y tomar una decisión para el propio cuerpo sobre la base de esa información— requiere hechos. Y esta misión, ofrecerles hechos a las mujeres, es lo que me mantiene despierta en la noche".

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