La comunicación es mejor: en los primeros contactos las personas preguntan sin más cosas que en persona les llevaría más tiempo. Las expectativas son más realistas: aunque sufren por verse expuestas en una suerte de mercado de humanos, también conocen qué hay en él y no continúan buscando cuando encuentran a alguien posible. Esos dos factores explican los beneficios en compatibilidad que ofrecen las aplicaciones de citas cuya consecuencia es que de allí salen relaciones más fuertes que las que se forman de otro modo.
Una mujer de Chicago, divorciada de 40 años, abrió una cuenta sin mucho entusiasmo, explicó a The Wall Street Journal (WSJ). Pero una vez en el terreno, algo le gustó del asunto: "No sentía timidez de preguntar, casi siempre antes de conocer a alguien en persona, cosas como '¿Qué clase de compromiso buscas?', '¿Qué sucedió en tus relaciones anteriores?' o '¿Qué quieres de tu vida?'".
Le resultaba útil la función de mensajería para hacerlo, en lugar del intercambio cara a cara: "Si esas preguntas eran intimidatorias o no resonaban a alguien, estaba bien: eso me indicaba que no era una persona con la que me gustaría estar, o que querría estar conmigo". Así encontró a alguien con quien se sintió mutuamente cómoda. Se casaron.
"Se critica las citas en internet por muchas razones", explicó en su artículo la psicóloga Peggy Drexler, autora de Tough Love (Amor resistente) y Raising Boys Without Men (Criar niños sin hombres), entre otros libros. Algunos denuestan a las apps como Tinder porque facilitan encuentros casuales. Otros creen que alientan "una aproximación al romance al estilo de un 'mercado de carne' donde se ofrece demasiada elección y hay demasiada tentación de siempre seguir buscando algo mejor".
En el mercado lo que escasea tiene más valor que lo que abunda, y en uno digital la información tiene un protagonismo supremo, recordó Eva Illouz en ¿Por qué duele el amor? Sin embargo, ninguno de esos dos factores definen las relaciones afectivas entre humanos. "El compromiso no es una elección racional", ilustró.
A pesar de todo eso, el artículo de WSJ señaló que ya "existen pruebas de que las citas en internet podrían, en realidad, mejorar la probabilidad de una compatibilidad romántica, y hacer que los matrimonios sean más fuertes".
Drexler citó una encuesta del Pew Research Center de 2016: la mitad de los estadounidenses conocen a alguien que realiza citas en línea o ha conocido a un cónyuge o pareja estable de esa manera. Y recordó la investigación más importante hasta ahora, que hizo la Universidad de Chicago en 2012: el 33% de los matrimonios celebrados en los Estados Unidos entre 2005 y 2012 comenzó en internet.
El estudio de casi 20.000 participantes halló que la "calidad de la relación" de parejas que se conocieron en línea puede ser mayor —y la tasa de separación o divorcio, un 25% menor— que las que se conocieron offline. Los encuestados revelaron matrimonios más duraderos y más felices. "Los investigadores sugirieron que un grupo mayor de cónyuges potenciales podría darles más opciones a los usuarios, y permitirles ser más selectivos".
Otro factor era el relativo anonimato de la comunicación en línea: "Producía un sinceramiento mayor y sentimientos de afecto más fuertes que la comunicación cara a cara, lo cual sentaba las bases para relaciones más duraderas".
Un hombre de 45 años de Baltimore brindó su propio ejemplo a WSJ. Antes de usar apps de citas solía elegir parejas a partir de su aspecto físico. "Imaginaba que si la atracción era lo suficientemente fuerte, superaríamos cualquier problema que pudiera surgir. Esas relaciones siempre fracasaron. Las citas en internet, en cambio, me hicieron considerar, y poner por escrito, mis valores, lo cual también me hizo más atento a la importancia de conocer los valores de los otros".
Si bien se creía que las apps harían que una persona se mantuviera dentro de grupos —sociales, económicos, étnicos, religiosos— similares a ella misma, por las posibilidades de seleccionar según criterios detallados, sucede lo opuesto. "La cantidad de personas en las app de citas puede ayudar a que la gente amplíe, en lugar de limitar, su definición de lo que le gusta o no le gusta", interpretó la terapeuta de familia Carrie Krawiec.
Un resultado similarmente paradójico se observó al someter a prueba la idea de que la enorme cantidad de personas en estas app haría que la búsqueda fuera interminable, que nadie se contentaría con una pareja imperfecta. Pero la socióloga Jess Carbino, que durante estudió Tinder y Bumble durante cinco años, encontró que la pesquisa cesa y el resultado es sólido.
"Hallé que la gente que encontraba citas en línea tendía mucho más al compromiso que sus pares offline, no a pasar de todo lo demás que había disponible sino precisamente por ello", dijo a Drexler. "Podían realmente visualizar el mercado. Sabían qué había allí, y sabían con quién iban bien y con quién no".
Esa, evaluó, es la principal ayuda que brindan estas aplicaciones: "No es conformarse. Es aprender".
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